martes, 28 de octubre de 2008

CRISIS y crisis

La crisis que tanto se quiso ocultar nos tiene ya tan cogidos por los huevecillos que resulta imposible de negar; ni aunque un gallo cantara tres veces.
Lógicamente no todo el mundo la vive de la misma manera. De hecho, hay quien ni siquiera la va a catar. Sin embargo, la situación general es más que preocupante, y últimamente siento cierto desasosiego porque me están llegando noticias de casos extremos donde la solución es casi imposible de encontrar; lo que más me duele es que se trata de gente con la que tengo cierta cercanía, y ante los que el consuelo es imposible.
El otro día hablaba con una persona que por eso mismo, por el conocimiento que tiene de casos dramáticos -por su trabajo-, no sólo estaba muy preocupado sino que daba gracias a Dios porque yo, por lo menos, tengo una parcelilla en el pueblo, y a unas malas hago una casucha, aunque sea de cartones, siembro un huertecillo y suelto unas pocas gallinas. El comentario estaba hecho en un contexto donde hay quien no tiene ni eso para refugiarse o como colchón salvavidas ante la llegada de la ruina. Ruinas personales y familiares reales y cercanas donde patrimonios saneados y solventes de los padres se vienen abajo junto con los de los hijos cuando éstos, por la situación que vivimos, no sólo se declaran en quiebra sino que en su caída arrastran a sus padres quienes, en la edad de la jubilación, no han cometido más pecado que avalar a los que son sangre de su sangre. ¿¿No lo iban a hacer!!.
El fin de semana leía yo un largo reportaje sobre la crisis y las situaciones límite que se están viviendo, siendo los protagonistas personas de carne y hueso, con nombres y apellidos, que están aquí, junto a nosotros. Me llamó la atención el caso de un hombre que, junto a su actual mujer, se quedaban los dos en el paro porque cerraba la empresa. A esa situación se sumaba otro elemento negativo: que el hombre pagaba mensualmente a su ex-mujer 400 euros en concepto de manutención para sus hijas de 14 y 17 años. La hija mayor, al enterarse del problema que se avecinaba sobre su padre, lo llamó llorando y la pregunta que le hizo fue la siguiente: Papá, ¿vamos a tener que comer ahora del Lidl y vestir del mercadillo?.
Ojalá el problema de muchos fuera ese, pero no ahora, sino cuando la economía va bien. Y es que, como digo, hay CRISIS y crisis.
¿Sabéis que es lo peor de todo? Pues precisamente eso, que lo PEOR está aún por llegar. Esto son sólo los primeros vientecillos del terrible huracán que se avecina.

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