jueves, 27 de febrero de 2020

Sorprendido y encantado

Tanto Juan Armenteros como Cayetano coincidieron en el día de la presentación de En la sala de espera (Quintana Garzón, Rafael. El ojo de Poe. 2019) que les había sorprendido que el bueno de Rafa hubiera escrito algo así. Cuentos para niños, cuentos fantásticos salidos de la mente y la pluma de una persona que no aparenta ese tipo de escritura. Tras leerlo, coincido con ellos.
Rafa Quinta es un periodista que lleva toda la vida contando lo que pasa en su tierra: Jaén. Es un escritor de noticias que después cuenta a través de RNE, de la actualidad, con rapidez, sin tiempo para pararse a pensar demasiado.... un notario del día a día.
En la sala de espera es todo lo contrario. Como indica el subtítulo, se trata de ocho cuentos sin azúcar añadido.
El hilo conductor de las ocho historias es el lugar donde se cuentan: la sala de espera del médico. Pero también coinciden las personas a quienes se les cuentan: niños.
Si me hubieran dicho que Rafa Quintana iba a escribir un libro, me habría jugado la mitad de mi reino a que sería una historia relacionada con la actualidad, de denuncia social, de trama política... pero jamás unos cuentos.
Me sorprende eso, pero me sorprende aún más lo bien que lo hace; incluso me siento identificado tanto ocupando el papel de narrador como el de quien escucha. Creo que Rafa es algo mayor que yo, pero juraría que somos casi de la misma quinta; quizá sea por ello por lo que siento mías sus historias: he imaginado en multitud de ocasiones una pared que se abre descubriéndome una cueva secreta secreta llena de fantasía; que me meto en el interior de alguien y vivo su momento a la vez que la otra persona vive el mío; quién no ha hablado alguna vez al revés.... ¡¡¡si lo hicieron hasta en un capítulo de Verano Azul!!!
Se trata de historias increíbles que se hacen mágicas cuando algún elemento apunta a que podrían ser reales... siempre en la mente de un niño, por supuesto, que es donde más pureza podemos encontrar, en los niños independientemente de cuál sea su edad.
Cuando empiezo a leer, y una vez me repongo de mi sorpresa, quiero leerlos todos sin parar, pero me obligo a leer uno al día para disfrutarlos de manera más intensa, saboreando el del momento pero también el que llegará al día siguiente... quizá con la esperanza de que nunca acabe, y pese a que se anuncian ocho cuentos sin azúcar añadido, "ojalá tras la última página, al pasarla, encuentre otra donde empiece otro cuento; y después, otro; y otro, y otro...".
Sorprendido e identificado. Así me siento. 
Enhorabuena, Rafa. Ya estoy esperando el siguiente.

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