Hoy he visitado el Castillo de Santa Catalina. Apurando los últimos días de las vacaciones he querido hacer turismo en mi ciudad, de ahí que, con toda la familia, hayamos decidido regresar a un lugar que nos llamó -y mucho- la atención, tanto a pequeños como mayores, las otras veces que hemos ido gracias a esa armadura que te da la bienvenida en la puerta misma de entrada; a las proyecciones audiovisuales; al interior de la fortaleza con estancias que te transportan muchos siglos en el pasado; con ese preso que con tanta fuerza te cuenta su triste pero valerosa historia en un entorno que te acojona nada más entrar; la dichosa camarita por la que todo el mundo se pelea para ver este o aquel lugar de la ciudad; o ese coqueto lagarto que nadie es capaz de coger.
El Castillo representa un importante e interesante atractivo para quienes vienen a la ciudad, que son muchos, más de los que nos creemos, porque por ejemplo esta mañana, en los tres cuarto de hora que aproximadamente hemos estado allí, más de cien personas han entrado y salido.
Sería interesante que las autoridades -a quien corresponda- vayan pensando en una ampliación del centro de interpretación, recuperando para el visitante esas estancias que hoy día no pueden ser visitadas. Pero antes de eso, que pueden hacer a medio plazo, sí resulta imprescindible abordar algunos aspectos de la visita actual que resultan impresentables. No me refiero únicamente a la proyección en tres dimensiones que recrea la leyenda del lagarto de la Malena, y que lleva varios años rota, según nos explican a la entrada. ¿Tan difícil es arreglarla? Hoy día, cuando tanto y por tantos sitios se habla de las proyecciones en 3D, aquí en Jaén disponemos de una desde hace siete u ocho años, pero se rompió y a nadie le ha dado por arreglarla... o de sustituirla por otra porque mantenerla así dice mucho de quienes tanto hablan de potenciar el turismo en Jaén.
Hay otro aspecto que, en los tiempos en los que nos encontramos, debe ser corregido igualmente de manera inmediata. Hablo de los muchos vídeos que hay por todo el recinto, y a los que sólo puede acceder quien hable o lea castellano. Esta mañana había en el castillo alemanes, ingleses, franceses, japoneses... (al menos que yo haya detectado) y aunque sí me consta que alguno, con cierto conocimiento de castellano, hacía de guía improvisado al resto del grupo, la gran mayoría se movía con más inseguridad de lo que es de recibo en este tipo de lugares, apelando al lenguaje universal de la imagen para mal enterarse de lo que allí le estaban contando.
Como decía Vicente Ferrer, menos teorizar y más ponerse manos a la obra. Lo que ocurre es que de eso los políticos de Jaén saben mucho... demasiado. Y lo peor es que nosotros se lo permitimos.
El Castillo representa un importante e interesante atractivo para quienes vienen a la ciudad, que son muchos, más de los que nos creemos, porque por ejemplo esta mañana, en los tres cuarto de hora que aproximadamente hemos estado allí, más de cien personas han entrado y salido.
Sería interesante que las autoridades -a quien corresponda- vayan pensando en una ampliación del centro de interpretación, recuperando para el visitante esas estancias que hoy día no pueden ser visitadas. Pero antes de eso, que pueden hacer a medio plazo, sí resulta imprescindible abordar algunos aspectos de la visita actual que resultan impresentables. No me refiero únicamente a la proyección en tres dimensiones que recrea la leyenda del lagarto de la Malena, y que lleva varios años rota, según nos explican a la entrada. ¿Tan difícil es arreglarla? Hoy día, cuando tanto y por tantos sitios se habla de las proyecciones en 3D, aquí en Jaén disponemos de una desde hace siete u ocho años, pero se rompió y a nadie le ha dado por arreglarla... o de sustituirla por otra porque mantenerla así dice mucho de quienes tanto hablan de potenciar el turismo en Jaén.
Hay otro aspecto que, en los tiempos en los que nos encontramos, debe ser corregido igualmente de manera inmediata. Hablo de los muchos vídeos que hay por todo el recinto, y a los que sólo puede acceder quien hable o lea castellano. Esta mañana había en el castillo alemanes, ingleses, franceses, japoneses... (al menos que yo haya detectado) y aunque sí me consta que alguno, con cierto conocimiento de castellano, hacía de guía improvisado al resto del grupo, la gran mayoría se movía con más inseguridad de lo que es de recibo en este tipo de lugares, apelando al lenguaje universal de la imagen para mal enterarse de lo que allí le estaban contando.
Como decía Vicente Ferrer, menos teorizar y más ponerse manos a la obra. Lo que ocurre es que de eso los políticos de Jaén saben mucho... demasiado. Y lo peor es que nosotros se lo permitimos.
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