No fue fácil apostar por la vía de los estudios en una familia humilde, muy humilde, de la Andalucía rural y profunda de principios de la década de los años 70. La situación general no era fácil, pero la particular no lo hacía mejor si hablamos de una mujer que se queda viuda a los 35 años de edad, sin empleo y sin recursos, y teniendo a su cargo a dos hijos de 7 (un servidor) y 3 años.
Con mucho esfuerzo, trabajo y sacrificio, y con una inolvidable e impagable ayuda del entorno familiar, alcancé mi sueño: SER PERIODISTA. De ahí que tuve sensaciones indescriptibles al encontrar trabajo antes incluso de acabar la carrera. Después me enteré que Paulo Coelho defiende que el Universo conspira para que cada uno alcance su Leyenda Personal. ¿Estaría hablando de mí?
Desde aquel año 1996 he sido tremendamente feliz trabajando en lo que me apasiona, sin olvidar por supuesto momentos de complicación, pero sin los cuales el Periodismo no podría existir. Después de casi un cuarto de siglo periodisteando en lo privado y en lo público, mi trayectoria profesional se ve parada en seco. Julio Millán, el actual alcalde de Jaén, ha decidido despedirme.
Desde la dificultad de mi actual situación quiero decir que siempre he entendido que un dirigente público está para tomar decisiones. Ese es su trabajo: tomar decisiones en beneficio de lo común. De ahí que no le ponga ni un pero al despido colectivo que ha llevado a cabo Julio Millán de las 51 personas que proveníamos de la radiotelevisión municipal de Jaén, Ondajaén, y que ahora estábamos en el Servicio de Comunicación del Ayuntamiento de Jaén. Será la Justicia quien hable.
Acepto el guante lanzado por Millán, y no rehúso asumir las consecuencias:
- Si la Justicia dice que el despido es legal, aceptaré mi derrota, y me marcharé a casa para lamer mis heridas, y empezar de nuevo desde cero.
- Si la Justicia dice que el despido es ilegal, disfrutaré de la victoria y me regodearé en sus beneficios.
Es decir, un servidor, como haría cualquier caballero que se precie, acepta con honor asumir en primera persona el dolor de la derrota o la felicidad de la victoria.
Lo que no me parece justo es que Julio Millán no haga lo mismo. Es decir, el próximo 26 de noviembre se celebrará en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), con sede en Granada, el juicio por nuestro despido, y pueden pasar dos cosas:
- Si la Justicia sentencia despido procedente, Julio Millán se pondrá la medalla y proclamará a los cuatro vientos lo buen alcalde y gestor que es. Él será el triunfador.
- Si la Justicia sentencia despido nulo o improcedente, los trabajadores seremos readmitidos, y el Ayuntamiento de Jaén habrá tirado a la basura los casi 5 millones de euros que Julio Millán ha empleado en todo este proceso. Julio Millán será el perdedor, pero los 5 millones de euros no los pagará él como máximo responsable de este despropósito y mala gestión, sino el Ayuntamiento de Jaén, es decir, todos los jienenses.
No sé a vosotros, pero a mí no me parece justo. Si vamos a jugar a esto porque a Julio Millán así le ha venido en gana, a todos se nos deben aplicar las mismas reglas. Por tanto, Julio Millán y todos los concejales que, con sus votos en los plenos, han permitido la brutal persecución y cacería contra mí y mis 50 compañeros, deberían pagar a escote los 5 millones de euros malgastados de los escasos fondos del Ayuntamiento de Jaén.
El 26 de noviembre, o unos días después, veremos qué ocurre. Aunque todo apunta a que, pase lo que pase, Millán caerá de pie. No debería ser así. Yo, al menos, lo voy a intentar.