Dado mi natural ser de huir de las cosas de moda, no es de extrañar que diera de lado a El código da Vinci, de Dan Brown (Círculo de Lectores, 2003) cuando cayó en mis manos allá por el año 2005. Menudo revuelo el que se había liado con un libro que de manera rapidísima se convirtió en un bestseller a nivel mundial. Yo no lo leí entonces, pero sí lo he hecho estos días debido a dos cosas. La primera, a que vi la película, me gustó mucho, y más cuando la he vuelto a ver recientemente. Tenía interés en conocer el origen del film y, como también es habitual, descubrir cuál de los dos es mejor. Mi segunda motivación es que hace tiempo que una idea ronda mi cabeza, y libros como éste pueden ayudarme a hacerla realidad.
Un profesor norteamericano experto en simbología se ve inmerso en esta trepidante historia cuando la policía francesa le saca de la cama de su hotel en París para que intente aclarar las extrañas circunstancias en las que ha aparecido muerto esa misma noche el conservador del Louvre, dejando escrito junto a su cadáver el nombre del estadounidense.
A partir de aquí el profesor inicia una doble carrera -huir de la policía, y buscar a los asesinos y las verdaderas razones que están detrás del crimen- acompañado de la nieta del asesinado, que también es policía, en concreto experta en criptografía.
En el fondo de esta compleja historia se encuentra la búsqueda de algo tan tópico como el Santo Grial, pero que en esta ocasión no es el cáliz que Jesucristo utilizó en la última cena, y cuyos poderes sobrenaturales dan la eterna juventud a quien beba de él. Se trata de una nueva y original concepción del Santo Grial que sí llevaría a descubrir una gran mentira sobre la que se asienta la Iglesia; de ahí que tanto el Vaticano como el Opus Dei estén intentando evitar que salga a la luz un secreto que acabaría con dos mil años de su historia. En el otro bando se encontraría el Priorato de Sión, una organización que desde la clandestinidad ha estado durante siglos protegiendo ese secreto, a través de los Caballeros Templarios en su origen, y con miles de personas -famosos de todos los campos del saber como Leonardo da Vinci, Isaac Newton, y quizá Francoise Mitterand, entre otros, y también gente anónima- hasta nuestros días.
Estamos ante una historia que tiene como base algo tan tópico como la búsqueda del Santo Grial, pero que con esta moderna versión logra atraer la completa atención del lector a lo largo de sus 477 páginas, usando además continuas referencias históricas que le dan un halo de certeza; diferentes etapas en la búsqueda del tesoro con pistas que llevan a otras pistas..., y todo ello situado en la época actual y tirando de iglesias, monumentos, tumbas... que lo hacen más realista ya que cualquiera de nosotros puede visitar. De hecho, este libro provocó la creación de una especie de tour turístico por estos lugares en París, Roma y Edimburgo.
He de reconocer que quedé enganchado en su lectura desde la primera página, y eso que -como decía mi esposa- "has visto la película dos veces, y te sabes el final". Cierto, pero me ha resultado especialmente interesante ponerle cara a cada personaje -el de la película-, y entrar en un juego de comparaciones para determinar si el film ha resuelto bien la recreación del libro. Finalmente, y como pasa casi siempre, el libro es más rico que la película, profundiza más en los personajes -como por ejemplo el asesinado que da origen al resto de la historia-, permite que el lector juegue mejor con las pistas que se van dando en cada momento... Aunque también debo reconocer que la película es mucho más descriptiva que el libro a la hora de entender algunas cosas, especialmente el tramo final, ya que, como dice aquel viejo proverbio chino, una imagen vale más que mil palabras.
De inicio y desarrollo prácticamente idénticos, y de final con ciertas diferencias, me apetece mucho ver de nuevo la película. Hoy lo haré.
Un profesor norteamericano experto en simbología se ve inmerso en esta trepidante historia cuando la policía francesa le saca de la cama de su hotel en París para que intente aclarar las extrañas circunstancias en las que ha aparecido muerto esa misma noche el conservador del Louvre, dejando escrito junto a su cadáver el nombre del estadounidense.
A partir de aquí el profesor inicia una doble carrera -huir de la policía, y buscar a los asesinos y las verdaderas razones que están detrás del crimen- acompañado de la nieta del asesinado, que también es policía, en concreto experta en criptografía.
En el fondo de esta compleja historia se encuentra la búsqueda de algo tan tópico como el Santo Grial, pero que en esta ocasión no es el cáliz que Jesucristo utilizó en la última cena, y cuyos poderes sobrenaturales dan la eterna juventud a quien beba de él. Se trata de una nueva y original concepción del Santo Grial que sí llevaría a descubrir una gran mentira sobre la que se asienta la Iglesia; de ahí que tanto el Vaticano como el Opus Dei estén intentando evitar que salga a la luz un secreto que acabaría con dos mil años de su historia. En el otro bando se encontraría el Priorato de Sión, una organización que desde la clandestinidad ha estado durante siglos protegiendo ese secreto, a través de los Caballeros Templarios en su origen, y con miles de personas -famosos de todos los campos del saber como Leonardo da Vinci, Isaac Newton, y quizá Francoise Mitterand, entre otros, y también gente anónima- hasta nuestros días.
Estamos ante una historia que tiene como base algo tan tópico como la búsqueda del Santo Grial, pero que con esta moderna versión logra atraer la completa atención del lector a lo largo de sus 477 páginas, usando además continuas referencias históricas que le dan un halo de certeza; diferentes etapas en la búsqueda del tesoro con pistas que llevan a otras pistas..., y todo ello situado en la época actual y tirando de iglesias, monumentos, tumbas... que lo hacen más realista ya que cualquiera de nosotros puede visitar. De hecho, este libro provocó la creación de una especie de tour turístico por estos lugares en París, Roma y Edimburgo.
He de reconocer que quedé enganchado en su lectura desde la primera página, y eso que -como decía mi esposa- "has visto la película dos veces, y te sabes el final". Cierto, pero me ha resultado especialmente interesante ponerle cara a cada personaje -el de la película-, y entrar en un juego de comparaciones para determinar si el film ha resuelto bien la recreación del libro. Finalmente, y como pasa casi siempre, el libro es más rico que la película, profundiza más en los personajes -como por ejemplo el asesinado que da origen al resto de la historia-, permite que el lector juegue mejor con las pistas que se van dando en cada momento... Aunque también debo reconocer que la película es mucho más descriptiva que el libro a la hora de entender algunas cosas, especialmente el tramo final, ya que, como dice aquel viejo proverbio chino, una imagen vale más que mil palabras.
De inicio y desarrollo prácticamente idénticos, y de final con ciertas diferencias, me apetece mucho ver de nuevo la película. Hoy lo haré.
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