miércoles, 25 de julio de 2018

Objetivo Alcalá de Henares (II): las zapatillas (Asics Gel Glorify 3 y Brooks Launch 3)

Si hace unos días os contaba (pulsar aquí para recordar) el buen servicio que me habían prestado dos pares de  zapatillas que ya pasaban a la bonita etapa de la jubilación, hoy os muestro las que las sustituyen. He adquirido unas Asics Gel Glorify 3 y unas Brooks Launch 3.
El próximo 28 de octubre participaré, si todo sale según lo previsto, en el Maratón de Alcalá de Henares, y mi intención es utilizarlas tanto en los meses previos de entrenamiento como en la propia carrera.
Mi primer maratón, el de Ciudad Real, lo corrí allá por el año 2003, y usé unas zapatillas Asics Gel DuoMax. No era ningún modelo de alto nivel, aunque para mí su uso me supo a gloria porque fueron las primeras que adquirí de una marca importante. Todavía las conservo -como recuerdo-, y desde entonces no he vuelto a usar unas Asics. Regreso ahora, y en lugar de unas Nimbus o unas Cumulus (son las que habitualmente miro, pero descarto siempre por el alto precio), he optado por estas Glorify que, por los comentarios y análisis leídos, tienen muy buena pinta.
Mi otra apuesta han sido las Launch. Ya tuve el primer modelo que salió al mercado. Las compré en el año 2011, y las estuve usando hasta el 2014 dedicándolas especialmente a medias maratones (11), carreras de menor distancia, y entrenamientos, recorriendo con ellas 805 kilómetros. Tengo un grandísimo recuerdo de ellas (también las conservo) por lo bien que me fueron. He intentado adquirirlas en muchas ocasiones, pero el alto precio en unos casos, y la falta de disponibilidad de mi número en otros, han hecho que no lo consiguieran. Ahora ha surgido la oportunidad, y no lo he dudado.
Estoy encantado con mis zapatos nuevos. Ya os contaré cómo me va con ellos, y por cuál opto para correr el maratón.

Por cierto, acabo de darme cuenta. Para las carreras por montaña tengo unas New Balance Leadville 3, y ahora he adquirido unas Asics Gel Glorify 3 y unas Brooks Launch 3.  Mi número favorito es el 3. ¿Será una señal?

lunes, 23 de julio de 2018

Lecciones de economía con el Minotauro

El que fuera ministro de Finanzas de Grecia en el año 2015, Yanis Varoufakis, me resulta un tipo peculiar. Llamó mi atención por su desparpajo y por la forma diferente que proponía de hacer las cosas, pero su prestigio acabó cuando se esfumó apenas unos meses después de llegar.
En un momento histórico en el que la economía repelía a los mortales de a pie (no se si la cosa habrá sido diferente alguna vez), Varoufakis venía a ser algo así como un Don Quijote que no dudaba en enfrentarse a los molinos de viento que representaban los poderes establecidos. Tenía la formación (es catedrático de economía), y dominaba el arte (su presencia en medios de comunicación es una constante), de ahí que muchos (o algunos) cayéramos en sus redes. Pero al final el tiempo es quien da o quita razones, y Varoufakis simplemente se marchó.
Yo lo incluyo en el grupo de los salvadores de este mundo que se mueven como pez en el agua en un plano teórico, pero cuando sus tesis tienen que resistir la aplicación práctica, es decir, convivir con la realidad de los habitantes de un país o región, se vienen a bajo simplemente porque una cosas es teorizar o estar en la oposición, y otra muy distinta gobernar.
Siempre tuve ganas de leer algo suyo, y estos días lo he hecho con El Minotauro global (Yanis Varoufakis. De Bolsillo. Barcelona. 2015. Segunda edición).
Se trata de un ensayo en el que Varoufakis explica por qué se produjo la crisis económica del año 2008, qué se hizo para afrontarla, y cuál es el presente y el futuro de nuestras sociedades. Lo hace además de manera pedagógica, por lo que no hay que tener elevados conocimientos para entender sin demasiados problemas los razonamientos del autor.
Varoufakis realiza un atractivo relato histórico, partiendo desde la crisis del año 1929, donde los intereses económicos (muy por encima de los políticos o militares) son los que marcan el quehacer de Estados Unidos, el único y verdadero muñidor del cotarro mundial.
El autor defiende que Estados Unidos ha ido creando en cada momento la organización económica mundial que más le ha interesado para su propio desarrollo teniendo como referente el crack de 1929, es decir, que no volviera a repetirse. Bajo esta teoría, dice que los norteamericanos crearon un monstruo: un Minotauro. Había que alimentar a la criatura para que ésta no destrozara el mundo con otra crisis económica. 

Así funcionaba el Minotauro:  Estados Unidos invertía en diferentes partes del mundo sus excedentes; esos lugares crecían y se desarrollaban gracias al dinero USA, y los excedentes que producían volvían a Estados Unidos atraídos por la solvencia de su economía, y por la rentabilidad de sus productos. Esa llegada de dinero permitía a Estados Unidos seguir creciendo a costa de un incremento del déficit interno y externo, pero sin temor a una crisis porque los flujos de ida-venida de capitales era sobresaliente. El ciclo era continuo, y el temido crack llega precisamente por la avaricia de ganar sin freno. 

Resulta atractiva esta primera parte del libro donde, sin embargo la consideración que tengamos por Varoufakis se nos viene abajo cuando analiza la situación en cada país tras la crisis, cuestiona las medidas aplicadas para salvar sus economías, y predice que no sólo no servirán para nada sino que motivarán una crisis mayor. Predicción que hoy, varios años después, vemos que no se cumple.
Seguramente hayan influido nuevos factores económicos mundiales para que Varoufakis fallara en sus predicciones, no seré yo quien lo discuta, pero lo cierto es que la cosa ha sido distinta a la dibujada, y eso merma su credibilidad.
Este libro es una segunda edición que incluye un capítulo final no contenido en un principio. Escrito dos años después, intenta matizar algunas de las cosas dichas, a la vez que entra a analizar la realidad de cada zona mundial afectada por la crisis. Aquí Varoufakis sube el nivel y es más difícil seguirlo; no obstante, se reafirma en sus postulados, analiza nuevamente y de manera individualizada las diferentes zonas económicas mundiales, y sin resolver cuestiones que han quedado pendientes, introduce otras ante las que no hay más remedio que esperar el paso del tiempo para comprobar cómo evolucionan.
En definitiva, un libro de lectura compleja y no demasiado ágil, pero también interesante por el recorrido histórico-econónico que realiza que nos da nuevas claves para entender de dónde venimos; es más cuestionable su visión de dónde estamos y a dónde vamos, pero eso debe decidirlo cada uno en función de la lectura que haga y, por supuesto, de los conocimientos económicos que tenga. 
Yo recomiendo el libro; de hecho, voy a seguir picando aquí y allá a través de algunas de las obras que aconseja el propio Varoufakis, y de otras que he encontrados a raíz de esta lectura.

domingo, 22 de julio de 2018

Mamma Mía, o cuando segundas partes sí merecen la pena

Mamma Mía!: una y otra vez es uno de esos raros ejemplos que existen en los que segundas partes no desmerecen a la primera.
Debo reconocer que con Mamma Mía no puedo ser objetivo. Siempre me ha gustado la música de Abba, y quedé alucinado con el musical Mamma Mía que presencié en Jaén en el año 2010. Desde entonces he procurado verlo todo. La película -a raíz del musical- la he visto un millón de veces, y en cuanto supe de la existencia de una segunda parte, ahí he estado.
Hay que tener claro que no estamos ante una película que destaque por su profundidad de mensaje, o por ser una obra maestra de la historia del cine. Se trata de algo tremendamente entretenido, para pasarlo bien, incluso acabas con la moral por las nubes, y además disfrutas con la música de Abba, y viendo interpretar las canciones por gente tan poco habitual en estas lides como Pierce Brosnan o la propia Meryl Streep.
Ya digo que disfruté, y mucho, con la primera película. A esta segunda parte tampoco le pedía demasiado, pero sí que no me defraudara, o que al menos no tirara por tierra el buen sabor de boca que me dejó su antecesora. Me conformaba con que estuviera a la altura, y sinceramente no sólo lo está sino que no sabría deciros cuál de las dos es mejor.
Sophie (Amanda Seyfried), hija de Donna (Meryl Streep), ha concluido el sueño de su madre: convertir en un coqueto y atractivo hotel una casa abandona en un lugar perdido de una isla griega. La película gira en torno a la fiesta de inauguración a la que están invitadas numerosas e importantes personas de la sociedad, pero a la que no podrán asistir por cuestión de trabajo dos de los tres padres de Sophie, y su marido, que son realmente los más importantes para ella. 
Donna murió hace un año, y por eso es aún más importante para Sophie que todo salga bien. La historia alterna los devenires de una inauguración muy bien pensada pero ante la que surgen numerosos problemas, con un viaje al pasado, al por qué Donna llega a Grecia, y cómo conoce a los tres padres de su hija. Una excelente Lily James interpreta a la joven Donna que casi nos hace olvidar a Meryl Streep.
Esta segunda parte mantiene el nivel musical de la primera, y además está cargada de humor, de gags, también de relaciones interpersonales, de amor, desamor, amistad...
Cher y Andy García son dos de los principales ganchos que utilizan los promotores de la cinta para promocionarla. Aunque su presencia es más bien forzada, vienen a representar un punto exótico y atractivo de la película.
Yo he disfrutado tanto o más que con la primera. No os la perdáis porque os hará pasar un rato tremendamente agradable.

sábado, 21 de julio de 2018

Pacato

Continuando con la confección de mi particular diccionario, compuesto por aquellas palabras que encuentro en las lecturas de mi día a día, y de las que desconozco o dudo de su significado, hoy os traigo otra.
Estoy inmerso en la lectura de un libro sobre economía (del que pronto os hablaré). A la hora de poner un ejemplo de fusión empresarial, y tras referirse a dos empresas (una cuya capitalización bursátil es de 10.000 millones de dólares, y otra de 5.000 milllones) dice lo siguiente: “¿Cuál sería el valor de la compañía fusionada? ¿Deberíamos simplemente sumar las capitalizaciones de las dos empreas (10.000 millones más 5.000 millones = 15.000 millones)? No, eso sería demasiado pacato. En vez de eso, Wall Street hacía algo mucho más inteligente”. 
Ahí está: capato. Es la primera vez que veo esta palabra, y no sé cuál será su significado. Sin embargo, creo que por el contexto podría sacarse, de ahí que os haya dejado la última frase: “Wall Street hacía algo mucho más inteligente”. Supongo que pacato será algo simple, facilón, casi tonto por lo evidente que resulta. 
Para solventar mi duda por completo, y como hago siempre, he acudido al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española, y esto es lo que he encontrado:

PACATO, TA: 1. adj. Timorato (tímido). Tomás es algo pacato. U. t. c. s.
2. adj. De poco valor, insignificante.
3. adj. Mojigato, que tiene o manifiesta excesivos escrúpulos. U. t. c. s.

Duda aclarada. La segunda acepción es la nuestra.

lunes, 16 de julio de 2018

Objetivo Jaén (y V): jubilación de Saucony Zealot y NB 1080 V5

Concluyo hoy la serie de catites que he escrito en torno al I Maratón de Jaén en pista celebrado el pasado domingo, 8 de julio.
Como consecuencia de las diez semanas de plan específico de entrenamiento para el maratón, he exprimido dos de las zapatillas que me han acompañado en los últimos meses.
Las de suela verde, y que están en la parte superior de la imagen, son unas Saucony Zealot que me las puse por vez primera el 20 de febrero del año 2017, y cuyo último servicio lo prestaron el pasado 3 de julio de 2018 con una tirada de 12 kilómetros. Las he usado 16 meses y 13 días, recorriendo con ellas 1.010 kilómetros.
Su uso ha sido para entrenos pero también tienen en su currículo el Maratón de Estocolmo del año 2017, así como las medias maratones de Granada y Córdoba (también del año 2017); durante 2018 corrí con ellas la San Antón y la media maratón de Bélmez-Espiel. Esto además de numerosas carreras de menor distancia.
Han cumplido ampliamente su función pero si os digo la verdad, yo no me las volvería a comprar. De hecho, no lo haré.
Saucony es una marca que me gusta. He tenido varias veces el modelo Triumph que es buenísimo, y en unas rebajas de locura pude adquirir en una ocasión las Cortana; quizá la mejor zapatilla que he usado. Compré las Zealot precisamente por eso, porque la marca dejaba de fabricar las Cortana, y decía que las Zealot eran sus sustitutas. ¡¡Ni de coña!!.
Estas Saucony Zealot ISO tienen una amortiguación un tanto rara. Cuesta acostumbrarse a ella, y cuando las comparas con otras como las NB que os muestro también en la foto, la sensación de confort de las NB es muy superior. Y nada que ver con las excelentes Cortana.
Me gusta mucho de las Zealot que pesan muy poco, son ideales para realizar series, pero cuando las someto a largas distancias el pie no va cómodo. Quizá sea porque yo rondo los 79-80 kgs, pero recuerdo que en su día leí que iban bien para corredores de ese peso.
Seguramente pensaréis que qué más se le puede pedir a unas zapatillas con las que has corrido más de 1.000 kilómetros... y tenéis razón, pero dada la oferta que hay hoy día en el mercado, yo me decanto por otras con las que me sienta más cómodo.
Las zapatillas de color azul que aparecen en la foto son unas New Balance 1080 V5. Las compré en la Feria del Corredor de la San Antón 2017, pero no me las puse por vez primera hasta el 18 de marzo de ese mismo año. Lo último que he corrido con ellas fue el Maratón de Jaén del pasado domingo, y en total he recorrido con ellas casi 912 kilómetros. Además del Maratón de Jaén de este año 2018, las he usado para otras carreras de menor distancia, y especialmente para entrenamientos.
La New Balance 1080 es uno de los modelos que más he usado en los más de 20 años que llevo corriendo; de hecho, las empecé a utilizar cuando tenían otro nombre, y he seguido adquiriéndolas a medida que la marca cambiaba su denominación. New Balance es sinónimo de compra segura, de no equivocarte, y aunque el drop es algo superior a lo que ya empiezo a acostumbrarme, las zapatillas tienen una amortiguación de dulce por la que parece que no pasan los kilómetros por muchos que les metas.
Ya digo que la 1080 es un claro ejemplo de gran zapatilla, competitiva, y de alta calidad, pero tanto este modelo, el V5, como el anterior, el V4, tienen algo distinto. No sé cómo explicarlo, pero mi comodidad a la hora de usarlas ha sido peor que con modelos anteriores. Quizá sea porque a la vez que las usaba, la otra zapatilla que tenía era la Saucony Cortana, y ahí la diferencia sí que es grande. 
No tengo más remedio que estar agradecido por su trabajo tanto a la Saucony Zealot ISO como a la New Balance 1080 V5; es lo de menos tras haber sufrido con cada una de ellas 1.000 kilómetros. Seguiré adquiriendo las dos marcas, aunque sí os aseguro que la Zealot no volverá a estar en mi armario, mientras que sí seguiré confiando en la 1080, o como se llame en el futuro.

viernes, 13 de julio de 2018

Objetivo Jaén (IV): la importancia del entrenamiento, de la estrategia y de un objetivo real en el maratón

El pasado domingo, 8 de julio, finalicé mi maratón número 14. Fue en Jaén, con la particularidad de que se trató de un maratón en pista de atletismo (dimos 105,5 vueltas), y paré el crono en 3 horas 56 minutos y 1 segundo (tiempo oficial): la peor marca de mi vida.
Podría decir que hizo mucha calor, que correr una distancia en pista es muy duro mentalmente y repercute negativamente en el tiempo, que la salida fue muy temprano, que el gps no funciona bien en pista y no tienes la ayuda para llevar un ritmo constante... pero no serían más que excusas que no harían más que tapar la verdad: mi mala marca fue reflejo de una preparación deficiente, de una estrategia de carrera errónea, y de la fijación de un objetivo poco real.
A lo largo de mi experiencia de 15 años corriendo maratones tengo la máxima de que no se le puede perder el respeto a la distancia, porque si lo haces, el maratón te machaca. 
Mi primer error fue fijar un objetivo de marca demasiado ambicioso y poco real. La intención inicial era participar en el maratón a modo de puesta a punto, de coger una forma que tenía abandonada tras haber dejado de entrenar en noviembre de 2017. Un parón excesivamente largo en el que, si bien he corrido varias pruebas de hasta media maratón, no tuve la constancia del entrenamiento regular por la falta de una meta clara. Por eso, cuando me enteré de la celebración del Maratón de Jaén, opté por inscribirme con la intención de que las doce semanas que supondría su entrenamiento específico me servirían para coger base física de cara al Maratón de Alcalá de Henares en el que participaré el próximo 28 de octubre.
Decidida la participación, había que elegir plan. Tras analizarlo y pensarlo mucho me decanté por uno de Javi Guerra para bajar de 3h 30 minutos. Si bien la idea inicial de tomarme la preparación a la carrera como puesta a punto y sin demasiada ambición entiendo que fue acertada, también tengo que reconocer que me equivoqué de plano con el plan. 3h 30' era un objetivo demasiado exigente para mi estado de forma. Se trata de correr a 5'/km, tiempo que domino bien en distancias más cortas, pero que en ese momento me resultaba más complicado mantener en largas tiradas. Para auto convencerme de que lo podría conseguir tiré de historial, y comprobé que ya he bajado en cuatro ocasiones de esa marca, y que he estado un pilín por encima en otras tres ocasiones. Quizá sea la euforia del corredor, pero lo cierto es que me dejé llevar por la estadística en lugar de tener en cuenta mi deficitario estado de forma por el parón, y el hecho de que mi mejor marca en los años 2016 y 2017 había sido 3h 40'.
Si mi primer error fue el tiempo objetivo, el segundo error fue seguir el plan de entrenamiento de Javi Guerra. Son sólo 10 semanas, cuando la vez que menos he preparado específicamente la distancia he invertido 12 semanas; y en ocasiones, hasta 16. Sin embargo, aquí el plan no sólo era menor en cuanto a tiempo, sino también en lo que a distancias largas se refiere. Aunque contempla correr en una ocasión media maratón, las tiradas de los domingos oscilan entre los 18 y los 22 kilómetros. Me parecen distancias muy cortas, y además pocas (sólo hay cuatro).
Entiendo que Guerra defienda que no es necesario correr muchos kilómetros para preparar un maratón, y es su teoría. Pero creo que está equivocado. A mí, al menos, me va mal. Este domingo, durante la prueba, fui muy bien hasta el kilómetro 30, y a partir de ahí -que es cuando siempre digo que empieza un maratón- las piernas empezaron a fallarme por falta de costumbre de recorrer distancias de ese tipo. Por tanto, y de cara a próximas citas, tengo claro que hay que realizar varias tiradas de 30 ó más kilómetros, y algunas más de distancias algo inferiores. Es la única forma de que el cuerpo se acostumbre a ellas. Lógicamente en el maratón exigiremos más a nuestro organismo, pero de esta forma estará mejor preparado para afrontarlo.
Mi tercer error a la hora de afrontar el Maratón de Jaén fue la estrategia. Aunque mi idea era correr a 5'/km, en una tirada de 18 kilómetros que hice en la pista el domingo anterior vi que era demasiado rápido, que no aguantaría las 105,5 vueltas pese a que ese día sí lo hice dando 40 vueltas. Por ello, opté por rebajar mi objetivo inicial de 3h 30' a 3h 45' lo que suponía correr a 5'20''/km.
Con esa idea llegué a la pista el día del maratón, pero como empezamos tan bien (alegres, eufóricos, sin calor, animados...), el crono marcaba un ritmo más rápido de lo que debía. Yo pensé que era sólo al principio, y que lo que hiciera a ese tiempo, pues ya lo tenía ganado; que después disminuiría la velocidad. Pero no fui capaz de parar, y el kilómetro 10 lo pasé en 51'19'' aproximadamente cuando debía haberlo hecho en 53'20''. El crono marcó en el kilómetro 20 un tiempo de 1h43'' aproximadamente cuando el objetivo era algo menos de 1h 47'. La media maratón la hice en 1h 49' en lugar de 1h 53' previsto, e incluso al kilómetro 30 llegué en 2h36' aproximadamente cuando debería haberlo hecho en 2h 40'.
Puede parecer una tontería ir cinco o diez segundos más o menos rápido, pero en un maratón se nota, y bastante. De hecho yo empecé a pagarlo a partir del kilómetro 30. De haber seguido ese ritmo, me habría aproximado a 3h 40', y sin embargo, los diez kilómetros que van del 30 al 40 los hice en casi 1h 10', es decir, a 7'/km. Ahí ya había perdido no sólo lo que había adelantado en los 30 kilómetros anteriores, sino mucho más.
Aunque en los 2,195 kilómetros finales el ritmo lo aceleré hasta 6'30''/km, el desastre fue total realizando la peor marca de mi historia con 3h56'01''.
Y todo por no atender a lo que me ha ocurrido en el pasado, a mi experiencia, y sí en cambio dejarme llevar por la euforia del corredor. Volví a confirmar que, si le pierdes el respeto a un maratón, éste te machaca.
Un último apunte en relación a la hidratación. Es fundamental hidratarse bien así como tomar complementos (geles, barritas, etc) de sales minerales, vitaminas, etc en el maratón. Yo hice la prueba el día de la carrera. Al levantarme la báscula marcó que pesaba 79,1 kgs. Hice un desayuno generoso, antes de la carrera bebí bastante agua y medio litro de bebida isotónica, y durante la carrera bebí muchísima agua y bebida isotónica que ofrecía la organización (no puedo calcular cuanto, pero al menos 3 litros ó más creo que tomé), y al acabar me bebí más de medio litro de agua y me comí una bandejita completa de fruta que daba la organización. Pues bien, cuando me pesé al llegar a casa la báscula marcaba 76,8 kgs, es decir, 2,3 kgs menos después de haber bebido y comido todo lo que os he indicado.
¡¡Vaya tela cómo desgasta un maratón!! Por eso hay que prepararlo a conciencia. 

jueves, 12 de julio de 2018

Objetivo Jaén (III): la crónica

Me ha resultado extraño correr un maratón en casa. Hasta ahora había participado (y acabado) en 13, y siempre fuera de Jaén. Por tanto, cada vez que planteaba la prueba suponía viajar. Es decir: planificar, contratar un hotel lo más cerca posible de la meta, en ocasiones volar y también conseguir dinero en una moneda diferente al euro, buscar lugares que visitar en la ciudad de destino, hacer turismo después del maratón (y no antes, como erróneamente hice alguna vez)...
En esta ocasión nada de eso era necesario. Correría en la pista de atletismo de La Salobreja, en mi propia ciudad, por lo que el único parecido con los maratones anteriores era realizar el plan de entrenamiento de la manera más adecuada posible, y correr el día de la prueba.
Despejado el fin de semana de cualquier tipo de cita, el sábado lo centré en descansar. A las nueve de la noche estaba ya cenando, y media hora después... en la cama. La carrera, por eso de evitar el calor de Jaén del mes de julio (se corría el día 8), empezaba a las siete de la mañana. Por tanto, había que cenar pronto, e ir temprano a dormir para estar levantado antes de las cinco de la mañana. Esa era la hora prevista para el desayuno, es decir, las dos horas obligadas de digestión antes de la salida.
Me acosté a las 21,30 h pensando que no podría dormir (como me ha ocurrido tantas otras veces), pero no. En pocos minutos estaba ya frito, y me desperté un momento antes de que sonara el despertador. A las cinco estaba ya desayunando... lo habitual, con los nervios también habituales, y -no voy a negarlo- con la sensación de estar un poco loco. 
Tras la comida, preparo la mochila y me visto siguiendo el ritual maratoniano de siempre con los muchos matices y detalles que ello tiene. ¡¡Jejeje!! ¡¡Qué cosas!!
A las seis y media estoy saliendo con el coche por la puerta de la cochera, y apenas diez minutos después ya estaba pisando La Salobreja. La organización se afana en los últimos detalles, y ya hay un buen número de atletas: unos haciendo cola para recoger el dorsal, otros vistiéndose, hay quien estira, e incluso alguno realiza las primeras carreras de calentamiento.
Charlo con algún conocido, me doy a conocer con algún desconocido, hago cola para recoger el dorsal... Los cálculos de la organización han fallado, y la carrera no empezará a las siete. Se retrasa la entrega de dorsales y por tanto la colocación de los atletas en sus puntos de salida pues según se corra de manera individual, por parejas o por cuartetos va en un lugar distinto de la pista.
Finalmente estamos saliendo a las 7,25 horas aproximadamente en un gran ambiente. Me parece mentira estar corriendo un maratón en mi ciudad. Es un lujazo. Enhorabuena a quien lo ha hecho posible, y si bien hay alguna cosa que mejorar, espero que la carrera se consolide en el tiempo. 
Creo que todos realizamos las primeras vueltas con una sonrisa en la boca. Estamos gente de Jaén, de Murcia, del País Vasco, de Valladolid, de Sevilla... y un británico que va a hacer 50 kilómetros. ¡¡Una máquina!! 
Quienes corremos el maratón de manera individual vamos por las calles 1 y 2. La calle 3 la ocupan quienes corren por parejas, mientras que los cuartetos van por las calles 4, 5 y 6.
Yo no soy de los más rápidos, pero tampoco de aquellos que llevan un ritmo más lento. Eso hace que tenga que ir adelantando a algunos, mientras otros me adelantan a mí. Es una especie de juego muy divertido donde nunca sabes cómo vas, pero das ánimos a quienes doblas, y quienes te doblan te dan ánimos a ti. Es una carrera distinta, diferente, especial... tremendamente sabrosa.
El británico corre más que un nublo. Nosotros debemos dar 105 vueltas y media a la pista, y él veinte vueltas más. Va rapidísimo, y lo veo pasar como un rayo. Es tremendamente educado porque no va pidiendo que le dejes pasar por la cuerda, sino que no duda en respetar a los demás, y en ocasiones tiene que salirse a la calle 3 para adelantar. Yo voy continuamente mirando para atrás, y cuando veo que me va a doblar, me salgo a la calle dos y le indico con la mano que pase por la calle 1. Él siempre me da un "Gracias Sir" que me deja con la boca abierta.
Marcho contento, entusiasmado con correr un maratón en Jaén (creo que lo he dicho antes, ¿verdad¿), pero no encuentro a nadie con quien ir a modo de compañero. El resto de corredores va más rápido o más lento que yo, por lo que no hay más remedio que circular en solitario. El gps es mi único compañero, y me indica que voy más rápido de lo que pretendía; mi idea era correr a 5'20''/Km, pero voy a entre 5'00'' y 5'10''. Intento frenarme, pero no lo consigo, y entonces me acuerdo de otras ocasiones en las que me ha pasado lo mismo, y al final he acabado pagándolo. A modo de autoayuda, pienso que esta vez no pasará, que voy muy bien, y que de seguir así lograré bajar de 3h30' cuando mi objetivo era hacer 3h45'.
No hay ninguna pantalla o sistema que indique las vueltas que llevo -ni yo ni ningún corredor- (eso sería algo a mejorar en próximas ediciones), de ahí que la mente deba ocuparla en ello. Procuro ir sumando mentalmente cada vuelta, pero me equivoco una y otra vez. Recurro al presidente de mi club, Pepe, y a otro compañero (ex presidente) Juande; están por allí colaborando y animando, y al pedirles que me miren las vueltas que llevo, no dudan en acudir a los jueces, y a la siguiente vuelta me dan el dato. La mayor alegría me la da Juande: en mi mente iba cuatro vueltas por debajo, y de golpe me coloco 1,6 kilómetros más adelante de lo que yo pensaba. Desde aquí dar las gracias a los dos, y también a Rafa Martos, a quien acudí en alguna ocasión.
Agradecer también la labor de Gaspar Molina, el speaker. Las continuas referencias que va haciendo de los corredores al paso por meta te hace sentir protagonista de la carrera. Al menos así me sentía yo cada vez que decía mi nombre y algún chascarrillo sobre mí. Grandísimo trabajo, Gaspar, el que realizas. 
A medida que pasan lo kilómetros el cansancio se va haciendo más presente, pero logro mantener el ritmo. Hasta la media maratón conservo los cuatro minutos por debajo del tiempo objetivo, y al llegar al kilómetro 30 la rebaja se ha quedado en poco más de dos minutos. En el 30 es cuando creo que empieza realmente el maratón, y las fuerzas me empiezan a flaquear. Las piernas dan los primeros síntomas de ponerse rígidas y ya no marcho tan bien como antes. ¡¡Claro, si es que esto es un maratón, y aquí no es cómo empiezas sino cómo acabas!!
La bajada de ritmo es brutal, y al pasar por el km 40 ya circulo ocho minutos más lento del tiempo inicial previsto. Pero no puedo ir más rápido. Me es imposible. El objetivo es ahora acabar, acabar manteniendo el tipo. No sé si lo consigo porque los dos últimos kilómetros (y 195 metros) los hago a más de seis minutos... pero me animo un poquito cuando los jueces, Gaspar y Juande cantan que me quedan cuatro vueltas, tres, dos... y la última.
¡¡Ya sí que acabo!!
Da igual el tiempo. Acabo el maratón de mi tierra. Me salgo a la calle tres para entrar en meta, levanto los brazos, saludo a Juande, y a Gaspar,  y cruzo la meta. Paro el crono en 3h56'01''. Da igual. Es el peor tiempo de todos los maratones que he corrido en mi vida, pero no importa. Es en mi tierra, y ha merecido la pena.
Enhorabuena a quienes lo han hecho posible. Ojalá se siga celebrando, y yo intentaré estar en la línea de salida... y de meta.

lunes, 9 de julio de 2018

Solución a Cooptación

Ayer me llegó la solución a la duda que os planteaba sobre el significado de la palabra cooptación. Fue vía whatsapp y mediante la fotografía de una página del libro titulado Fundamentos de Ciencia Política, cuyos coordinadores son Andrés de Blas Guerrero y Jaime Pastor Verdú.
He intentado insertar la solución a modo de comentario en el catite de ayer, pero el sistema no lo permite al ser el escrito excesivamente largo. Por tanto, os lo muestro aquí.
El libro recoge lo siguiente:

"Se entiende que la elección comprende siempre dos elementos: a) el procedimiento formal de acuerdo con el cual debe desarrollarse y que viene regulado mediante normas apropiadas de la organización de que se trate; y b), la acción significativa de escoger (de elegir, y no sólo de votar) a los titulares de ciertos roles dentro de esa organización.

Clásicamente, se intenta distinguir el concepto de elección de otros dos, técnicamente próximos en cierta medida, como son los de designación y cooptación. Más allá de criterios cuantitativos, referentes al número y proporción de los elegidos, cooptados o designados en relación al de quienes han participado en cada caso en el respectivo procedimiento de decisión, el criterio clave para efectuar dicha diferenciación es más bien de orden cualitativo: la persona designada está llamada a ser un subordinado de quienes la designan; la cooptada pasa a ser un colega, un compañero de quienes la han cooptado, en un plano de igualdad con ellos; y la persona elegida ocupa desde ese momento un cargo de autoridad, que ejercerá como tal sobre quienes la eligieron".

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Ahora sí que ha quedado solucionada mi duda. Gracias a Jose por hacerlo posible.

domingo, 8 de julio de 2018

Cooptación

Continuando con la confección de mi particular diccionario, compuesto por aquellas palabras que encuentro en las lecturas de mi día a día, y de las que desconozco o dudo de su significado, hoy os traigo otra.
El periodista Ignacio Camacho, en la columna que diariamente escribe en ABC, se refería ayer al sistema electoral a doble vuelta de las primarias del PP. Decía lo siguiente: “El mecanismo, ya ensayado en algunos ámbitos territoriales, es una rareza diseñada ante la presión creciente de los afiliados, pero a escala nacional nadie pensó nunca en tener que utilizarlo; acostumbrada a exaltar la unidad, la organización ha creído siempre más en la cooptación como método para decidir el liderazgo”.
Ahí está: cooptación. No sé lo que signifca, pero podría deducir dos posibles significados. Por un lado, y ateniéndonos a la historia del PP, cooptación podría significar “designar directamente a alguien”, es decir, “elegir a dedo”. Por otra parte, y si Camacho está diciendo que en el PP no ha gustado ni gusta recurrir a la votación para elegir al líder, igual el significado de cooptación podría ser “elegir por consenso”.
Para solventar mi duda por completo, y como hago siempre, he acudido al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española, y esto es lo que he encontrado:

COOPTACIÓN: 1. f.Acción y efecto de cooptar.

COOPTAR: 1. tr. Llenar las vacantes que se producen en el seno de una corporación mediante el voto de los integrantes en ella.

Pues no lo entiendo. Cooptar viene a ser sinónimo de votar. Por tanto, no tendría matiz diferenciador. A no ser que Ignacio Camacho se refiera a que la elección se produzca mediante la votación únicamente de los dirigentes o cargos del partido, sin tener en cuenta a los militantes, a las bases.

A ver qué dice el María Moliner.

COOPTACIÓN: Designación de alguien para miembro de una corporación por elección y no por reglamento.

COOPTAR (derecho): Optar a cierta cosa junto con otro u otros.

Viene a ser lo mismo que el RAE. Por tanto, mi duda no está solventada. Aunque podría ser -como he dicho en una de las posibilidades anteriores- que sólo eligieran/votaran los cargos del partido, y no la militancia. ¿Qué os parece a vosotros?

sábado, 7 de julio de 2018

Aporía

Continuando con la confección de mi particular diccionario, compuesto por aquellas palabras que encuentro en las lecturas de mi día a día, y de las que desconozco o dudo de su significado, hoy os traigo otra.
He empezado la lectura de un libro que en su primer párrafo dice lo siguiente: “Nada nos humaniza tanto como la aporía, ese estado de intensa perplejidad en el que nos encontramos cuando nuestras certezas se hacen añicos”.
Ahí está: aporía. Es la primera vez que veo esta palabra, y no sé cuál será su significado. Podría ser, por lo que indica el propio autor tras utilizarla, que es algo así como un estado de ánimo de desazón, desgana, quizá de impotencia... provocado por el descubrimiento de algo. Algo así como quedarse planchadocuando conocemos algo que francamente no esperábamos.
Para solventar mi duda por completo, y como hago siempre, he acudido al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española, y esto es lo que he encontrado:

APORÍA: 1. Fil. Enunciado que expresa o que contiene una inviabilidad de orden racional.

Efectivamente es lo que imaginaba. Una creencia que teníamos se nos viene abajo, aunque con el matiz de que nos saca de nuestro error algo racional, una verdad incuestionable ante la que nada podemos hacer. 
Llevado por la curiosidad, regreso al texto de mi libro. ¡Vaya! Bastaba con haber seguido leyendo un poquito más. Fijaos lo que dice todo el párrafo: 

Nada nos humaniza tanto como la aporía, ese estado de intensa perplejidad en el que nos encontramos cuando nuestras certezas se hacen añicos; cuando, de repente, quedamos atrapadas en un punto muerto, sin poder explicar lo que ven nuestro ojos, lo que tocan nuestros dedos, lo que oyen nuestros oídos. En esos raros momentos, mientras nuestra razón se esfuerza con valentía para comprender lo que registran nuestros sentidos, nuestra aporía nos humilla y prepara a la mente bien dispuesta para verdades antes insoportables”.

Esto promete. Ya os contaré.

viernes, 6 de julio de 2018

Objetivo Jaén (II): alea iacta est

Pasado mañana es la gran cita. La pista de atletismo de La Salobreja acogerá el domingo, 8 de julio, el I Maratón Ciudad de Jaén. Y allí estará un servidor para afrontar las 105 vueltas que hay que dar para cubrir los 42,195 kilómetros de la prueba reina del atletismo.
Debo reconocer que tomé la decisión de participar un poco a la ligera, sin pensármelo demasiado, pero si en ocasiones anteriores me he desplazado a 3.500 kilómetros de distancia para participar en un maratón... ¿no voy a formar parte del que organizan en mi ciudad?
Mi objetivo es empezar... y acabar. Intentaré parar el crono en un tiempo decente, pero entiendo que con llegar a la meta es suficiente teniendo en cuenta que a la habitual dureza de un maratón, esta prueba suma la fortaleza mental que hay que tener para dar 105 vueltas a una pista de atletismo.
El que decidiera correr este maratón sin pensarlo demasiado no quiere decir que no me haya preparado bien. Comencé el pasado 30 de abril un plan de 10 semanas que concluyó ayer. Bueno, para ser rigurosos, el plan concluirá el domingo con el maratón, pero fue ayer jueves cuando realicé las últimas series contempladas en mi plan.
Han sido diez semanas, 70 días, 496 kilómetros, entrenamientos a las cinco y media de la mañana, otros a las tantas de la noche, unos sin ganas, otros más motivado, en alguna ocasión casi me da un jamacuco por el calor... Y todo ello compaginándolo con las obligaciones laborales, familiares, de ong´s, o con otras inquietudes de ocio que tengo. 
He vivido en primera persona que si le pierdes el respeto a un maratón, puedes pasarlo muy mal. Por eso, hay que afrontarlo con un mínimo de preparación. Creo que para el domingo llego por los pelos, pero llego. Al menos, tengo el ánimo de concluir el primer maratón que se celebra en Jaén, y -si no pasa nada raro- lucir con orgullo la medalla de finisher.
Aunque, como he dicho, el plan concluyó ayer, me suena un poco raro hacer series un jueves, y ya descansar hasta el domingo. Mañana haré una tirada cortica y relajada simplemente a modo de disfrute previo a la gran cita del domingo.
Por tanto, hoy ya puedo decir de cara al que será mi maratón número 14: alea iacta est.

miércoles, 4 de julio de 2018

No dormirás

No me gusta ir al cine a pasarlo mal, pero en ocasiones me siento con las pilas cargadas... y hago un intento. En esta ocasión, con No dormirás, ha pesado también el que Belén Rueda y Natalia de Molina sean dos de las protagonistas.
Belén Rueda es una prestigiosa actriz -incluido el punto de excentricidad que caracteriza a los genios- y directora de escena que, tras unos años fuera del mercado, regresa con algo diferente. Ultima su nueva obra teniendo como escenario un antiguo psiquiátrico en el que el público deberá seguir a los actores por diferentes estancias del edificio para entender el hilo de la historia.
Rueda basa la obra en el hecho de que los actores no duerman porque tiene la teoría de que cuanto más tiempo estén sin dormir, mejor será su interpretación.
Natalia de Molina y Eva De Dominichi llegan a última hora para sustituir a la actriz principal que ha abandonado los ensayos. Ambas competirán por el papel, y aunque Eva es a priori la elegida, los límites a los que le lleva Belén le hace dudar seriamente de la idea de continuar.
Un psiquiátrico abandonado, actuar en un estado físico límite que te hace ver y sentir  cosas raras, con personajes que parecen estar un poco locos por sus teorías interpretativas representan un buen coctel para una película de miedo.
Al margen de la historia en sí, que tiene continuos giros para acabar sorprendiendo, en No dormirás encontramos principalmente un acercamiento a las obsesiones. Llevadas a un límite nos impiden ver/pensar con lucidez, y eso nunca es bueno.
Intentad verla.