En los trece años que llevo trabajando en los medios de comunicación he conocido a mucha gente; unos me han resultado más interesantes que otros, pero si tuviera que elaborar una lista con las diez personas que más me han impactado, en ella estaría sin lugar a dudas el nombre de Carlos Sánchez.
Se trata, lógicamente, de una apreciación nada objetiva y totalmente subjetiva, marcada muy mucho por mi pasión por el deporte en general y el fútbol y el Real Jaén en particular. Por eso me llegó muy pronto y muy hondo un tipo, desconocido hasta entonces para mí, pero que demostró sus... valentía asumiendo un enfermo en estado crítico llamado Real Jaén que había sido despedazado continuamente en la historia más reciente, por el que nadie daba un duro, ni siquiera los empresarios del terruño.
En estos años como presidente del club no sólo ha ratificado su valentía (manteniendo el proyecto pese a las muchas tentaciones de venta que ha tenido, unas más solventes que otras), sino que ha ido aprendiendo su trabajo con excelente nota, y además ha demostrado con hechos su inmensa generosidad con el Real Jaén pues no sólo se ha dejado su dinero sino también lo más preciado que una persona puede dar: la salud.
Todo esto ha hecho que la sintonía entre afición y Carlos Sánchez alcance unos niveles de excelencia que jamás he visto yo (tengo 37 años) por este lugar.
Pero en los últimos días Carlos se está equivocando de todas, todas. Me refiero a esa rueda de prensa convocada recientemente para aclarar las muchas dudas surgidas en torno a la viabilidad económica del club, y que finalmente se convirtió en una especie de púlpito desde el que arremetió contra demasiada gente. La mejor prueba de la acción errónea del presidente la tenemos en el hecho de que en los días posteriores se ha hablado más, muchísimo más, sobre este secundario aspecto que sobre para lo que habían sido convocados los medios de comunicación.
Me decía el otro día un importante político de Jaén que hoy día hay dos tipos de presidentes de fútbol: puedes ser Florentino Pérez (que si hacen falta 70 millones de euros, los pone encima de la mesa, y punto) o Carlos Sánchez (como ejemplo del representante del fútbol modesto, muy necesitado de ingresos, y que por eso mismo, porque depende de la generosidad de otros, hay que lanzar buenas palabras en lugar de balas mortíferas en dirección al entrecejo de alguien).
Desde el primer momento en que vi la reprobable intervención de Carlos me quedé totalmente sorprendido. No entendía, y aún hoy sigo sin entender, esa pérdida de papeles, ese abandono de la mesura y el talante que han caracterizado siempre al presidente del Real Jaén. Entiendo que ha aguantado carros y carretas, que la presión que sufre en lo económico tenderá a estar últimamente más próxima a un volcán en erupción que a otra cosa, pero ni siquiera eso es razón suficiente para rajar como lo hizo.
Una persona pública como él, al igual que un concejal, un alcalde, un diputado... tiene, por el simple hecho de ocupar el puesto que ocupa, la obligación de aguantar todo tipo de chaparrones; unos serán quizá razonados, aunque duelan; otros serán completamente injustos y basados en datos erróneos... pero la mejor forma de responder es callar y seguir con el duro trabajo diario que, alcanzadas las metas fijadas, callará todas las bocas. No obstante, y en caso de querer responder a un ataque injustificado y basado en el error, tenemos todo el dereco a contestar pero no utilizando las mismas formas que el atacante, sino con más clase para diferenciarnos de la chusma en lugar de equipararnos con ella. Y, por supuesto, antes que dar un paso en este sentido cerciorarnos al 120% del ataque que nos han propinado porque el entrar al trapo de oídas puede dejarnos con el culete al aire.
Entiendo que las urgencias económicas del Real Jaén tengan a Carlos Sánchez en una situación límite, pero en una situación como la del Real Jaén, la solución jamás podrá ser la huida hacia delante.
Carlos, insisto, se equivoca, y no sólo aquel día, sino que se sigue equivocando si se empeña en continuar por la senda bélica en lugar de regresar a la de la mesura que tantos y tan buenos resultados le ha dado.
Concluyo con una frase, no sé si refrán o proverbio chino, que escuché recientemente: Equivocarse es de humanos; persistir en el error, de locos.
Se trata, lógicamente, de una apreciación nada objetiva y totalmente subjetiva, marcada muy mucho por mi pasión por el deporte en general y el fútbol y el Real Jaén en particular. Por eso me llegó muy pronto y muy hondo un tipo, desconocido hasta entonces para mí, pero que demostró sus... valentía asumiendo un enfermo en estado crítico llamado Real Jaén que había sido despedazado continuamente en la historia más reciente, por el que nadie daba un duro, ni siquiera los empresarios del terruño.
En estos años como presidente del club no sólo ha ratificado su valentía (manteniendo el proyecto pese a las muchas tentaciones de venta que ha tenido, unas más solventes que otras), sino que ha ido aprendiendo su trabajo con excelente nota, y además ha demostrado con hechos su inmensa generosidad con el Real Jaén pues no sólo se ha dejado su dinero sino también lo más preciado que una persona puede dar: la salud.
Todo esto ha hecho que la sintonía entre afición y Carlos Sánchez alcance unos niveles de excelencia que jamás he visto yo (tengo 37 años) por este lugar.
Pero en los últimos días Carlos se está equivocando de todas, todas. Me refiero a esa rueda de prensa convocada recientemente para aclarar las muchas dudas surgidas en torno a la viabilidad económica del club, y que finalmente se convirtió en una especie de púlpito desde el que arremetió contra demasiada gente. La mejor prueba de la acción errónea del presidente la tenemos en el hecho de que en los días posteriores se ha hablado más, muchísimo más, sobre este secundario aspecto que sobre para lo que habían sido convocados los medios de comunicación.
Me decía el otro día un importante político de Jaén que hoy día hay dos tipos de presidentes de fútbol: puedes ser Florentino Pérez (que si hacen falta 70 millones de euros, los pone encima de la mesa, y punto) o Carlos Sánchez (como ejemplo del representante del fútbol modesto, muy necesitado de ingresos, y que por eso mismo, porque depende de la generosidad de otros, hay que lanzar buenas palabras en lugar de balas mortíferas en dirección al entrecejo de alguien).
Desde el primer momento en que vi la reprobable intervención de Carlos me quedé totalmente sorprendido. No entendía, y aún hoy sigo sin entender, esa pérdida de papeles, ese abandono de la mesura y el talante que han caracterizado siempre al presidente del Real Jaén. Entiendo que ha aguantado carros y carretas, que la presión que sufre en lo económico tenderá a estar últimamente más próxima a un volcán en erupción que a otra cosa, pero ni siquiera eso es razón suficiente para rajar como lo hizo.
Una persona pública como él, al igual que un concejal, un alcalde, un diputado... tiene, por el simple hecho de ocupar el puesto que ocupa, la obligación de aguantar todo tipo de chaparrones; unos serán quizá razonados, aunque duelan; otros serán completamente injustos y basados en datos erróneos... pero la mejor forma de responder es callar y seguir con el duro trabajo diario que, alcanzadas las metas fijadas, callará todas las bocas. No obstante, y en caso de querer responder a un ataque injustificado y basado en el error, tenemos todo el dereco a contestar pero no utilizando las mismas formas que el atacante, sino con más clase para diferenciarnos de la chusma en lugar de equipararnos con ella. Y, por supuesto, antes que dar un paso en este sentido cerciorarnos al 120% del ataque que nos han propinado porque el entrar al trapo de oídas puede dejarnos con el culete al aire.
Entiendo que las urgencias económicas del Real Jaén tengan a Carlos Sánchez en una situación límite, pero en una situación como la del Real Jaén, la solución jamás podrá ser la huida hacia delante.
Carlos, insisto, se equivoca, y no sólo aquel día, sino que se sigue equivocando si se empeña en continuar por la senda bélica en lugar de regresar a la de la mesura que tantos y tan buenos resultados le ha dado.
Concluyo con una frase, no sé si refrán o proverbio chino, que escuché recientemente: Equivocarse es de humanos; persistir en el error, de locos.
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