Si hace unos meses jubilaba mis magníficas Saucony Cortana 3, ahora ha llegado el momento de pasar a segunda actividad a otros dos pares de zapatillas ante las que tengo una sensación de amor-odio.
Las de la izquierda en la fotografía son unas New Balance 1210 Leadville. Están pensadas para realizar carreras de trail de ultradistancia, pero no por terrenos de exigencia técnica (como la alta montaña, por ejemplo), sino más bien para carrileo.
Iba a correr los 101 kilómetros de Ronda en el año 2014, y aunque ya había adquirido unas zapatillas de otra marca, al usarlas para hacerles el rodaje me dí cuenta de que no me iban bien. Por ello, recurrí por la vía de urgencia a las Leadville. De hecho, me las calcé por primera vez un domingo; la segunda, al día siguiente; y la tercera fue ya en Ronda. Me tuve que retirar en el kilómetro 65 porque físicamente me era imposible seguir, pero las zapatillas fueron magníficas.
Desde entonces les he dado caña de la buena utilizándolas siempre para carrileo. Y me han ido genial.
A lo largo de los dos años y diez meses que las he utilizado (del 4/05/2014 al 6/03/2017) he recorrido con ellas 739 kilómetros, casi todos de entrenamiento por terrenos complicados, y la verdad es que han respondido de manera espléndida. Recuerdo de manera especial todas las Carreras del Melón (en Higuera de Calatrava), una media maratón en Baños de la Encina, o el Trail del Diablo largo en Torredelcampo el año pasado. Zapatillas altamente recomendables pues ofrecen garantía total.
Las de la derecha en la fotografía (rojas y azules) despiertan en mí un sentimiento agridulce. Dulce porque New Balance es una de mis marcas preferidas, y éstas son las 1080 V4. He tenido todas las versiones de este modelo porque también eran para mí signo de garantía. Sin embargo, con estas V4 he sufrido bastante. No sé si es por las zapatillas o porque yo le di un mal uso, pero lo cierto es que me queda la mala experiencia de haber tenido que pasar con ellas por una fascitis plantar que me llevó por la calle de la amargura durante más de un año.
Intenté cambiar mi pisada mientras las usaba. En lugar de talonar tanto, busqué caer más de media suela; después me han dicho que lo hice demasiado rápido porque yo lo planteé en unos meses, y al parecer, un cambio de esta índole hay que diseñarlo durante un año como mínimo. Lo cierto es que tras correr con ellas el maratón de París del año 2015, empecé una amarga lesión que yo asocio a estas zapatillas. Ya digo que no sé si fueron las causante del problema, o no, pero mi subconsciente así lo cree, y por ello se me vino abajo un mito.
A pesar de ello, seguí utilizándolas para carreras más cortitas, y finalmente tras jubilarlas había recorrido con ellas algo más de 862,5 kilómetros durante los dos años que las tuve.
Hasta estas V4 me habían ido genial los modelos anteriores, y para salir de dudas buscaré las V5 a ver qué tal son, y decidir si las abandono definitivamente o si puede seguir confiando en ellas. Ya os contaré.
A lo largo de los dos años y diez meses que las he utilizado (del 4/05/2014 al 6/03/2017) he recorrido con ellas 739 kilómetros, casi todos de entrenamiento por terrenos complicados, y la verdad es que han respondido de manera espléndida. Recuerdo de manera especial todas las Carreras del Melón (en Higuera de Calatrava), una media maratón en Baños de la Encina, o el Trail del Diablo largo en Torredelcampo el año pasado. Zapatillas altamente recomendables pues ofrecen garantía total.
Las de la derecha en la fotografía (rojas y azules) despiertan en mí un sentimiento agridulce. Dulce porque New Balance es una de mis marcas preferidas, y éstas son las 1080 V4. He tenido todas las versiones de este modelo porque también eran para mí signo de garantía. Sin embargo, con estas V4 he sufrido bastante. No sé si es por las zapatillas o porque yo le di un mal uso, pero lo cierto es que me queda la mala experiencia de haber tenido que pasar con ellas por una fascitis plantar que me llevó por la calle de la amargura durante más de un año.
Intenté cambiar mi pisada mientras las usaba. En lugar de talonar tanto, busqué caer más de media suela; después me han dicho que lo hice demasiado rápido porque yo lo planteé en unos meses, y al parecer, un cambio de esta índole hay que diseñarlo durante un año como mínimo. Lo cierto es que tras correr con ellas el maratón de París del año 2015, empecé una amarga lesión que yo asocio a estas zapatillas. Ya digo que no sé si fueron las causante del problema, o no, pero mi subconsciente así lo cree, y por ello se me vino abajo un mito.
A pesar de ello, seguí utilizándolas para carreras más cortitas, y finalmente tras jubilarlas había recorrido con ellas algo más de 862,5 kilómetros durante los dos años que las tuve.
Hasta estas V4 me habían ido genial los modelos anteriores, y para salir de dudas buscaré las V5 a ver qué tal son, y decidir si las abandono definitivamente o si puede seguir confiando en ellas. Ya os contaré.