Llevo unos días fuera de Jaén, y me da la sensación de que cuando regrese habré viajado al pasado. Esa es al menos la sensación que me está dando la nueva distribución de cargos institucionales que se está produciendo en la provincia como consecuencia de las elecciones municipales del pasado 22 de mayo.
Creo sinceramente que no es ni mucho menos saludable el que sean siempre los mismos quienes dirijan nuestras instituciones, aunque para dar una imagen de cambio se turnen en los sillones de manera periódica. Quien ahora es el presidente de la Diputación, era hace sólo unos años delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía, mientras que el ex-presidente de Diputación ocupa en estos momentos la delegación del Gobierno autonómico. Los delegados provinciales intercambian carteras con diputados provinciales, y los alcaldes o candidatos o grandes concejales que han perdido su vara de mando en sus ciudades son recolocados como delegados provinciales o delegados autonómicos... o lo que sea.
Si hiciéramos una foto de cada responsable con su equipo de gobierno, y los comparamos con los equipos formados unos años atrás, seguro que los cambios, más que de personas, se producen a la hora de colocar a unos y otros en una u otra foto.
Esto parece algo así como el timo de la estampita. Es decir, a cada cargo institucional se le asigna una estampita, y ésta -la estampita- es la que se va dando a unos y a otros -siempre los mismos-. Timo para los ciudadanos porque aunque opten por el cambio, los dineros siempre se los llevan los mismos. Viene a ser algo así como una tomadura de pelo a la ciudadanía por parte de aquellos que afirman haber entendido el mensaje lanzado por las urnas, pero que lo que realmente reconocen con su forma de actuar es que no tienen más objetivo que ocupar un sillón; da igual cual. Lo importante es tener siempre las posaderas bien aseguradas.
Y esto pasa al hilo de las elecciones municipales. Seguro que cuando se celebren las generales y autonómicas los efectos son los mismos, es decir, nos la volverán a dar con el timo de la estampita.
Aunque justo es reconocer que esto pasa sólo y únicamente porque la gente lo permite.
Creo sinceramente que no es ni mucho menos saludable el que sean siempre los mismos quienes dirijan nuestras instituciones, aunque para dar una imagen de cambio se turnen en los sillones de manera periódica. Quien ahora es el presidente de la Diputación, era hace sólo unos años delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía, mientras que el ex-presidente de Diputación ocupa en estos momentos la delegación del Gobierno autonómico. Los delegados provinciales intercambian carteras con diputados provinciales, y los alcaldes o candidatos o grandes concejales que han perdido su vara de mando en sus ciudades son recolocados como delegados provinciales o delegados autonómicos... o lo que sea.
Si hiciéramos una foto de cada responsable con su equipo de gobierno, y los comparamos con los equipos formados unos años atrás, seguro que los cambios, más que de personas, se producen a la hora de colocar a unos y otros en una u otra foto.
Esto parece algo así como el timo de la estampita. Es decir, a cada cargo institucional se le asigna una estampita, y ésta -la estampita- es la que se va dando a unos y a otros -siempre los mismos-. Timo para los ciudadanos porque aunque opten por el cambio, los dineros siempre se los llevan los mismos. Viene a ser algo así como una tomadura de pelo a la ciudadanía por parte de aquellos que afirman haber entendido el mensaje lanzado por las urnas, pero que lo que realmente reconocen con su forma de actuar es que no tienen más objetivo que ocupar un sillón; da igual cual. Lo importante es tener siempre las posaderas bien aseguradas.
Y esto pasa al hilo de las elecciones municipales. Seguro que cuando se celebren las generales y autonómicas los efectos son los mismos, es decir, nos la volverán a dar con el timo de la estampita.
Aunque justo es reconocer que esto pasa sólo y únicamente porque la gente lo permite.
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