¡Quién me lo iba a decir!. Un año después me encuentro en la misma tesitura, esto es, a un mes de afrontar un maratón. Si en 2008 fue San Sebastián, en esta ocasión se trata de Florencia. ¡Qué tiempo aquel en el que juré y perjuré que no volvía a participar en una de estas enormes carreras de 42.195 metros después de mi primer -y lo que pensaba entonces- último maratón, el de Ciudad Real del año 2003.
Acabé más que machacado, pero se ve que las cosas malas se olvidan pronto porque aquí está un servidor, y no sólo con la intención de participar en mi tercera prueba de este tipo, sino también con la firme decisión de correr, al menos, uno al año.
He sido muy riguroso con el plan de preparación que comencé el pasado 4 de agosto, quizá más que nunca, manteniendo los cuatro días de carrera semanales, dos de gimnasio, masajes de descarga, etcétera... En este tiempo he recorrido 588 kilómetros, he jubilado un par de zapatillas, y he iniciado el uso de dos pares más, llegando a levantarme en más de una ocasión a las 5h25' de la mañana para entrenar compaginando mi vida laboral, con la familiar y la atlética. En total, y hasta que llegue ese 29 de noviembre, serán 17 semanas de mucha exigencia porque no es sólo correr, tengas ganas o no, estés más predispuesto o no, trabajes o no, descanses o no... también acarrea cierto cuidado en la alimentación, controlando los excesos... con lo bueno que está practicar alcazaring fresquita.
Y todo ello por una simple afición: el correr. Pero qué le vamos a hacer, porque, como dice aquel viejo proverbio chino, "sarna con gusto, no pica". Quizá sea la satisfacción de después, la cosilla que te da en el estómago, lo mucho que gusta la participación en todas esas pruebas que te sirven de preparación, el regustillo de ir superándote poco a poco... En definitiva, una locura más, pero tampoco es de extrañar porque si algo hay innato al ser humano, eso son las locuras. He aquí una.
Acabé más que machacado, pero se ve que las cosas malas se olvidan pronto porque aquí está un servidor, y no sólo con la intención de participar en mi tercera prueba de este tipo, sino también con la firme decisión de correr, al menos, uno al año.
He sido muy riguroso con el plan de preparación que comencé el pasado 4 de agosto, quizá más que nunca, manteniendo los cuatro días de carrera semanales, dos de gimnasio, masajes de descarga, etcétera... En este tiempo he recorrido 588 kilómetros, he jubilado un par de zapatillas, y he iniciado el uso de dos pares más, llegando a levantarme en más de una ocasión a las 5h25' de la mañana para entrenar compaginando mi vida laboral, con la familiar y la atlética. En total, y hasta que llegue ese 29 de noviembre, serán 17 semanas de mucha exigencia porque no es sólo correr, tengas ganas o no, estés más predispuesto o no, trabajes o no, descanses o no... también acarrea cierto cuidado en la alimentación, controlando los excesos... con lo bueno que está practicar alcazaring fresquita.
Y todo ello por una simple afición: el correr. Pero qué le vamos a hacer, porque, como dice aquel viejo proverbio chino, "sarna con gusto, no pica". Quizá sea la satisfacción de después, la cosilla que te da en el estómago, lo mucho que gusta la participación en todas esas pruebas que te sirven de preparación, el regustillo de ir superándote poco a poco... En definitiva, una locura más, pero tampoco es de extrañar porque si algo hay innato al ser humano, eso son las locuras. He aquí una.