En esta tercera parte de la saga, los juguetes vuelven a reivindicarse, su utilidad como magníficos compañeros de juegos, no ante la competencia que pudieran hacerle maquinitas modernas, sino ante otros juguetes de su mismo estilo pero que en esta ocasión asumen el papel de malo de la película.
Woody, Buzz y los demás miembros de esta peculiar familia se ven envueltos en una trepidante aventura que, siguiendo las pautas de las dos entregas anteriores, les lleva a tener como objetivo el regreso a casa, una vez que la abandonaron accidentalmente.
A lo largo de este grandísimo rato de casi dos horas de duración, los juguetes, o mejor, la película apuesta por recuperar la imaginación, por que los niños desarrollen su imaginación utilizando sus viejos juguetes, o modernos, pero aquellos que representan los juguetes de toda la vida. Pero no sólo eso, sino que también encontramos una apuesta clara por el trabajo en equipo, por mantenerse unidos hasta en aquellos momentos en los que parece que todo se acaba, y que llega el final.
Estamos ante una de las películas infantiles más recomendables de los últimos años.
Por cierto, yo he huido del 3D. La he visto con el formato de toda la vida, y ha sido genial. Y es que el 3D, aunque muy de moda últimamente, no siempre resulta útil. Su excesivo uso viene motivado por la mayor rentabilidad que supone para la industria cinematográfica, de ahí que aconseje elegir bien qué películas vemos en 3D.
Un último consejo. En este Toy Story 3, que no sea acabar la película y abandonar la sala rápidamente. Aconsejable quedarse un ratito viendo, junto a los créditos, las escenas finales.
Woody, Buzz y los demás miembros de esta peculiar familia se ven envueltos en una trepidante aventura que, siguiendo las pautas de las dos entregas anteriores, les lleva a tener como objetivo el regreso a casa, una vez que la abandonaron accidentalmente.
A lo largo de este grandísimo rato de casi dos horas de duración, los juguetes, o mejor, la película apuesta por recuperar la imaginación, por que los niños desarrollen su imaginación utilizando sus viejos juguetes, o modernos, pero aquellos que representan los juguetes de toda la vida. Pero no sólo eso, sino que también encontramos una apuesta clara por el trabajo en equipo, por mantenerse unidos hasta en aquellos momentos en los que parece que todo se acaba, y que llega el final.
Estamos ante una de las películas infantiles más recomendables de los últimos años.
Por cierto, yo he huido del 3D. La he visto con el formato de toda la vida, y ha sido genial. Y es que el 3D, aunque muy de moda últimamente, no siempre resulta útil. Su excesivo uso viene motivado por la mayor rentabilidad que supone para la industria cinematográfica, de ahí que aconseje elegir bien qué películas vemos en 3D.
Un último consejo. En este Toy Story 3, que no sea acabar la película y abandonar la sala rápidamente. Aconsejable quedarse un ratito viendo, junto a los créditos, las escenas finales.