Cataluña ha hablado -electoralmente- de manera contundente hace unos meses. Las fuerzas nacionalistas gobernaron la comunidad durante años hasta que la gente entendió que no lo hacían bien, y decidió cambiar. Por ello, porque quien gobernaba estaba de espaldas a sus gobernados, se produjo un cambio de dirigentes.
Los socialistas han encabezado durante unos años un gobierno de coalición que no ha durado mucho, sólo lo que han decidido los catalanes. Lo han hecho mal, y por ello, por su mal gobierno, han vuelto a la oposición, y ahora son quienes estaban en la oposición los que han recibido una nueva oportunidad -por parte de los ciudadanos- para administrar lo público. Y seguro que al menos lo intentan porque, bien lo saben, los catalanes no se andan con tonterías: o cumples, o vas a la calle.
En Andalucía eso no pasa. Los mismos llevan gobernando la Comunidad desde hace más de treinta años, es decir, desde siempre; tanto es así, que hay quienes no conocen otro régimen. Igual es porque lo han hecho bien, aunque casi cualquier estudio, estadística, análisis, comparativa... que se haga dice lo contrario.
¿Por qué pasa esto entonces? Por el conformismo que caracteriza a los andaluces. Antes de las elecciones catalanas, una catalana me dijo que en su tierra no permiten el engaño, es decir, que si alguien promete algo no tiene más remedio que cumplirlo porque después le será reclamado; y si no cumple: a la calle.
Aquí, en Andalucía, pasa todo lo contrario. Los políticos se hartan de prometer para conseguir el sillón, y una vez lo tienen se limitan a hacer lo que pueden, o quieren, con la confianza en que nadie les va a exigir ni siquiera aquello a lo que se comprometieron. Sillones de por vida, que se llama.
Aquí un ejemplo de acción y conformismo, y como consecuencia de desarrollo y atraso.
Lo dicho, envidia es lo que hay. Ojalá aprendamos.... y cambiemos.
Los socialistas han encabezado durante unos años un gobierno de coalición que no ha durado mucho, sólo lo que han decidido los catalanes. Lo han hecho mal, y por ello, por su mal gobierno, han vuelto a la oposición, y ahora son quienes estaban en la oposición los que han recibido una nueva oportunidad -por parte de los ciudadanos- para administrar lo público. Y seguro que al menos lo intentan porque, bien lo saben, los catalanes no se andan con tonterías: o cumples, o vas a la calle.
En Andalucía eso no pasa. Los mismos llevan gobernando la Comunidad desde hace más de treinta años, es decir, desde siempre; tanto es así, que hay quienes no conocen otro régimen. Igual es porque lo han hecho bien, aunque casi cualquier estudio, estadística, análisis, comparativa... que se haga dice lo contrario.
¿Por qué pasa esto entonces? Por el conformismo que caracteriza a los andaluces. Antes de las elecciones catalanas, una catalana me dijo que en su tierra no permiten el engaño, es decir, que si alguien promete algo no tiene más remedio que cumplirlo porque después le será reclamado; y si no cumple: a la calle.
Aquí, en Andalucía, pasa todo lo contrario. Los políticos se hartan de prometer para conseguir el sillón, y una vez lo tienen se limitan a hacer lo que pueden, o quieren, con la confianza en que nadie les va a exigir ni siquiera aquello a lo que se comprometieron. Sillones de por vida, que se llama.
Aquí un ejemplo de acción y conformismo, y como consecuencia de desarrollo y atraso.
Lo dicho, envidia es lo que hay. Ojalá aprendamos.... y cambiemos.
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