lunes, 11 de abril de 2011

Principio evangélico

Creo que ya lo he utilizado, al menos, en una ocasión pero no he podido resistirme a hacerlo, al menos, una vez más. Y todo ha sido por una cosilla (o cosaca) que ha ocurrido muy recientemente en mi entorno. Un ejemplo más de lo jodías que somos las personas, teniendo como deporte nacional el meternos en la vida de los demás, atreviéndonos incluso a dar lecciones de lo que sea desde lo alto del púlpito... Si en momentos como esos de parlamento ex-cátedra nos mirásemos a nosotros mismos analizando nuestra situación, contexto histórico, devenir pasado y presente... seguramente se nos caería la cara de vergüenza... aunque -seguro estoy de ello- no a todos.
Se trata de un trocito del Evangelio que leí hace unos días. Es de la Iglesia Católica, mi religión, pero creo que tiene tanto sentido común que todo el mundo podría hacerla suya: "Dijo Jesús a sus discípulos: Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará; os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros". Lucas 6, 36-38.

1 comentario :

Armenteros dijo...

¿Pero no hemos quedado en que hay un Juicio Final donde se analiza nuestra trayectoria vital y que una vez juzgados quien no haya sido buen cristiano será condenado a la llama eterna y no perdonado?