Mamma Mía!: una y otra vez es uno de esos raros ejemplos que existen en los que segundas partes no desmerecen a la primera.
Debo reconocer que con Mamma Mía no puedo ser objetivo. Siempre me ha gustado la música de Abba, y quedé alucinado con el musical Mamma Mía que presencié en Jaén en el año 2010. Desde entonces he procurado verlo todo. La película -a raíz del musical- la he visto un millón de veces, y en cuanto supe de la existencia de una segunda parte, ahí he estado.
Hay que tener claro que no estamos ante una película que destaque por su profundidad de mensaje, o por ser una obra maestra de la historia del cine. Se trata de algo tremendamente entretenido, para pasarlo bien, incluso acabas con la moral por las nubes, y además disfrutas con la música de Abba, y viendo interpretar las canciones por gente tan poco habitual en estas lides como Pierce Brosnan o la propia Meryl Streep.
Ya digo que disfruté, y mucho, con la primera película. A esta segunda parte tampoco le pedía demasiado, pero sí que no me defraudara, o que al menos no tirara por tierra el buen sabor de boca que me dejó su antecesora. Me conformaba con que estuviera a la altura, y sinceramente no sólo lo está sino que no sabría deciros cuál de las dos es mejor.
Sophie (Amanda Seyfried), hija de Donna (Meryl Streep), ha concluido el sueño de su madre: convertir en un coqueto y atractivo hotel una casa abandona en un lugar perdido de una isla griega. La película gira en torno a la fiesta de inauguración a la que están invitadas numerosas e importantes personas de la sociedad, pero a la que no podrán asistir por cuestión de trabajo dos de los tres padres de Sophie, y su marido, que son realmente los más importantes para ella.
Donna murió hace un año, y por eso es aún más importante para Sophie que todo salga bien. La historia alterna los devenires de una inauguración muy bien pensada pero ante la que surgen numerosos problemas, con un viaje al pasado, al por qué Donna llega a Grecia, y cómo conoce a los tres padres de su hija. Una excelente Lily James interpreta a la joven Donna que casi nos hace olvidar a Meryl Streep.
Esta segunda parte mantiene el nivel musical de la primera, y además está cargada de humor, de gags, también de relaciones interpersonales, de amor, desamor, amistad...
Cher y Andy García son dos de los principales ganchos que utilizan los promotores de la cinta para promocionarla. Aunque su presencia es más bien forzada, vienen a representar un punto exótico y atractivo de la película.
Yo he disfrutado tanto o más que con la primera. No os la perdáis porque os hará pasar un rato tremendamente agradable.
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