Hoy es sábado. Por eso, y para que no se me enfade la Milagros, he hecho el sábado. Bueno, más bien ha sido sabadete porque no he limpiado el polvo, barrido, fregado... en todo el piso; sólo en aquellos lugares donde era necesario todo o alguna de esas tareas. Más de uno/una se ha dado con un canto en los dientes porque, por ejemplo, alguien llamó por teléfono esta tarde para ver cómo le había ido a mi esposa. Fui yo quien cogió el teléfono, y nada más decirle que acabábamos de entrar por la puerta, me dijo que llamaría después. Le contesté que no hacía falta, que mi esposa estaba allí mismo, a mi lado, y no tenía ningún problema en ponerse. Sin embargo me reconoció, casi se le escapó, que llamaría más tarde porque lo que quería que le contara, más que el viaje, era -cito textualmente- Cómo se ha encontrado el tema. Y digo que ha pinchado en hueso porque el tema no sólo ha sido aprobado, sino salvado con nota.
Con respecto a la comunión, todo ha salido muy bien. Lucía iba muy guapa, al igual que Guillermo. Sí he vivido los momentos más tensos de todas las vacaciones en los preparativos. Ahora entiendo por qué mi esposa me recrimina siempre que no le ayude con los niños cuando vamos a algún sitio. Hoy lo he vivido en mis carnes. Y eso que empecé a ducharlos a las diez de la mañana (la comunión era a las doce). En teoría da tiempo, pero siempre y cuando hablemos de personas con cierto nivel de responsabilidad; si tratamos con niños de 5 y 8 años la cosa cambia, cualquier situación es propicia para el juego y, por lo tanto, para perder el tiempo. Casi llegamos tarde.
Y el colmo llegó cuando Guillermo se dormía durante la misa. Claro, es que se levantó a las siete y media de la mañana después de una noche complicada porque, tal y como les prometí, en la noche del viernes al sábado dormiríamos los tres en mi cama. ¡Vaya nochecita!. No sabía que estos niños se movían tanto. No volverá a repetirse.
Bueno. Alicia ya está en casa. Ahora le toca a ella contar sus batallitas. Y nosotros estamos deseosos de escucharlas... pero también de contarle las nuestras. O mejor... que lea El Catite.
Con respecto a la comunión, todo ha salido muy bien. Lucía iba muy guapa, al igual que Guillermo. Sí he vivido los momentos más tensos de todas las vacaciones en los preparativos. Ahora entiendo por qué mi esposa me recrimina siempre que no le ayude con los niños cuando vamos a algún sitio. Hoy lo he vivido en mis carnes. Y eso que empecé a ducharlos a las diez de la mañana (la comunión era a las doce). En teoría da tiempo, pero siempre y cuando hablemos de personas con cierto nivel de responsabilidad; si tratamos con niños de 5 y 8 años la cosa cambia, cualquier situación es propicia para el juego y, por lo tanto, para perder el tiempo. Casi llegamos tarde.
Y el colmo llegó cuando Guillermo se dormía durante la misa. Claro, es que se levantó a las siete y media de la mañana después de una noche complicada porque, tal y como les prometí, en la noche del viernes al sábado dormiríamos los tres en mi cama. ¡Vaya nochecita!. No sabía que estos niños se movían tanto. No volverá a repetirse.
Bueno. Alicia ya está en casa. Ahora le toca a ella contar sus batallitas. Y nosotros estamos deseosos de escucharlas... pero también de contarle las nuestras. O mejor... que lea El Catite.
1 comentario :
Bueno, pues yo espero que mi prima lea tu blog, y que se anime a irse entonces unas cuantas veces al año.
QUe a ti por lo que veo esto te ha gustado mucho y a ella me imagino que también le habrà sentado bien un poco de relax.
Y la verdad, que yo creo que esta vez si ha sido la primera la has pasado con nota.
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