Ayer fui al cine y tuve una sensación extraña. No sé si porque era la primera vez en bastantes años que la sala estaba prácticamente llena, o porque -aunque me parezca extraño incluso a mí- no me molestaban los continuos comentarios que realizaba la mayoría de los espectadores sobre lo que ocurría en la pantalla. Y mira que esto último me jode. Aunque quizá la respuesta esté en que no es lo mismo ver Bambi 2, Un Chihuahua en Beverly Hills, G-Force, Up... que Luna Nueva.
La primera parte de esta cuatriología la vi en DVD, y la segunda en el cine (ayer). Todo un fenómeno editorial que está teniendo un espectacular éxito en su versión cinematográfica. Yo no he leído ninguno de los libros, y por lo que he visto en las películas, creo que la decisión ha sido acertada. Ni lo he hecho, ni lo haré.
Quizá sea el pertenecer a otra generación, o no sé, pero lo cierto es que no entiendo muy bien cómo puede tener tanto poder de atracción un tipo blancuzo y pajizo, con cara permanente de malafollá, y que, para más inri, el actor que le da vida en el cine ha reconocido que en la vida real es un poco guarrete. Y sin embargo no hace más que aparecer en pantalla -casi siempre a cámara lenta y con música sugerente- y empieza a subir la temperatura en la sala; al menos así se desprende de lo que se oye por allí.
Me parece mucho más interesante el espectáculo que ofrece el indio, marcando -y de qué manera- músculo, así como un color tostado natural que es la envidia de cualquiera. Además, es un hombre lobo, y donde se ponga el hombre lobo -tipical hispanish- no se pone un vampiro -ni el fútbol- en su vida.
La cosa no hay por donde cogerla. Sólo me divierte el pensar que la chavala se enamora de un vampiro y de un hombre lobo. Ya es mala suerte.
También me gustó bastante el final de esta segunda parte de la saga: fuerte suspiro de todas, y aplauso generalizado.
Quizá sea el pertenecer a otra generación, o no sé, pero lo cierto es que no entiendo muy bien cómo puede tener tanto poder de atracción un tipo blancuzo y pajizo, con cara permanente de malafollá, y que, para más inri, el actor que le da vida en el cine ha reconocido que en la vida real es un poco guarrete. Y sin embargo no hace más que aparecer en pantalla -casi siempre a cámara lenta y con música sugerente- y empieza a subir la temperatura en la sala; al menos así se desprende de lo que se oye por allí.
Me parece mucho más interesante el espectáculo que ofrece el indio, marcando -y de qué manera- músculo, así como un color tostado natural que es la envidia de cualquiera. Además, es un hombre lobo, y donde se ponga el hombre lobo -tipical hispanish- no se pone un vampiro -ni el fútbol- en su vida.
La cosa no hay por donde cogerla. Sólo me divierte el pensar que la chavala se enamora de un vampiro y de un hombre lobo. Ya es mala suerte.
También me gustó bastante el final de esta segunda parte de la saga: fuerte suspiro de todas, y aplauso generalizado.
1 comentario :
Si es que como Titanic no hay ná...
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