domingo, 7 de septiembre de 2008

Cuaderno de bitácora (a Jesús): esto es muy grande. Demasiado

CRÓNICA DEL MARTES, 2/09/08

Hoy, nuevo madrugón para ver...... ROMA. Llegamos temprano a Civitavecchia, y desde allí unos 40 minutos en tren hasta la capital. El barco se va a las seis y media de la tarde, por lo que resulta imposible verlo todo. Imposible, no ya en un día, sino en una semana. Por eso, nos lo tomamos con filosofía y sin demasiadas complicaciones.
Recé en la Capilla del Santísimo del Vaticano, tiré una moneda y pedí un deseo en la Fontana Di Trevi, y me sentí Máximo en el Coliseo. Esto es demasiado grande, demasiado importante, y un día es demasiado poco tiempo. Tengo que volver pero con mayor tranquilidad. Es mi compromiso. Quizá sea contigo.
Regresamos al barco cansadísimos. Unos van a la cama, otros a comer, pero yo prefiero tomar algo rápido y relajarme en el jacuzzi de agua caliente de cubierta. El agua burbujeante me cubre hasta el cuello, y lo templadita que está hace que me quede frito en unos segundos. Media hora de siesta placentera -más propia de Dioses que de mortales- que se ve interrumpida bruscamente porque la abuela portuguesa que había sentada a mi lado, en lugar de salir por la escalera que tenía más cercana, optar por rodear el centro del jacuzzi y, al llegar a mi latura, no se da cuenta de que tengo las piernas estiradas; el tropezón no sólo me hace bajar del paraíso sino que del susto, la pobre casi se ahoga (afortunadamente no ha sido necesario que le haga el boca a boca).
Cenando he tomado una cerveza belga llamada Stela; está buenísima. La mejor de las probadas hasta ahora (33 cl, y 5,5 dólares).

P.D. El capuccino de Roma está mejor que el de Florencia.

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