Llevo toda la vida teniendo un mal concepto de Maquiavelo, y utilizando el adjetivo "maquiavélico" en sentido negativo. Pues esto ha cambiado de manera radical desde que acabo de leer El Príncipe (Maquiavelo, Nicolás. Evergreen. Barcelona. 2007).
Me parece una obra maestra, que va más allá del contexto histórico en el que se escribió, que trasciende épocas pero también ámbitos de aplicación porque no creo que su desarrollo deba limitarse al hacer del Príncipe, entendido éste como (según encontramos en la Introducción, obra de Cary Nederman) "... el gobierno de una única persona, un hombre por lo general, si bien era aplicable también a reinas y otras mujeres en posesión de poder".
Pero -seguimos con la Introducción- no se trata de un Príncipe cualquiera sino tocado por "... la virtù (palabra que podría traducirse al español actual como 'talento', 'capacidad', 'habilidad' o 'competencia', pero no como 'virtud' en su acepción ética), un rasgo de la personalidad que requiere una flexibilidad moral rara vez al alcance de la psicología humana. El gobernante dotado de virtù no podía permitirse el lujo de certidumbres o probidades morales".
Nicolás Maquiavelo nació en Florencia el 3 de mayo del año 1469. Pensador político, destacó especialmente en la vida pública a partir del año 1498 al ser nombrado segundo canciller de la república de Florencia. Él ya había sido uno de los defensores de la constitución republicana de que se había dotado Florencia en el año 1494, una vez que la familia Medici se vio obligada a abandonar el poder.
Maquiavelo destacó a partir de entonces y durante 14 años por su frenética actividad diplomática, algo que se truncó radicalmente con la vuelta de los Medici en el año 1512. Maquiavelo cayó con el régimen, fue depuesto y condenado a una especie de exilio interior. Llegó a ser encarcelado y torturado, y finalmente se retiró a su granja a las afueras de Florencia donde se volcó en la actividad literaria.
En este contexto de una vida venida a menos, y según se deduce de las muchas cartas que escribió, Maquiavelo se dedicó de manera constante a intentar regresar al servicio activo del Gobierno de Florencia.
El Príncipe, según alguna teoría que ha hecho fortuna, sería una acción más para conseguir su objetivo; el libro estaba pensado para ganarse la confianza de los Medici, de ahí que Maquiavelo lo dirija, en la dedicatoria, "al Magnífico Lorenzo de Medici", cabeza en aquel momento de la rama florentina de los Medici.
El propio autor define su obra como "un librito" con el que pretendía "debatir en qué consiste una principalidad, cuántas clases existen, cómo se obtienen, cómo se mantienen y cómo se pierden".
Maquiavelo parte de que el objetivo del Príncipe es siempre conservar su Estado, y a partir de ahí describe lo que debe hacer, y también evitar, para lograrlo.
Mussolini definió El Príncipe como un "vademecum para estadistas", y seguramente así sea porque las lecciones que cualquier dirigente o aspirante a dirigir recibe son impagables. Yo iría más allá, y creo que se trata de un auténtico tratado sobre política, pero también sobre la vida. Aunque la época y el contexto histórico -y personal de Maquiavelo- hacen que a primera vista sea una guía para el arte de la guerra, si miramos el sentido de cada idea más allá de lo que dicen las palabras, encontramos una guía imprescindible para recorrer cualquier ámbito laboral, familiar, personal, profesional, empresarial, etc.
Maquiavelo no nos aboca irremediablemente al uso de las malas artes, simplemente nos muestras las que hay (las malas y también las buenas) y explica el uso que hay que darle a cada una de ellas para alcanzar el objetivo deseado: conseguir y mantener el poder. A partir de ahí, del conocimiento, cada uno es dueño de sus actos y por supuesto heredero de sus consecuencias.
Os pongo varios ejemplos:
1.- Maquiavelo habla de varios tipos de tropas que puede utilizar el Príncipe: mercenarias (pagadas), auxiliares (otro Príncipe nos presta su apoyo) y propias. Su conclusión es que más vale perder con tus tropas que con las de otro.
2.- "... ofreciéndose David a Saúl para combatir contra Goliat, héroe de los filisteos, el rey lo armó con sus propias armas para darle valor; pero David, tras ponérselas, las rechazó diciendo que con ellas no se podía valer por sí mismo y que quería hacer frente al enemigo con su propia honda y su propio cuchillo". La conclusión de Maquiavelo es que "En fin, las armas de otro o te vienen grandes o te pesan o te oprimen".
El libro está plagado de ejemplos tan sabrosos como estos, de ahí que me haya fascinado de tal forma que está ya entre mis referentes; algo que conlleva obligadas relecturas.
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