miércoles, 17 de junio de 2009

La cultura del anónimo

No es nada nuevo eso de tirar la piedra y esconder la mano. En mi opinión se trata de una práctica que debería abolirse casi por Ley, porque las cosas hay que decirlas a la cara; y si no, pues no decirlas. No queda nada bien el esconderse detrás de las cortinas para insultar. Entiendo que quien hace eso, el anonimato mal entendido, lo hace porque no tiene la conciencia muy tranquila, o simplemente porque es menos hombre o mujer que lo que la no siempre sabía Naturaleza le otorgó con el simple hecho de venir a esta vida y a este mundo.
Internet es, desde su creación, un foro en el que se ha potenciado mucho este tipo de prácticas. Incluso en El Catite hemos sufrido su azote en alguna ocasión. Pero eso ya es pasto del pasado. Creo sinceramente que hemos conseguido un tono interesante -llamémosle así- pues se dicen muchas cosas pero nunca desde la ofensa. Hay quien sigue optando por el anonimato, y aunque ni lo entiendo ni lo comparto, sí que lo respeto cuando se hace de manera honesta.
Ya digo que en los últimos catites se ha generado cierto debate en torno a asuntos peliagudos, y donde todo el mundo ha aportado su punto de vista con total normalidad y sin insultar a nadie. Con críticas más o menos ácidas, con mucha o poca ironía... pero siempre dentro de la corrección que aquí buscamos.
Mi agradecimiento a todos por ello. A todos quienes lo hacen. Y mi más sentido pésame a esos otros, pocos pero sigue habiéndolos, que siguen escondiéndose -eso ya les define- porque su único argumento es el insulto. Un insulto de mal gusto, con intención ofensiva, hiriente... pero lo que ocurre es que no ofende quien quiere sino quien puede. Y, como comprenderéis, poca autoridad tiene para descalificar quien ni siquiera se atreve a dar la cara para hacerlo.
Estos son los principios y valores de El Catite. A quien le parezcan correctos, bienvenido será. A quien no, y prefiera el juego sucio, siempre tendrá estas puertas cerradas, aunque también estoy seguro de que siempre tendrá abiertas las puertas de las cloacas para poder seguir chapoteando en ellas.

1 comentario :

Armenteros dijo...

Casi todos los que escribrimos hemos sufrido alguna vez esos "anómimos". Para mí, los más ruines son aquellos que escriben no con afán de dar su opinión o hacer una crítica constructiva, sino por el simple hecho de hacer daño. Nunca he comprendido que consiguen con ello. Distinto es quien da una opinión sensata, pero que puede acarrearle algún problema personal. Es la opinión que da quien no goza delibertad de expresión por miedo a represalias laborales, personales, familiares...