Concluyo hoy la serie de catites que he escrito en torno al I Maratón de Jaén en pista celebrado el pasado domingo, 8 de julio.
Como consecuencia de las diez semanas de plan específico de entrenamiento para el maratón, he exprimido dos de las zapatillas que me han acompañado en los últimos meses.
Las de suela verde, y que están en la parte superior de la imagen, son unas Saucony Zealot que me las puse por vez primera el 20 de febrero del año 2017, y cuyo último servicio lo prestaron el pasado 3 de julio de 2018 con una tirada de 12 kilómetros. Las he usado 16 meses y 13 días, recorriendo con ellas 1.010 kilómetros.
Su uso ha sido para entrenos pero también tienen en su currículo el Maratón de Estocolmo del año 2017, así como las medias maratones de Granada y Córdoba (también del año 2017); durante 2018 corrí con ellas la San Antón y la media maratón de Bélmez-Espiel. Esto además de numerosas carreras de menor distancia.
Han cumplido ampliamente su función pero si os digo la verdad, yo no me las volvería a comprar. De hecho, no lo haré.
Saucony es una marca que me gusta. He tenido varias veces el modelo Triumph que es buenísimo, y en unas rebajas de locura pude adquirir en una ocasión las Cortana; quizá la mejor zapatilla que he usado. Compré las Zealot precisamente por eso, porque la marca dejaba de fabricar las Cortana, y decía que las Zealot eran sus sustitutas. ¡¡Ni de coña!!.
Estas Saucony Zealot ISO tienen una amortiguación un tanto rara. Cuesta acostumbrarse a ella, y cuando las comparas con otras como las NB que os muestro también en la foto, la sensación de confort de las NB es muy superior. Y nada que ver con las excelentes Cortana.
Me gusta mucho de las Zealot que pesan muy poco, son ideales para realizar series, pero cuando las someto a largas distancias el pie no va cómodo. Quizá sea porque yo rondo los 79-80 kgs, pero recuerdo que en su día leí que iban bien para corredores de ese peso.
Seguramente pensaréis que qué más se le puede pedir a unas zapatillas con las que has corrido más de 1.000 kilómetros... y tenéis razón, pero dada la oferta que hay hoy día en el mercado, yo me decanto por otras con las que me sienta más cómodo.
Las zapatillas de color azul que aparecen en la foto son unas New Balance 1080 V5. Las compré en la Feria del Corredor de la San Antón 2017, pero no me las puse por vez primera hasta el 18 de marzo de ese mismo año. Lo último que he corrido con ellas fue el Maratón de Jaén del pasado domingo, y en total he recorrido con ellas casi 912 kilómetros. Además del Maratón de Jaén de este año 2018, las he usado para otras carreras de menor distancia, y especialmente para entrenamientos.
La New Balance 1080 es uno de los modelos que más he usado en los más de 20 años que llevo corriendo; de hecho, las empecé a utilizar cuando tenían otro nombre, y he seguido adquiriéndolas a medida que la marca cambiaba su denominación. New Balance es sinónimo de compra segura, de no equivocarte, y aunque el drop es algo superior a lo que ya empiezo a acostumbrarme, las zapatillas tienen una amortiguación de dulce por la que parece que no pasan los kilómetros por muchos que les metas.
Ya digo que la 1080 es un claro ejemplo de gran zapatilla, competitiva, y de alta calidad, pero tanto este modelo, el V5, como el anterior, el V4, tienen algo distinto. No sé cómo explicarlo, pero mi comodidad a la hora de usarlas ha sido peor que con modelos anteriores. Quizá sea porque a la vez que las usaba, la otra zapatilla que tenía era la Saucony Cortana, y ahí la diferencia sí que es grande.
No tengo más remedio que estar agradecido por su trabajo tanto a la Saucony Zealot ISO como a la New Balance 1080 V5; es lo de menos tras haber sufrido con cada una de ellas 1.000 kilómetros. Seguiré adquiriendo las dos marcas, aunque sí os aseguro que la Zealot no volverá a estar en mi armario, mientras que sí seguiré confiando en la 1080, o como se llame en el futuro.
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