Hoy, 13 de febrero, es un gran día: el Día de la Radio.
Desde hace ya algunas jornadas los medios de comunicación se hacen eco de esta efeméride; especialmente emisoras de radio, aunque el debate se extiende a todos los ámbitos. La tónica general es analizar el estado actual de la radio, e intentar adivinar o predecir por dónde pasa su futuro. Hay quien cuestiona, incluso, si tiene futuro.
La radio no se encuentra ni en mejor ni en peor posición que cualquier otro medio. Ante todos los medios tradicionales se presenta el reto de cómo asumir las nuevas tecnologías, los nuevos gustos de la población, sus nuevas formas de aproximarse a las noticias, a cuanto ocurre en su entorno (que cada vez es más amplio). Y en este punto la radio está, como mínimo, en igualdad de condiciones que los demás. Digo "como mínimo" porque podría encontrarse incluso en mejor posición que otros porque la radio es tan fácil de hacer, tan barata, y cada vez cuenta con tantas posibilidades gracias a los avances técnicos... que a lo mejor el futuro es suyo.
La clave está en adaptarse a los tiempos, pero eso ya lo ha hecho siempre. Sirva como ejemplo aquella época en la que todos auguraban su desaparición porque llegaba algo que se llamaba televisión. Fallaron las previsiones. Ahora existen otros peligros, pero igual no son tales, y en lugar de una amenaza se convierten en una ventaja.
Al margen de modas, tecnologías, tendencias... lo que siempre ha sido, es y será necesario en la radio son las historias. En la radio y en cualquier otro medio de comunicación. La historia es imprescindible poruque es lo que marca la diferencia entre quienes sobreviven y quienes caen: contar buenas historias.
Y quizá las mejores historias las encontremos en lo más próximo. Al ciudadano cada vez le importa más cuanto ocurre a su alrededor. Nos bombardean con noticias del resto del país o del mundo, y lo local queda marginado porque es costoso. Los periódicos y las televisiones, que en un tiempo apostaron por cuadernillos o programas regionales, han optado finalmente por reducirlos casi a su mínima expresión por razones exclusivamente de rentabilidad económica.
Esa tendencia también llegó a la radio, y sigue expandiéndose. Es más rentable en dineros tener a un redactor y un técnico en una sede central ofreciendo una programación nacional, que tener a 52 redactores y 52 técnicos ofreciendo la programación local en cada provincia. Las radios, que en el fondo son empresas, priman ese valor económico al otro, al local... y lo entiendo. Quizá son los medios públicos quienes deben cubrir ese espacio porque su origen y su fin no es ganar dinero sino ofrecer un servicio público. Es decir, llegar a donde no llega lo privado simplemente porque no es rentable. En este sentido, la radio quizá viva su peor época.
En días como este me acuerdo de Fernando Arévalo. Uno de los más grandes nombres que ha dado la radio de Jaén. Recuerdo cuando en aquellos tiempos en los que veía el declive de la radio local, un monstruo como él me miraba a mí, apenas un chavea que empezaba, y me reconocía la endivia que decía yo le provocaba. Su frase era algo así como que... "Cada vez me quitan más tiempo para hablar de Jaén, y vosotros, en Ondajaén, tenéis las 24 horas del día para hacer lo que queráis".
Qué razón tenía Fernando. Tanta que el tiempo no sólo se la ha quitado sino que la ha reforzado.
¡¡Viva la radio... también la local!!
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