Los periodistas arreglamos los males de la profesión todos los días tomando un café, pero el momento de máximo esplendor se produce (así ha sido, al menos, en los dos últimos años) en el acto de presentación del libro editado por la Asociación de la Prensa de Jaén, que este año tuvo lugar el otro día.
Fueron muchos quienes hablaron en ese contexto, y siempre estuvo como protagonista los problemas que nos acucian: laborales, presiones, falta de libertad...
Alguien llamó a la acción (no recuerdo si Rafa Olmo o Miguel Ortega) en lugar de tanto quejarse, y Ginés Donaire insistió en este sentido al lamentarse de que cada vez se pregunte menos en las ruedas de prensa. Y es cierto, porque de un tiempo a esta parte he detectado una gran apatía por nuestra parte, la de los periodistas, a la hora de afrontar una comparecencia pública. Tendemos a tragarnos el rollazo del protagonista de turno en lugar de preguntar de manera incisa para aclarar este o aquel tema, para poner el dedo en la llaga sobre una contradicción evidente, o para llamar la atención sobre el hecho de que el tipo en cuestión dice ahora Diego donde antes dijo digo.
Creo que esta forma de actuar se debe a que no queremos complicarnos la vida (los periodistas). Primero, teniendo un cierto enfrentamiento con quien da la rueda de prensa. Segundo, peleando después con nuestro redactor jefe o jefe de sección tratando de convencerle de que la información debe ir en este o aquel sentido, aunque se ponga a parir al político. Y es que desde arriba existe especial cuidado en no molestar demasiado a quien nos sostiene económica o políticamente.
Por eso, por ahorrarse un par de malratos, hacemos de tripas corazón (yo lo hago habitualmente) y tomamos el camino más fácil.
Sin embargo, a raíz de lo que pasó el otro día en el acto de la Asociación de la Prensa de Jaén, he decidido asumir el compromiso de ACTUAR. Tengo la intención de afrontar a partir de ahora todas las ruedas de prensa de una manera profesional, buscando todos los vértices de la comparecencia y de lo que allí se diga, siendo honesto con las personas que después me elijan para informarse de lo que allí ocurrió o se dijo, sin más miramiento que el de la veracidad y, por supuesto, el principio de servicio público que sustenta al medio de comunicación en el que trabajo (Onda Jaén RTV). Después mis jefes me dejarán enfocar la redacción de la noticia como yo entiendo debe hacerse, o no, ya me encargaré de pelearlo; seguramente no consiga mi objetivo de publicar correctamente, o sí, pero al menos el regustillo de poner colorado al político-representante público/privado-empresario-etcétera no me lo quitará nadie.
Con esto no pretendo más que hacer efectivo algo que dijo el cada vez más sabio Tomás Medina en ese acto de la Asociación de la Prensa: a mejores periodistas, mejores políticos.
Amén.
P.D. La foto es de Agustín Muñoz. ¡Gracias!
Fueron muchos quienes hablaron en ese contexto, y siempre estuvo como protagonista los problemas que nos acucian: laborales, presiones, falta de libertad...
Alguien llamó a la acción (no recuerdo si Rafa Olmo o Miguel Ortega) en lugar de tanto quejarse, y Ginés Donaire insistió en este sentido al lamentarse de que cada vez se pregunte menos en las ruedas de prensa. Y es cierto, porque de un tiempo a esta parte he detectado una gran apatía por nuestra parte, la de los periodistas, a la hora de afrontar una comparecencia pública. Tendemos a tragarnos el rollazo del protagonista de turno en lugar de preguntar de manera incisa para aclarar este o aquel tema, para poner el dedo en la llaga sobre una contradicción evidente, o para llamar la atención sobre el hecho de que el tipo en cuestión dice ahora Diego donde antes dijo digo.
Creo que esta forma de actuar se debe a que no queremos complicarnos la vida (los periodistas). Primero, teniendo un cierto enfrentamiento con quien da la rueda de prensa. Segundo, peleando después con nuestro redactor jefe o jefe de sección tratando de convencerle de que la información debe ir en este o aquel sentido, aunque se ponga a parir al político. Y es que desde arriba existe especial cuidado en no molestar demasiado a quien nos sostiene económica o políticamente.
Por eso, por ahorrarse un par de malratos, hacemos de tripas corazón (yo lo hago habitualmente) y tomamos el camino más fácil.
Sin embargo, a raíz de lo que pasó el otro día en el acto de la Asociación de la Prensa de Jaén, he decidido asumir el compromiso de ACTUAR. Tengo la intención de afrontar a partir de ahora todas las ruedas de prensa de una manera profesional, buscando todos los vértices de la comparecencia y de lo que allí se diga, siendo honesto con las personas que después me elijan para informarse de lo que allí ocurrió o se dijo, sin más miramiento que el de la veracidad y, por supuesto, el principio de servicio público que sustenta al medio de comunicación en el que trabajo (Onda Jaén RTV). Después mis jefes me dejarán enfocar la redacción de la noticia como yo entiendo debe hacerse, o no, ya me encargaré de pelearlo; seguramente no consiga mi objetivo de publicar correctamente, o sí, pero al menos el regustillo de poner colorado al político-representante público/privado-empresario-etcétera no me lo quitará nadie.
Con esto no pretendo más que hacer efectivo algo que dijo el cada vez más sabio Tomás Medina en ese acto de la Asociación de la Prensa: a mejores periodistas, mejores políticos.
Amén.
P.D. La foto es de Agustín Muñoz. ¡Gracias!
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