miércoles, 30 de octubre de 2019

Feliz jubilación para mis queridísimas NB Leadville V3

Fue de cara a mi participación en los 101 kilómetros de Ronda del año 2014 cuando descubrí las New Balance Leadville. Las jubilé casi tres años después tras haber recorrido con ellas más de 700 kilómetros (pulsar AQUÍ). Me fue tan bien con ellas, que tenía claro que las siguientes zapatillas para carrileo que me comprara sería este modelo: y así fue.
Adquirí unas New Balance Leadville V3 que ahora jubilo. Pasan a segunda actividad tras haberlas utilizado para recorrer 608 kilómetros. Cierto que no es una gran cantidad de kilómetros, pero el hecho de que todos hayan sido por carriles, es decir, por terrenos exigentes hace que sea necesario dejar de utilizarlas porque están cascadas.
Una lástima que New Balance ya no fabrique este modelo porque ha vuelto a cumplir ampliamente con las expectativas puestas en ellas.
Las usé por vez primera el 17 de marzo de 2017, y su último servicio lo dieron este pasado sábado, 26 de octubre de 2019, para una tirada de 8,4 kilómetros. En total han sido dos años, siete meses y 9 días en los que, como he apuntado anteriormente, he recorrido 608 kilómetros.
Todas las ediciones de la Carrera del Melón, en Higuera de Calatrava; la mayor parte de la preparación para los 101 kilómetros de 2019; diferentes pruebas de trail en Jaén y fuera de la provincia conforman el currículo de unas zapatillas de las que me da una tremenda pena separarme.
Totalmente fiables, resistentes, con una suela ideal para carrileo, y una zapatilla que ha aguantado lluvia, barro, arroyos, piedras... lo dicho, las echaré de menos.

miércoles, 16 de octubre de 2019

No me gusta Joker

No seré yo quien cuestione el PAPELACO que hace Joaquin Phoenix en Joker. Pero eso no quita que no me guste la película. Se me ha hecho eterna (de las casi dos horas que dura, le sobra una y tres cuartos), lenta, soporífera por momentos... y en más de una ocasión me he acordado de una amiga que, cuando le preguntaron si le había gustado, su respuesta fue: "me quedé dormida". 
Es más. Me da la sensación que el título y el centrar la historia en el personaje del payaso de Batman es una especie de timo, una tomadura de pelo al espectador porque -al menos yo- va buscando una cosa y se encuentra con otra totalmente diferente. 
¿Que, insisto, Phoenix está monstruosamente bien, y no es que lo borde, sino lo siguiente? Totalmente de acuerdo.
¿Que nos muestra las dificultades de la lucha interna y externa de un enfermo mental, y existe en la cinta una brutal crítica a lo poco que se ocupa la sociedad de determinados colectivos? Totalmente de acuerdo.
¿Que de esos polvos que pueden parecer inofensivos al principio, si no los cuidamos como deberíamos, pueden surgir unos lodos que podrían acabar incluso con la propia sociedad, o al menos como la conocemos? Totalmente de acuerdo.
Pero la película no me ha gustado. Pensaba que iba al cine a pasar algo de miedo, y lo que me he encontrado ha sido con un sufrimiento que no esperaba ni deseaba.


lunes, 14 de octubre de 2019

La terrible condición humana

Agobio. Esa fue una de las más intensas sensaciones que tuve con sólo leer las primeras páginas de Ensayo sobre la ceguera (Samarago, José. Alfaguara. Madrid, 1996. Sexta edición, 2004).
El libró me llegó hace unas semanas, venía muy bien recomendado (es el título que alguien se llevaría a una isla desierta), y como nunca había leído nada sobre Saramago, me puse manos a la obra.
Lo primero que me llama la atención es la forma de escribir: sin signos de puntuación, casi ni mayúsculas, ni párrafos con sus puntos y aparte... Entiendo que es una de las características del autor; voy a informarme sobre ello, aunque ya os avanzo que no me gusta. Pero si lo hace un Premio Nobel de Literatura, igual hay que darle una oportunidad... o dos.
Otro dato llamativo es que los personajes no tienen nombre. Ninguno. Los conocemos como "el médico", "la mujer del médico", "el primer ciego", "el niño estrábico"... Esto sí que me gusta porque me resulta interesante por la intriga que genera: ¿cómo se llamará cada uno? La verdad es que no tiene importancia, porque lo principal es cuanto ocurre y los sentimientos que genera.
Todo empieza cuando un hombre se queda ciego de repente. Es una ceguera blanca en lugar de negra. Poco a poco se van contagiando más y más personas, y las autoridades deciden ir recluyendo a los afectados en un edificio custodiado por militares. Se busca evitar el contagio. No os avanzaré si se consigue, o no, pero lo que sí logra el autor es realizar una espectacular aproximación a lo terrible que es nuestra condición humana.
En una situación límite como es el eje de la historia, vamos a encontrarnos con los más bajos instintos por sobrevivir frente a los demás; la cosa se va poniendo cada vez más difícil con el paso del tiempo, y cuando piensas que no puede suceder nada más horrible que lo descrito, llega ese mayor horror. ¿Os suena eso de que cuando las cosas parecen no poder estar peor, empeoran?
Quizá este libro sea una alegato contra lo terrible de la dañina especie humana, aunque no todo está perdido. Así es porque hasta de los peores momentos y situaciones puede surgir algo positivo. Lo que ocurre es que esa luz apenas es una gota en un inmenso océano de maldad. 
La historia engancha desde el principio; a mí me gusta especialmente porque no me gustan demasiado las descripciones, y aquí casi todo lo que tenemos es acción, es decir, continuamente pasan cosas. 
Acabo con una frase que creo jamás olvidaré: "Tuvieron que estar ciegos para verse".
Más que interesante mi primera aproximación a Saramago. Creo que no será la última.

jueves, 3 de octubre de 2019

Objetivo Bruselas (II): Alea iacta est

Ya está todo el pescado vendido. El próximo domingo, 6 de octubre, realizaré lo que será mi maratón número 17. A las nueve de la mañana tomaré la salida en el maratón de Bruselas.
Será la última etapa del plan de entrenamiento que empecé el pasado 15 de julio. El inicio fue con muchas ganas y ánimos (pulsa AQUÍ para recordarlo), pero 12 semanas después la cosa ha cambiado. Un resfriado que cogí a finales de julio y solté casi a principios de septiembre (36 días, ahí es nada), y algún problemilla que ha surgido en el trabajo hace que tanto la preparación física como la mental no sean las mejores para afrontar el gran reto.
Las circunstancias han hecho que modifique mis planes, y si en un primer momento la intención era bajar de 3h30, y a ser posible mejorar mi mejor marca en la distancia que está en 3h25'10'', a día de hoy me conformo con no superar las 4 horas. No es por nada; simplemente porque hasta ahora he acabado todos los maratones que he iniciado, y además nunca he tardado más de 4 horas en recorrer los 42.195 metros. Ese será pues el objetivo.
La idea es disfrutar tanto de la competición como del viaje. Quizá la carrera no llegue en el mejor momento, pero a lo mejor tampoco es tan malo. Viendo los vientos que corren, igual viene bien desconectar por unas jornadas del quehacer diario porque en el horizonte se vislumbran grandes e importantes batallas que librar.
Alea iacta est.

Desesperadamente lenta en la trama y en la acción

En Ad Astra, Brad Pitt es uno de los mejores astronautas que existen en una sociedad situada en un futuro lejano de nuestro planeta. Por ello, y por algo más, recibe el encargo de viajar en misión secreta hasta los confines del sistema solar. Allí podría estar su padre  (desaparecido y dado por muerto hace años) todavía con vida, que en su día fue el responsable de una ambiciosa misión espacial con la que se perdió el contacto.
Pitt debe encontrar a su progenitor (interpretado por Tommy Lee Jones), y resolver un misterio del pasado que podría estar poniendo en grave riesgo la vida actual en la Tierra.
Aunque la simple presencia de estos dos protagonistas hace pensar que la película tiene buena pinta, una vez que la has visto te cambia la idea. Así es porque la historia se desarrolla de una manera desesperadamente lenta, que exaspera por momentos, y no ya únicamente por la acción sino también la trama. 
Lo que podría haber sido una interesante película de ciencia ficción espacial se convierte en una continua duda existencial de Brad Pitt sobre quién es, qué es, qué fue, en qué puede convertirse, la relación amor-odio con su padre, con su profesión, con quienes le rodean y le importan... Y todo ello aderezado con una pizca de conciencia medioambiental.
Más de dos horas de cinta donde se piensa más que se actúa, y en un contexto espacial tremendamente lento hace que la película sea mucho menos de lo que se espera de ella.