miércoles, 27 de agosto de 2008

Cuaderno de bitácora (a Jesús): la víspera

Jaén, nueve y pico de la mañana.

En cumplimiento de mi promesa, comienzo hoy este diario vacacional cuyo único objetivo es vengar los dientes largos que me pusiste los meses pasados cada vez que presumías irte de vacaciones –una tras otra, sin descanso- mientras algunos no teníamos más remedio que permanecer en el secano de nuestro mar de olivos. Ahora cambian las tornas y, como donde las dan las toman, te hago receptor de una relación epistolar que será diaria, concluirá entrado el mes de septiembre, y comienza tirando de época: Ante todo sepa Vuesa Merced que Estoy bien, gracias a Dios, y que espero que al recibo de la presente Vuacé tambien se encuentre bien de la salud y la hacienda, que corren tiempos revueltos para ambas cosas y es menester el cuidar ambos a un tiempo.

No es hasta mañana cuando parto hacia un destino que intuyes, sobre el que tienes cierto conocimiento, pero que te desvelaré definitivamente día a día, etapa a etapa. Te transmitiré la buena nueva cada noche para así poder contarte con detalle las experiencias vividas.

Comienzo este Cuaderno de bitácora hoy por dos razones:

La primera, porque es la víspera de la partida. En principio tendría poco interés, pero los últimos acontecimientos, y la preocupación constante que mi madre se encarga de transmitirme, hace que aborde con cierta cosilla el montarme en un avión. Es la segunda vez en mi vida que lo hago, y vaya el ojo que he tenido para elegir la fecha. Sé que es el medio de transporte más seguro, con diferencia; y también entiendo que los últimos accidentes e incidentes ocurridos, a pesar de parecer muchos, son un número insignificante en comparación con los miles de vuelos diarios que tienen lugar en España, Europa y el resto del mundo. Pero, qué quieres que te diga, ante tal panorama, y el hecho de abordar un recorrido de los que ya han tenido problemas, te hace sentir cosquillillas en la barriga y en algún que otro lugar, aunque la compañía no sea la misma. Me encomendaré a San Isidro.

La segunda, que hoy es tu cumpleaños. Y qué mejor forma de felicitarte que ésta: la carta (el elemento clásico de comunicación entre los enamorados). Lo suyo hubiera sido hacerlo en verso, pero no llego a tanto; de ahí que opte, para finalizar, por recordarte unas palabras del capitán Alatriste: Es bueno estar vivo, al menos un rato más, en un mundo donde nadie regala nada; donde todo se paga antes, durante o después. Así que algo habré pagado. Ignoro cuánto y cuándo, pero sin duda lo hice, si ahora la vida me concede este premio.

¡¡¡FELICIDADES!!!

1 comentario :

Anónimo dijo...

DECIRTE COMPAÑERO QUE NO HAS DE TEMER POR TU AVENTURA EN LOS CIELOS, NO HAY TEMOR QUE CON
UNA RACIÓN DE ORFIDAL PERDURE. VEO QUE HAS CUMPLIDO TU PALABRA Y HAS EMPRENDIDO TU VIAJE
HACIA NUEVOS HORIZONTES CON PAPEL Y PLUMA. ESTARÉ A LA ESPERA DE RECIBIR VUESTRA
CORRESPONDENCIA.
SIN MÁS, RECIBID UN CORDIAL SALUDO DE UN HUMILDE COMPAÑERO.