Se llama Francisco Gallego. No se si en el futuro llegará a ser una figura en esto del judo, el deporte que practica. Pero a día de hoy sí puedo asegurar que se ha convertido en un referente. Sí, sí, en una persona cuyo ejemplo merece la pena seguir, y eso que tan sólo tiene 13 ó 14 años.
Digo todo esto porque Francisco, a quien no conozco de nada, consiguió el pasado fin de semana la medalla de bronce en el Campeonato de España Infantil de Judo en la categoría de menos de 60 kgs. Un auténtico exitazo alcanzado desde el más absoluto de los anonimatos, y sin más apoyos que el de su trabajo diario y la pasión por un deporte minoritario, casi invisible para la mayoría de los ciudadanos -aquí pita el fútbol y poco más-, que incluso le exige continuos sacrificios diarios, pequeños, quizá insignificantes, pero sacrificios al fin y al cabo y que, pese a todo, asume con gusto.
Hoy Francisco se ha convertido en un héroe, en el Robin Hood de todos aquellos que practican disciplinas deportivas poco seguidas pero que sin embargo son, como los millones de héroes anónimos que han existido a lo largo de la Historia, quienes hacen posible que esa misma Historia pueda escribirse.
No sé si habré sabido transmitiros con estas letras el sentimiento que pretendo manifestar. Seguramente lo consiga más fácilmente con el peazo foto que ha llegado a mis manos. Es el héroe anónimo Francisco en el momento de ganar su medalla de bronce. No hablamos de millones de euros, ni de un piso, ni de un deportivo... no, simplemente una medalla, la última de cuantas se pueden conseguir. Nada más... y nada menos.
Enhorabuena.
Digo todo esto porque Francisco, a quien no conozco de nada, consiguió el pasado fin de semana la medalla de bronce en el Campeonato de España Infantil de Judo en la categoría de menos de 60 kgs. Un auténtico exitazo alcanzado desde el más absoluto de los anonimatos, y sin más apoyos que el de su trabajo diario y la pasión por un deporte minoritario, casi invisible para la mayoría de los ciudadanos -aquí pita el fútbol y poco más-, que incluso le exige continuos sacrificios diarios, pequeños, quizá insignificantes, pero sacrificios al fin y al cabo y que, pese a todo, asume con gusto.
Hoy Francisco se ha convertido en un héroe, en el Robin Hood de todos aquellos que practican disciplinas deportivas poco seguidas pero que sin embargo son, como los millones de héroes anónimos que han existido a lo largo de la Historia, quienes hacen posible que esa misma Historia pueda escribirse.
No sé si habré sabido transmitiros con estas letras el sentimiento que pretendo manifestar. Seguramente lo consiga más fácilmente con el peazo foto que ha llegado a mis manos. Es el héroe anónimo Francisco en el momento de ganar su medalla de bronce. No hablamos de millones de euros, ni de un piso, ni de un deportivo... no, simplemente una medalla, la última de cuantas se pueden conseguir. Nada más... y nada menos.
Enhorabuena.
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