viernes, 26 de abril de 2019

Almodóvar

Dicen los entendidos que con Pedro Almodóvar no hay término medio: lo amas o lo odias. De ahí que a quienes les gustan sus películas sienten devoción, mientras que los críticos son más bien enemigos íntimos.
Yo, sin embargo, no estoy ni en un bando ni en otro. Hay películas de Almodóvar que me gustan, y otras que no. No siento ningún condicionante, ni positivo ni negativo, a la hora de decidir ir, o no, a ver una nueva peli de Almodóvar.
Con Dolor y Gloria lo tuve claro: hay que verla. Me habían hablado muy bien de ella personas que ya la habían disfrutado; la crítica también hablaba en términos muy positivos; y las entrevistas que había visto de los actores y del propio director me habían sido interesantes.
Hace unos días fui al cine, y quedé decepcionado. Quizá fue porque tenía puestas en la historia grandes expectativas que después no se han cumplido, pero lo cierto es que me esperaba más.
Banderas está excelente, y también me gusta esa mezcla del ayer y del hoy. Atrae los demonios a los que debe hacer frente el protagonista, tanto físicos como mentales y de corazón; y me intriga, casi me desasosiega, la opción que va eligiendo en cada momento porque yo -quizá- hubiese cogido otra.
Todo esto, entre otras cosas, es lo bueno de la película, pero su principal activo es el juego que, al menos a mí, produce el adivinar hasta qué punto todo cuanto ocurre al protagonista le pasó ciertamente a Almodóvar. En todos lugares se apunta el carácter biográfico de la película, todo un acierto porque uno de los deportes nacionales en España es el meterse en la vida de los demás; y si el otro es alguien como Almodóvar, miel sobre hojuelas. 
Si en lugar de ser el protagonista Almodóvar fuese otro, me parece a mí que la película pasaría sin pena ni gloria. O, al menos, sin tanto bombo.
En cualquier caso, os animo a verla y sacar vuestras propias conclusiones.




martes, 23 de abril de 2019

En el Día del Libro, un proverbio

Hoy, 23 de abril, celebramos el Día del Libro. Es una gran excusa para comprar un libro, pero mejor aún para leerlo. 
En este día os dejo un proverbio hindú: "Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora".
Uno de mis propósitos para este año 2019 es leer, al menos, un libro al mes. A ver si lo consigo.

No hubo debate


Finalmente no hubo debate anoche entre los cabezas de lista de PP, PSOE, C´s y UP de cara a las elecciones generales del próximo domingo, 28 de abril.
Casado, Sánchez, Rivera e Iglesias acudieron a RTVE, y participaron -ante las cámaras y moderados por un periodista- en algo que no sé muy bien qué fue, pero un debate, seguro que no. Y así fue porque ellos quisieron. La cita estaba tan encorsetada, y la actitud de los actores a debatir era tan pobre que finalmente nos quedamos sin debate. 
Sí es cierto que en algunos momentos los aspirantes a la presidencia del gobierno intercambiaron algún chistecito, se lanzaron algún tirete, pero fue tan escaso que no podemos decir que estuviésemos ante un debate. Incluso el moderador llegó incluso a regañar a los contrincantes porque no debatían. 
En alguna red social pregunté, empezado ya el teatrillo, que cuándo empezaba el debate, y alguien me contestó que eso no era un debate sino un monólogo a cuatro. Cierto. Magnífica definición. 
A ver si esta noche cambia la cosa, y tenemos debate

miércoles, 17 de abril de 2019

Una Ley Electoral de locos

No sé en virtud de qué Ley o Norma se rige la Junta Electoral Central (JEC) en nuestro país, pero visto lo visto en los últimos días, urge una reforma.
Es entendible que este tipo de Organismos tenga como finalidad que todos los partidos políticos que presentan candidatura dispongan, de manera gratuita, de un tiempo en los medios de comunicación públicos para difundir sus programas electorales. Los grandes partidos tienen recursos suficientes para pagárselo, pero hay otros muchos que no; ahí es donde debe hacerse visible el trabajo de la JEC.
Pero está fuera de lugar el que esté determinado por Ley el tiempo, informativamente hablando, que hay que destinar a cada partido en función de los resultados que tuvo en las anteriores elecciones; ni en qué lugar de orden debe aparecer cada información en los telediarios; ni quién debe participar en los debates... Con ello lo único que estamos haciendo es sustituir la riqueza del periodismo por la monotonía del protocolo. Todo esto ocurre en los medios de comunicación públicos, y ello supone una clara limitación de su propio ser.
Una cosa es obligar a los medios públicos a que pongan a disposición de los partidos y de los candidatos espacios específicos, y otra es que determine cómo se debe informar.
Ayer os indicaba lo ridículo que resultó que la JEC obligue a RTVE a un debate a seis con la presencia de dos partidos políticos como PNV y ERC que no presentan candidatos en todas las provincias de España, sino únicamente en sus comunidades autónomas. ¿Para qué quiero yo, en Andalucía, conocer sus propuestas si no tengo opción de votarlos. Y sin embargo se prohíbe que participe un representante de Vox, como en su día ocurrió con Podemos, porque no tiene representación en el Congreso. Lo dicho, una Ley Electoral de locos porque tiende a confundir la necesidad de espacios gratuitos en los medios públicos a todos los partidos para garantizar la igualdad de oportunidades, con llevar esa misma igualdad a los servicios informativos cuando no todos son lo mismo de interesantes, insisto, informativamente hablando.
Hasta ahora la queja de estos elementos afectaba a los medios públicos, pero ayer nos quedamos con la boca abierta cuando la JEC prohibió a Atresmedia un debate que tenía organizado con los cabezas de lista de varios partidos políticos, entre ellos Vox. Dice la JEC que ese debate no se puede hacer porque Vox no tiene representación en el Congreso, y por tanto no existe proporcionalidad en la configuración del debate. ¡¡¿¿Estamos locos??!! Un medio privado hace lo que le parece oportuno porque no está, o al menos no debe estar, sujeto a esos criterios (también discutibles) que se aplican a los medios privados.
Pues parece que las incongruencias demostradas en el pasado por la JEC no sólo se repiten sino que se incrementan en estas elecciones. O se reconduce esto o corremos el riesgo de que los debates y las informaciones electorales se conviertan en algo tan aburrido como ya empiezan a ser.

martes, 16 de abril de 2019

Pedro Sánchez no es de fiar

Empecé a estudiar Periodismo, en Sevilla, coincidiendo casi con la Expo. Sin lugar a dudas una época muy intensa informativamente hablando; sin embargo, uno de los recuerdos más vivos que tengo de aquellos años es el de los debates que mantuvieron en televisión Felipe González (entonces presidente del gobierno de España) y José María Aznar (aspirante a la presidencia) de cara a las elecciones generales del año 1993.
Los tres estudiantes de Periodismo que compartíamos piso afrontamos aquello como cualquier forofo se prepara para ver la final de la Champions League, en la que participa el equipo del que es seguidor. Hasta preparamos un piquislabi..., bueno, uno no, tres porque, si la memoria no me falla, hubo tres debates.
Aquello fue histórico porque era la primera vez que tenía lugar en nuestro país. Creo que fue el programa más visto del día, e incluso uno de los más seguidos del año en la televisión. Es decir, interesaba a los ciudadanos.
26 años después España y los españoles afrontamos unas elecciones generales en las que no habrá debate entre presidente del gobierno y líder de la oposición. Y no lo habrá, al menos a día de hoy así es, porque el presidente no acepta ese cara a cara. Me parece una barbaridad. 
Los españoles dejamos claro hace 26 años que queremos que se produzca ese debate; de hecho, se ha venido realizando posteriormente, y además con gran repercusión. Hasta el propio Pedro Sánchez, líder de la oposición entonces, se lo pidió al presidente del gobierno Mariano Rajoy, y se llevó a cabo. Pero ahora no lo habrá porque, según han argumentado varios voces en el PSOE, así lo ha decidido la estrategia socialista de cara a las elecciones. ¡¡¿¿Perdón??!! ¿¿¡¡Estrategia política!!?? Yo les respeto a ustedes cualquier decisión que tomen en aras de conseguir los mejores resultados posibles en las elecciones, pero este debate debería ser obligatorio por ley. Y quien no lo acepte, que no pueda ser candidato a la presidencia del gobierno. Se hace necesario reformar la Ley Electoral incluyendo este elemento, y eliminando otros sinsentidos que vivimos con sorpresa estos días (como, por ejemplo, que sea obligatoria la presencia de miembros del PNV y ERC en un debate nacional cuando yo, desde Jaén, no les puedo votar porque aquí no presentan candidaturas. Si algún medio de comunicación quiere hacerlo, que lo haga, pero obligar a ello es más que cuestionable. También es sorprendente que no puedan estar en estos debates representantes de partidos que al parecer tendrán una importante irrupción en el panorama político, pero como ahora no están en el Congreso, no pueden estar en los debates. ¡¡DE LOCOS!!). Y es que escribo estas líneas mientras veo en TVE el obligado debate a seis (PSOE, PP, C´s, Unidas Podemos, PNV y ERC).
Aquellos González Vs Aznar representan ya algo histórico, y casi tres décadas después este No Sánchez Vs Casado también tiene pinta de pasar a la historia. 
¿Nos podemos fiar de una persona que no es capaz de defender públicamente y en un cara a cara su programa y sus políticas ante quien le quiere mover la silla? Yo, por lo menos, no.

jueves, 11 de abril de 2019

La España timada

Me gusta lo de La España vaciada. Es claro, directo, reivindicativo, revelador... y una verdad como la copa de un pino.
Todo un acierto que se unan tantos y tantos territorios de nuestro país que más bien parecen estar ubicados en zonas tercermundistas, o enclavados en el siglo XIX. Faltan carreteras, trenes, servicios... y elementos tan básicos como acceso a internet a velocidades del siglo en el que nos encontramos. No hay casi nada de eso, de ahí que se estén quedando vacíos porque viven en primera persona el éxodo a zonas más desarrolladas.
Hace un par de domingos tuvieron su principal manifestación en la capital de España, y ojalá sigan ese camino hasta alcanzar sus objetivos porque el paso del tiempo y el cansancio es el peor enemigo de cualquier reivindicación.
Muy buen por quienes reivindican, y muy mal por algunas personas que se unieron a ellos. Me refiero a ministros del gobierno de España, a consejeros de comunidades autonómicas, y a gobernantes y ex gobernantes de todo pelo que tuvieron la desfachatez de acompañar a La España vaciada. ¿No se les caerá la cara de vergüenza? ¡¡Gobernantes acompañando a los gobernados que se manifiestan contra sus acciones de gobierno!!
Se ve que no se dan por aludidos. Pues deberían darse. De hecho, deberían haberse marchado de la manifestación, ir a sus despachos, y propiciar las actuaciones que permitan que esa España que se está vaciando vuelva a llenarse.
Por cosas como esta quizá deberíamos de hablar más bien de La España timada. Aunque estamos en un buenísimo momento para deshacer el timo ya que a la vuelta de la esquina se encuentran dos citas electorales. El drama llega cuando debes decidir a quién votar. ¡¡Ay Señor!!

lunes, 8 de abril de 2019

Alternativas muy particulares

Siempre me ha gustado la Economía, tanto la macro como la micro. Por ello, y debido a su complejidad y dificultad, suelo leer lo que puedo, cuando puedo y hasta donde llego. 
La crisis económica que nos ha afectado en los últimos años, y que todavía nos afecta, ha sido objeto de numerosas publicaciones para explicar sus causas y orígenes, así como para analizar si los gobiernos han actuado bien, y hasta dónde nos puede llevar esa forma de gestionarla.
Hace unos años cayó en mis manos Hay alternativas (Navarro, Vicenç; Torres López, Juan; y Garzón Espinosa, Alberto. Ediciones Sequitur. Madrid. 2011), pero por unas circunstancias u otras no pude leerlo hasta hace poco. 
El libro intenta aproximarse a la crisis, a sus orígenes, a las medidas tomadas, y, como indica su subtítulo, a ofrecer "Propuestas para crear empleo y bienestar social en España". Me llamó la atención en su día porque me apetecía conocer la versión de otros economistas en torno a lo que habían hecho los economistas oficiales para afrontar la crisis. 
Tenía buena pinta, y durante mucho tiempo -varios años, diría yo- me apetecía leerlo, de ahí que cuando por fin llegó el momento lo hice con muchas ganas. La primera decepción llegó pronto: nada más ahondar en los autores. Alberto Garzón es el líder de IU que fusionó su partido con Podemos. Juan Torres y Vicenç Navarro son los autores del documento marco del programa político de Podemos. En fin...
Pronto dejan claros sus posicionamientos, y en las primeras páginas señalan que "la realidad ha demostrado que cuando se aplican las medidas neoliberales que nos proponen siempre ha bajado la calidad de vida, del trabajo y del empleo, y que sólo han mejorado beneficios los banqueros y las grandes empresas. Hay alternativas a ello". No me parece mal el argumento; es más, me interesa que lo demuestren y también conocer esas alternativas. 
Pero casi desde las primeras páginas me da la sensación de que el objetivo de los autores del libro no es analizar la crisis, sino tomarla como excusa para vendernos su moto. Así al menos me parece al leer cosas como que uno de los culpables de la reciente crisis es Franco. También con las continuas referencias y comparaciones que realizan con los países del centro y norte de Europa donde los niveles de bienestar son mayores gracias a que la población no tiene problema en pagar más impuestos; pero se olvidan los autores de lo que es la realidad de nuestro país, donde la cultura del no pagar impuestos es casi el deporte nacional, de ahí la picaresca que históricamente ha caracterizado a los españoles.
Apuestan claramente los autores del libro por una banca pública que financie lo que es realmente importante. No dicen quién decidirá qué es lo importante, pero seguro que quien lo decida tendrá a miles de voces enfrente diciendo que lo importante es otra cosa. Y también obvian que en nuestro país hemos tenido una banca pública muy clara: las Cajas de Ahorros. Unas entidades financieras que casi en su totalidad han sido un desastre porque han estado dirigidas por políticos para financiar sus propios chiringuitos. Olvidan estos economistas que las bonanzas teóricas no tienen garantizado su éxito cuando se materializan en la realidad de cualquier sociedad. 
Creo realmente que los autores del libro teorizan demasiado, definiendo continuamente quienes son los buenos y quienes los malos de la película, y confían ciegamente en que estas teorías sobre papel serán buenísimas en su aplicación real... pero no calculan el efecto que tendría sobre ellas la siempre dañina especie humana.
Totalmente decepcionado con el libro porque esas alternativas a lo hecho son las recetas para intentar construir el país de las maravillas.