Fue el 14 de diciembre del año 2007 cuando echó a andar El Catite. El pasado viernes, 14 de diciembre de 2018, celebró su 11º cumpleaños.
Más de 67.000 visitas y 690 (con este) catites son los dos grandes números de esta aventura personal que comenzó con un marcado carácter reivindicativo, para poder decir aquí aquello que no nos dejaban en otros lugares. Aunque no ha sido igual a lo largo de estos once años. El Catite, como la vida misma, ha ido cubriendo etapas, por lo que hemos tenido un poquito de todo, aunque siempre bajo el tamiz de "aquello que más nos interesa".
Periodismo y running son los dos pilares actuales de este blog, aderezados con diccionario (esas palabras que leemos por ahí, y nos suenan a chino, pero son castellano), mucho cine y algunos libros, reflexiones personales...
Aquí seguimos once años después, y la intención es seguir estando mientras aguante el cuerpo.
La primera vez que escuché a alguien usar el verbo apegarse lo asocié a una palabreja del uso popular pero incorrecta a todas luces. Lo mismo me ocurrió con abajarse. Sin embargo, y dado que estoy comprobando que se usan de manera más habitual de lo que yo esperaba, he acudido al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española, y esto es lo que he encontrado:
APEGAR: 1. tr. desus. Pegar. Era u. t. c. prnl. U. c. dialect.
2.- prnl. Cobrar apego.
ABAJAR: 1. tr. Bajar. U. t. c. intr. Y c. prnl.
2. tr. Veter. Cortar mucho del caso de las caballerías.
Y me quedo perplejo comprobando que no sólo existen sino que su uso es correcto, aunque alguna se encuentre en desuso. Resulta más habitual utilizar pegarque apegar, o bajarque abajar, pero ya digo que sería correcto su utilizacion.
Por tanto ya no me reiré más cuando escuche a un entrenador de fútbol gritarle a uno de sus jugadores “apégate al (jugador) número 5 (rival)” para defenderlo mejor, o cuando alguien le pida a otro “abájate a la calle que tengo que decirte algo”.
La pasión es SIEMPRE garantía de éxito. Si no es de cara al exterior, sí desde un punto de vista personal. Para conseguir nuestro objetivo, cualquiera que éste sea, resulta necesario que pongamos en ello toda nuestra pasión porque la desgana no lleva a ningún sitio mas que al fracaso.
Siempre ayuda tener un puntito de suerte, pero pese a que ésta no llegue a la primera o a la segunda, o a la tercera... si ponemos pasión en algo y seguimos intentándolo pese a los reveses que vayan llegando, al final lo conseguiremos. El éxito está al final del camino, pero también lo degustaremos durante el viaje.
A lo largo de una vida es inevitable la llegada de momentos de euforia y también de penuria; la clave está en saber afrontarlos. Tan necesario es actuar bien en la riqueza como en la pobreza. El problema es que en nuestro entorno hay quien nos quiere de corazón, y quien lo hace por interés; y tendemos a hacer caso casi siempre a las peores influencias.
Lo deseable es ver la luz, y darnos cuenta de que quien nos quiere realmente ha estado ahí siempre, apoyándonos en los momentos difíciles, y diciéndonos las verdades -por mucho que nos dolieran y no quisiéramos escucharlas- cuando viajamos en la cresta de la ola. Por ello, porque nos duele la verdad a la cara, nos refugiamos en los adoradores y acabamos perdiéndonos. La lucidez nos permitirá encontrarnos de la mano de los nuestros, pero no siempre se consigue.
Todo esto que os cuento es la vida misma, y lo podéis encontrar en Bohemian Rhapsody, la película que nos cuenta la historia del grupo de música británico Queen, y especialmente de su vocalista Freddie Mercury.
Nunca fui seguidor ni de Queen ni de su música, pero la película me ha enamorado.
No entro a valorar ni el estilo de vida ni la figura de Mercury, ni si los actores son buenos o malos, ni si hay errores biográficos en la historia. Me quedo con el recorrido por la vida de un cantante y un grupo, y con lo brutal que resulta su música.
Para acabar, os dejoUn detalle -entiendo- muy significativo. Conversación que mantuve en el tramo final de la película con mi hija, preadolescente, enamorada del tipo de música actual:
Yo: "Esto es música de verdad y no la de Operación Triunfo".
Ella: "Sí. Ahora no hay música como la que había antes".