Puede sonar fuerte, pero es cierto. Me encanta leer, siempre me ha gustado, pero he entrado en una dinámica en la que no hay tiempo para casi nada, y en ese contexto el leer es casi un lujo.
Mi trabajo me obliga a leer a diario, y mucho; el twitter y el facebook es casi una necesidad; el mail también; qué decir del whatsapp!!; además, periódicos, anuncios, estudios de esto y aquello.... en definitiva, que leer, lo que se dice leer, no lo he dejado nunca pero me refiero a eso de ponerte un buen rato, relajado, disfrutando de las páginas de un libro, o de la pantalla de un e-reader (esto último suena peor, mucho peor, me quedo con la primera opción, pero reconozco que es un futuro que ya está imponiéndose).
Siempre tengo sobre la mesita de noche un título; y además conservo esa manía de alternar novela con no ficción, y la verdad es que me va bien pese a que, como digo, pierdo poco, muy poco tiempo leyendo.
Sin embargo, creo que todo esto es un error. Hay que volver al sosiego, a las buenas costumbres pasadas, y relativizar con mayor firmeza las muchas obligaciones que nos impone esta sociedad de vértigo en la que nos encontramos, y cuya necesidad (la de tantas cosas que hacer) es más que discutible si las analizamos fríamente.
Como diría Antonio Alcántara... "me cago en la leche". Releo este catite y me suena casi a confesión. Pues bien, voy a acabarla como Dios manda, y ahí va mi propósito de enmienda: leeré como antes, o a ser posible más.
P.D.- Lo intentaré, de veras, aunque siempre puedo volver al confesionario.