Gerónimo Stilton, este singular ratón, director-editor de uno de los más -él dice que el más- importantes periódicos de la Isla de los Ratones, hablamos de El Eco del Roedor, se ve inmerso en otra de sus singulares aventuras en Tras la pista del Yeti (Destino. 2005. 117 páginas), al tener que viajar al Everest tras la llamada de auxilio que recibió de su amigo, el profesor Amperio.
Parece ser que Amperio está en peligro porque el Yeti lo ha secuestrado, o algo así, por lo que Gerónimo no duda en acudir a ayudar a un amigo en apuros... además de intentar conseguir la exclusiva mundial de entrevistar al famoso hombre-monstruo de las nieves.
Al final salva, o no, a Amperio, y encuentra, o no, al Yeti. Lo cierto es que esta nueva lectura de uno de los libros que conforman una de las sagas literarias actuales más seguidas vuelve a producirme cierta sorpresa por la técnica utilizada: una historia tremendamente simple -la que he contado- formada a lo largo de ella por un sin fin de pequeñas historietas. Y es que cada paso que da Gerónimo se convierte en un historión, desde coger el taxi hasta el avión, la llegada al Everest, la subida de una montaña, o simplemente cenar. Quizá esa sea la clave del éxito de esta serie, el mantener al público infantil completamente enganchado en cada página.
Vendría a ser algo así como los anuncios de televisión. Los niños se quedan completamente absortos con ellos, mientras que les resulta prácticamente imposible mantener la atención ante cualquier película. Y la verdad es que ¿por qué estar dos horas frente al televisor, si te pueden contar una historia, lo mismo de atractiva o más, en veinte segundos?.
Literatura infantil -bastante infantil- pura y dura, a la que me aproximo como notario de que mi hija también se lo ha leído, pero a la que en otras circunstancias sería impensable su lectura... salvo por cuestiones investigadoras.
Parece ser que Amperio está en peligro porque el Yeti lo ha secuestrado, o algo así, por lo que Gerónimo no duda en acudir a ayudar a un amigo en apuros... además de intentar conseguir la exclusiva mundial de entrevistar al famoso hombre-monstruo de las nieves.
Al final salva, o no, a Amperio, y encuentra, o no, al Yeti. Lo cierto es que esta nueva lectura de uno de los libros que conforman una de las sagas literarias actuales más seguidas vuelve a producirme cierta sorpresa por la técnica utilizada: una historia tremendamente simple -la que he contado- formada a lo largo de ella por un sin fin de pequeñas historietas. Y es que cada paso que da Gerónimo se convierte en un historión, desde coger el taxi hasta el avión, la llegada al Everest, la subida de una montaña, o simplemente cenar. Quizá esa sea la clave del éxito de esta serie, el mantener al público infantil completamente enganchado en cada página.
Vendría a ser algo así como los anuncios de televisión. Los niños se quedan completamente absortos con ellos, mientras que les resulta prácticamente imposible mantener la atención ante cualquier película. Y la verdad es que ¿por qué estar dos horas frente al televisor, si te pueden contar una historia, lo mismo de atractiva o más, en veinte segundos?.
Literatura infantil -bastante infantil- pura y dura, a la que me aproximo como notario de que mi hija también se lo ha leído, pero a la que en otras circunstancias sería impensable su lectura... salvo por cuestiones investigadoras.
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