domingo, 11 de enero de 2009

Derrotado por las tendencias

Estos días he estado de Rebajas. Las afrontaba con mucha tranquilidad porque sólo quería comprar unos vaqueros, y sin embargo he acabado vencido.
Sabía que no sería fácil encontrarlos como a mí me gustan, es decir, azul clarito y normales; esto es, sin rotos, descosidos, anchos de más, ceñidos de menos, campaneros, con flores, lavados, arrugados.... en tres palabras:
NOR-MA-LES.
En otras ocasiones ya he tenido problemas, pero finalmente encuentro lo que quiero.
Me encaminé hacia las tiendas en las que antes solía comprar bastante, pero mucho ha cambiado la cosa en Pull&Bear y Springfield; en una de ellas la dependienta me dice que ahora mismo no le quedan... ¡A mí me lo vas a decir, si hace años que se te acabaron!. Continúo la romería por el centro y, tras varias horas de búsqueda infructuosa, llego a la conclusión de siempre: sólo hay dos opciones. La primera, ir a donde todos sabemos y comprar unos por 9 euros. La segunda, ir a donde todos sabemos y comprar unos por 100 euros.
Lo primero lo descarto porque no me infunde mucha confianza la calidad que pueda tener, y la segunda también porque yo no me gasto ¡ni muerto! 100 euros en unos pantalones (NOTA: sirva como referente que el traje de novio me costó 16.000 pesetas).
Al final acabo en la tienda esa grande que han abierto hace poco rebuscando entre un par de montones, y una vez aclarado con el dependiente de que la oferta de UNO, 29,95 euros, y DOS 59,90 euros, está equivocada. Para aprovechar la Rebaja compro uno negro -también para cambiar, siguiendo el consejo de mi esposa- y otro como a mí me gusta. Tras media hora haciendo cola, y en el momento de pagar, el dependiente me quiere cobrar más de la OFERTA. Me quejo y me aclara que he elegido uno que entra, pero otro que no, y por eso me carga el plus. Me resisto a pagar más, y so pena de volver a pasar hambre haciendo cola -la hora de cenar pasó hace ya rato-, vuelvo rápidamente al montón, busco insistentemente pero no doy con lo deseado (y eso que tenía la asistencia de otro dependiente conocedor de mi problema). Finalmente, y para no acabar en estado sock por el tiempo malgastado en nada, opto por coger casi lo primero que pillo, pagar y largarme a mi casa.
Lo que iba a ser la compra de unos simples vaqueros -como a mí me gustan-, se ha convertido en casi la búsqueda del Santo Grial, que finalmente acaba con comprar lo que te imponen las modas y no lo que tú quieres.
¡¡¡SERÁ POSIBLE!!!
Es la última vez que me pasa.

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