Nunca me llamó la atención ir a ver Lemans 66, pero un tweet hizo cambiar mi opinión. Leí a Arturo Pérez Reverte que la había visto, y aunque se le hizo un poco larga de metraje, destaca a Christian Bale. Y lo hacía de una manera que me tocó la fibra sensible. Decía que Bale estaba a la altura de Clint Eatswood, si no lo había superado ya.
¡¡¿¿Cómo??!!
¡¡¿¿Cómo??!!
Para mí Eastwood es lo más parecido a Dios que existe en este planeta cuando hablamos de cine, y que Reverte dijera eso, teniendo en cuenta que lo admiré como periodista y lo admiro como escritor, fue casi una orden para ver la película. Lo hice esta semana, y la verdad es que ha sido toda una delicia. Es una ¡¡PELICULACA!!, que diría mi amigo y compañero Rafa Rus.
Los amantes del motor seguro que no han faltado a la cita. Yo no fui precisamente por eso, porque no me atrae esa temática. Sin embargo, Lemans 66 es una película de carreras de coches, sí, pero también de una carrera muy particular: la de la vida; quizá la más dura de cuantas existen.
La cinta cuenta la historia de uno de los mejores pilotos de la historia, Ken Miles (Bale), de quien yo no sabía siquiera de su existencia. Sin embargo, me ha parecido más que interesante y digna de conocer.
Bale, un virtuoso de los coches de carreras, tiene una vena de persona indomable y rebelde que le impide triunfar en aquello que ama. Ahí entra Matt Damon. Como representante de Henry Ford II (propietario de la todopoderosa marca automovilística Ford), busca montar un equipo de carreras para ganar las 24 horas de Lemans, y arrebatar el reinado a Ferrari.
La película cuenta el difícil, complejo, costoso... proceso que deben afrontar todos para conseguir su objetivo, aunque no es la única historia; de hecho, a mí me resultan más interesantes las batallas imprevistas que los protagonistas deben afrontar, y que son mucho más duras de pelear. Hablamos, por ejemplo, de enfrentarse a ejecutivos sin escrúpulos que no permiten que nada ni nadie se interponga en sus intereses personales, ni siquiera los de la propia empresa. También es duro rendirse a la evidencia de que tu pasión, lo que te da ganas para seguir viviendo y respirando, no te da de comer ni a ti ni a tu familia, y por ello debes apartarla y buscar un trabajo realista que sí cubra esas necesidades.
Pero Lemans 66 tiene un mensaje muy superior a todos los anteriores: es necesario hacer las cosas con pasión. Igual eso no te lleva al éxito, pero por lo menos disfrutas durante el camino. La pasión es la clave, eso que tanta falta hace, y que tan poco vemos.
La amistad y la confianza en el amigo es otra de las lecciones que nos explican en Lemans 66. Amistad por encima de casi todo lo demás, incluso cuando algún revés la pone en cuestión.
En relación a la comparación de Reverte entre Bale y Eastwood, me parece aún prematura. Cierto que Bale hace un papelón, lo borda, y me recuerda muchísimo algunas interpretaciones de Eastwood; incluso me da la sensación que busca ser su heredero. Pero hoy por hoy creo que Eastwood sigue estando en la cima, aunque reconozco que he encontrado a un posible sucesor. Lo seguiré a partir de ahora.
Yo, de vosotros, no me la perdería. La película, digo.
Pero Lemans 66 tiene un mensaje muy superior a todos los anteriores: es necesario hacer las cosas con pasión. Igual eso no te lleva al éxito, pero por lo menos disfrutas durante el camino. La pasión es la clave, eso que tanta falta hace, y que tan poco vemos.
La amistad y la confianza en el amigo es otra de las lecciones que nos explican en Lemans 66. Amistad por encima de casi todo lo demás, incluso cuando algún revés la pone en cuestión.
En relación a la comparación de Reverte entre Bale y Eastwood, me parece aún prematura. Cierto que Bale hace un papelón, lo borda, y me recuerda muchísimo algunas interpretaciones de Eastwood; incluso me da la sensación que busca ser su heredero. Pero hoy por hoy creo que Eastwood sigue estando en la cima, aunque reconozco que he encontrado a un posible sucesor. Lo seguiré a partir de ahora.
Yo, de vosotros, no me la perdería. La película, digo.