Esta mañana he asistido al acto de inauguración de un monumento, en el patio trasero de la Diputación, en contra de la violencia de género, y en recuerdo y memoria de tantas mujeres que han sido, y aún (por desgracia) serán víctimas del también denominado terrorismo doméstico.
Ha sido un acto emotivo, muy emotivo. Me ha sorprendido un dato que ha dado la consejera de Bienestar Social: de las once mujeres que han fallecido en lo que va de año en Andalucía por esta causa, sólo una había puesto anteriormente alguna denuncia. Esto viene a confirmar que la violencia machista sigue siendo sufrida en silencio, en la intimidad, entre las cuatro paredes del miedo que pocas, muy pocas, se atreven a intentar siquiera proclamar a los cuatro vientos. Y es que, como también decía Micaela Navarro, hay que articular las medidas necesarias porque en la gran mayoría de los casos, el dar el paso de la denuncia supone irremediablemente no poder volver, no ya a casa, ni siquiera al pueblo donde se vive. ¡Qué bien nos sabemos la teoría, pero qué mal la aplicamos!
El hermano de Rocío Estepa, la jienense asesinada hace unos años, venía a confirmar las palabras pronunciadas por la consejera, pero también a dar un toque de atención a los jueces, cuando indicaba que para que la mujer pueda dar ese paso de la denuncia tiene que sentirse segura, y hoy por hoy no lo está ni mucho menos cuando algunos magistrados anteponen los intereses del agresor a la protección de la víctima.
Francisco hacía igualmente un llamamiento al propio entorno de las víctimas, apelando a estar atentos a las posibles agresiones que puedan estar sufriendo alguna miembro de la familia. Y es que el ganar esta auténtica guerra es cosa de todos, de las agredidas, por supuesto, pero también de sus más allegados familiares, amigos, vecinos, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de los políticos.... y también de los agresores, sobre todo, de los agresores porque, si no fuera por ellos, el problema no existiría.
Esta mañana me he acordado de Miguel Lorente cuando, en Mi marido me pega lo normal, defiende que estamos ante una agresión consentida e incluso amparada por los valores de la sociedad en que vivimos; y también de Joaquín Sabina quien, junto con Fito Páez, nos dice que en este tema Llueve sobre mojado.
Ha sido un acto emotivo, muy emotivo. Me ha sorprendido un dato que ha dado la consejera de Bienestar Social: de las once mujeres que han fallecido en lo que va de año en Andalucía por esta causa, sólo una había puesto anteriormente alguna denuncia. Esto viene a confirmar que la violencia machista sigue siendo sufrida en silencio, en la intimidad, entre las cuatro paredes del miedo que pocas, muy pocas, se atreven a intentar siquiera proclamar a los cuatro vientos. Y es que, como también decía Micaela Navarro, hay que articular las medidas necesarias porque en la gran mayoría de los casos, el dar el paso de la denuncia supone irremediablemente no poder volver, no ya a casa, ni siquiera al pueblo donde se vive. ¡Qué bien nos sabemos la teoría, pero qué mal la aplicamos!
El hermano de Rocío Estepa, la jienense asesinada hace unos años, venía a confirmar las palabras pronunciadas por la consejera, pero también a dar un toque de atención a los jueces, cuando indicaba que para que la mujer pueda dar ese paso de la denuncia tiene que sentirse segura, y hoy por hoy no lo está ni mucho menos cuando algunos magistrados anteponen los intereses del agresor a la protección de la víctima.
Francisco hacía igualmente un llamamiento al propio entorno de las víctimas, apelando a estar atentos a las posibles agresiones que puedan estar sufriendo alguna miembro de la familia. Y es que el ganar esta auténtica guerra es cosa de todos, de las agredidas, por supuesto, pero también de sus más allegados familiares, amigos, vecinos, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de los políticos.... y también de los agresores, sobre todo, de los agresores porque, si no fuera por ellos, el problema no existiría.
Esta mañana me he acordado de Miguel Lorente cuando, en Mi marido me pega lo normal, defiende que estamos ante una agresión consentida e incluso amparada por los valores de la sociedad en que vivimos; y también de Joaquín Sabina quien, junto con Fito Páez, nos dice que en este tema Llueve sobre mojado.
2 comentarios :
Mi buen amigo Amador.
Comparto todo lo dicho por ti. Sabes que estoy bastante sensibilizada con este tema y me ennorgullece saber que hay hombres pero, ante todo, personas como tú, que gritan a los cuatro vientos que hay algo que falla, que las cosas no se están haciendo bien y que ojalá, algún día, los monumentos se levantaran por otros motivos y no por la violencia de género. Llueve sobre mojado, así es, pero mantengo la esperanza en que algún día seamos iguales, ni más ni menos, y que los malos tratos de hombres a mujeres o viceversa, no sólo desaparezcan sino que dejen de estar, como algunos individuos piensan, justificados. Gracias por este catite.
Laura Villar Guerrero
Muchas gracias por tu post.
Francisco Estepa
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