martes, 11 de mayo de 2010

El ciudadano y su sentido común

La casa de mi abuela en mi pueblo, en la que pasé los últimos años de mi niñez y donde aún vuelvo habitualmente, están en la calle La Huerta. Siempre se llamó así, al menos que yo recuerde, excepto durante unos años en los que alguien decidió cambiarle el nombre. La bautizaron con calle Carrero Blanco. Yo no tenía ni idea de quien sería aquel tipo, pero sí me gustó que unos años más tarde le volvieran a cambiar la denominación; ahora se llamaba calle Juan Carlos I. Ese nombre sí que me hizo ilusión porque sí conocía al protagonista, y sentía cierto orgullo de vivir en una calle con el nombre del Rey de mi país.
Todo esto sucedió durante varias décadas, y a mí, como comprenderéis, me la repampinflaba. En ningún momento me preocupó tanto cambio de denominación, aunque sí que me llamaba la atención, y mucho, el que a pesar de que la calle iba cambiando de nombre cada cierto tiempo, todo el mundo se refería a ella como la calle La Huerta. Y no sólo lo decíamos quienes vivíamos allí y el resto de vecinos del pueblo, sino que hasta muchas cartas llegaban con esa dirección.
Digo todo esto porque estoy viendo un proceso similar, hoy día, en Jaén capital. Alguien ha decidido eliminar del callejero una serie de nombres para sustituirlos por otros. Ellos sabrán las razones, pero yo creo que se trata de algo innecesario. Y no sólo eso sino que además puede ser contraproducente para los ciudadanos pues estamos viviendo cierto desconcierto ya que, quizá sea todavía demasiado reciente, no acabamos de asimilar si la estación de autobuses está en la plaza Jaén por la Paz; o la de trenes en la plaza de La Libertad; o la de aviones en el parque de La Concordia. Es más, en alguna ocasión he sido testigo de que alguien de fuera ha preguntado a un lugareño por alguno de estos lugares, y éste le ha contestado.... ese nombre no existe.
Al final de todo este tipo de cosas el ciudadano, al igual que ocurre siempre con el cliente, es quien tiene la razón, y será él quien decida si este parque se llama de esta o de aquella manera. Por mucho que se empeñen los políticos, quizá demasiado atareados en chorradas y bastante menos en lo realmente importante,.... digo que serán los ciudadanos y su sentido común quienes llamen a las cosas por su nombre.
Por cierto, ¿sabéis cómo se llama actual y oficialmente la calle de mi pueblo en la que está la casa de mi abuela?: calle La Huerta. Pues eso.

1 comentario :

Armenteros dijo...

No creo, amigo Catite, en la inocencia de las actuaciones, ni de las palabras. Si queremos podemos obviar la historia, pero no me parece una buena opción. Soy de la opinión de que un pueblo sin formación, sin cultura, sin conocimiento de su historia es fácilmente manipulable. Aunque a tí no te importe el nombre de una calle, éste suele responder al interés del gobernante de turno, y me gustan más quienes gobiernan nominando un espacio público con palabras como Libertad que con Carrero Blanco, entre otras cosas porque si se conocen ambos términos, no como tú ignorabas de pequeño, seguro que muy pocos apostarían por el segundo nombre. Es bueno que el pueblo sepa a qué responde el nombre de un sitio público y por qué se elige esa nominación y no otra. A mí no me da igual el nombre que le pongan a mi calle. Sinceramente, no me gustaría vivir en la calle Francisco Franco, y sigue habiéndolas.