Apenas si llevo diez días con el plan de entrenamiento que culminará en el Maratón de Valencia, allá por el mes de noviembre, y me estoy encontrando con más dificultades de las previstas.
Entre los corredores no se tiene demasiado gusto por los maratones de otoño porque hay que prepararlos en pleno verano, y hace mucho calor. Aunque la calor no es lo peor, sino la época: vacaciones.
No es la primera vez que yo afronto un reto así en estas fechas -de hecho mis cuatro maratones han sido siempre entre septiembre y diciembre-, es decir, tengo cierta experiencia. Sin embargo, y a pesar de estar de vacaciones, por lo que tengo mucho tiempo para hacer lo que necesite, no consigo perder los kilillos que quiero dejar atrás, y la razón está en la gastronomía. Estoy comiendo bastante, y sobre todo... BEBIENDO!!!
La última prueba la tenéis en la fotografía de la derecha. Es de anoche mismo. ¿Cómo resistirse a una tentación así? Imposible.... o casi. Sólo cayeron dos por cabeza, aunque reconozco me quedé con las ganas de seguir.No es la primera vez que yo afronto un reto así en estas fechas -de hecho mis cuatro maratones han sido siempre entre septiembre y diciembre-, es decir, tengo cierta experiencia. Sin embargo, y a pesar de estar de vacaciones, por lo que tengo mucho tiempo para hacer lo que necesite, no consigo perder los kilillos que quiero dejar atrás, y la razón está en la gastronomía. Estoy comiendo bastante, y sobre todo... BEBIENDO!!!
La cruda y dura realidad llegó esta misma mañana. Después de 13 kilómetros, la báscula sigue estando como la famosa prima de riesgo: por las nubes.
Lo dicho, agosto está siendo difficoltoso.
No hay comentarios :
Publicar un comentario