"Me han tangado". Ese fue uno de los últimos pensamientos de un chaval de mediana edad que no hace muchos meses fallecía a causa de la peste que tanto daño está haciendo desde el pasado siglo XX.
Moría joven, dejando viuda e hijas de corta edad. Tras pocos meses, demasiado pocos -o quizá fueron una eternidad- luchando contra su enfermedad, y aún sin perder la esperanza de ganar la batalla, quizá se dio cuenta de que la cosa no iba bien, y fue cuando pensó que "me han tangado". No se refería a los médicos por haberle aplicado -tal vez o tal vez no- el tratamiento inadecuado, o no el mejor posible. No se refería al sistema sanitario por no poder hacer algo más por él. No se refería a los investigadores que no logran una cura. Hablaba de la vida. La vida le había tangado. No era justo que alguien así muriera tan joven, tan rápido, tan lleno de vida, con tantos proyectos por hacer, siendo tan necesario para su familia... Era una estafa en toda regla, la peor que nadie puede sufrir.
No era justo. No es justo. Nunca será justo.
Hoy, hace apenas unas horas, han tangado a Ana Rosa.
Se la ha llevado una de esas que llaman enfermedades raras. De las que afectan a muy pocas personas, y por ello no resulta rentable investigarlas. Aunque no sé bien cuánto cuesta la vida de un ser humano.
Se la ha llevado pero le ha costado porque Ana Rosa se ha resistido hasta el último momento como esa grandísima luchadora que era; ha disfrutado hasta el último segundo las cosas buenas de la vida que son las más insignificantes pero realmente las más importantes.
Hablé con ella por última vez hace... ¡8 días! Me enreó en su enésimo proyecto. Se llamaría Esencia. ¡Qué bonito! A mí ya me tenía -como, supongo, a tanta otra gente- porque era imposible darle un no por respuesta.
8 días antes de morir... y seguía inventando
¡¡Joder!! ¡¡Nos han tangado a todos!!
Por cierto. Que San Pedro se agarre los machos porque le va a poner el cortijo patas arriba. Aunque, cuando pasan cosas como esta me pregunto si realmente hay alguien o algo ahí arriba.
Se la ha llevado una de esas que llaman enfermedades raras. De las que afectan a muy pocas personas, y por ello no resulta rentable investigarlas. Aunque no sé bien cuánto cuesta la vida de un ser humano.
Se la ha llevado pero le ha costado porque Ana Rosa se ha resistido hasta el último momento como esa grandísima luchadora que era; ha disfrutado hasta el último segundo las cosas buenas de la vida que son las más insignificantes pero realmente las más importantes.
Hablé con ella por última vez hace... ¡8 días! Me enreó en su enésimo proyecto. Se llamaría Esencia. ¡Qué bonito! A mí ya me tenía -como, supongo, a tanta otra gente- porque era imposible darle un no por respuesta.
8 días antes de morir... y seguía inventando
¡¡Joder!! ¡¡Nos han tangado a todos!!
Por cierto. Que San Pedro se agarre los machos porque le va a poner el cortijo patas arriba. Aunque, cuando pasan cosas como esta me pregunto si realmente hay alguien o algo ahí arriba.
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