lunes, 17 de diciembre de 2018

11 años catiteando

Fue el 14 de diciembre del año 2007 cuando echó a andar El Catite. El pasado viernes, 14 de diciembre de 2018, celebró su 11º cumpleaños.
Más de 67.000 visitas y 690 (con este) catites son los dos grandes números de esta aventura personal que comenzó con un marcado carácter reivindicativo, para poder decir aquí aquello que no nos dejaban en otros lugares. Aunque no ha sido igual a lo largo de estos once años. El Catite, como la vida misma, ha ido cubriendo etapas, por lo que hemos tenido un poquito de todo, aunque siempre bajo el tamiz de "aquello que más nos interesa".
Periodismo y running son los dos pilares actuales de este blog, aderezados con diccionario (esas palabras que leemos por ahí, y nos suenan a chino, pero son castellano), mucho cine y algunos libros, reflexiones personales...
Aquí seguimos once años después, y la intención es seguir estando mientras aguante el cuerpo. 
Gracias por estar ahí.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Apegarse y abajarse

La primera vez que escuché a alguien usar el verbo apegarse lo asocié a una palabreja del uso popular pero incorrecta a todas luces. Lo mismo me ocurrió con abajarse. Sin embargo, y dado que estoy comprobando que se usan de manera más habitual de lo que yo esperaba, he acudido al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española, y esto es lo que he encontrado:

APEGAR: 1. tr. desus. Pegar. Era u. t. c. prnl. U. c. dialect.
2.- prnl. Cobrar apego.

ABAJAR: 1. tr. Bajar. U. t. c. intr. Y c. prnl.
2. tr. Veter. Cortar mucho del caso de las caballerías.

Y me quedo perplejo comprobando que no sólo existen sino que su uso es correcto, aunque alguna se encuentre en desuso. Resulta más habitual utilizar pegarque apegar, o bajarque abajar, pero ya digo que sería correcto su utilizacion.

Por tanto ya no me reiré más cuando escuche a un entrenador de fútbol gritarle a uno de sus jugadores “apégate al (jugador) número 5 (rival)” para defenderlo mejor, o cuando alguien le pida a otro “abájate a la calle que tengo que decirte algo”.

¡¡Qué cosas!!

sábado, 1 de diciembre de 2018

Queen es... la vida

La pasión es SIEMPRE garantía de éxito. Si no es de cara al exterior, sí desde un punto de vista personal. Para conseguir nuestro objetivo, cualquiera que éste sea, resulta necesario que pongamos en ello toda nuestra pasión porque la desgana no lleva a ningún sitio mas que al fracaso.
Siempre ayuda tener un puntito de suerte, pero pese a que ésta no llegue a la primera o a la segunda, o a la tercera... si ponemos pasión en algo y seguimos intentándolo pese a los reveses que vayan llegando, al final lo conseguiremos. El éxito está al final del camino, pero también lo degustaremos durante el viaje.
A lo largo de una vida es inevitable la llegada de momentos de euforia y también de penuria; la clave está en saber afrontarlos. Tan necesario es actuar bien en la riqueza como en la pobreza. El problema es que en nuestro entorno hay quien nos quiere de corazón, y quien lo hace por interés; y tendemos a hacer caso casi siempre a las peores influencias. 
Lo deseable es ver la luz, y darnos cuenta de que quien nos quiere realmente ha estado ahí siempre, apoyándonos en los momentos difíciles, y diciéndonos las verdades -por mucho que nos dolieran y no quisiéramos escucharlas- cuando viajamos en la cresta de la ola. Por ello, porque nos duele la verdad a la cara, nos refugiamos en los adoradores y acabamos perdiéndonos. La lucidez nos permitirá encontrarnos de la mano de los nuestros, pero no siempre se consigue.
Todo esto que os cuento es la vida misma, y lo podéis encontrar en Bohemian Rhapsody, la película que nos cuenta la historia del grupo de música británico Queen, y especialmente de su vocalista Freddie Mercury.
Nunca fui seguidor ni de Queen ni de su música, pero la película me ha enamorado.
No entro a valorar ni el estilo de vida ni la figura de Mercury, ni si los actores son buenos o malos, ni si hay errores biográficos en la historia. Me quedo con el recorrido por la vida de un cantante y un grupo, y con lo brutal que resulta su música.
Para acabar, os dejoUn detalle -entiendo- muy significativo. Conversación que mantuve en el tramo final de la película con mi hija, preadolescente, enamorada del tipo de música actual:
Yo: "Esto es música de verdad y no la de Operación Triunfo".
Ella: "Sí. Ahora no hay música como la que había antes".
IMPRESCINDIBLE. 

domingo, 25 de noviembre de 2018

Para los forofos de Potter

El otro día me enteré que la saga Animales Fantásticos es la precuela de Harry Potter. Atraído por conocer cómo habría construido la creadora del mago más famoso de la historia el camino que lleva hasta el chaval de la cicatriz en la frente, vi en vídeo la primera parte de la nueva serie, y he ido al cine a ver la segunda parte titulada Animales Fantásticos: los crímenes de Grindelwald.
La primera parte creo que poco tiene que ver con Potter, y parece estar ahí casi por accidente. En esta segunda entrega -al parecer vienen tres capítulos más- se lo han currado más, y se empiezan a ver algunas cosas que tendrán su recorrido con Potter.
Este Animales Fantásticos es una película entretenida para quien no quiera ir más allá, aunque cansa en muchos momentos por lo complejo que resulta todo. Me decanto por pensar que sí es ideal para los forofos de la saga Potter, ya que son ellos -yo me pierdo con tanto nombre de familias, personajes, magos...- quienes entenderán algunas de las cosas que suceden aquí con lo que ya vieron en Potter, y viceversa.
Fui al cine con varias de estas enamoradas de Potter, y al salir empezamos -más bien empezaron ellas- a contar lo que había ocurrido y a donde llevaba, o de dónde venía, me sentí como si no hubiésemos visto la misma película.
Para los profanos en la magia, no está mal para echar un buen rato. Para los amantes de Potter, es una película obligada de ver.

jueves, 22 de noviembre de 2018

Extraña Confabulación

Carlos del Amor es un magnífico contador de historias. Lo demuestra cada día con su trabajo en RTVE, y por eso mismo es uno de mis referentes periodísticos de este país. Pero me ha descolocado con Confabulación (Del Amor, Carlos. Espasa. Barcelona. 2017).
Me gusta tanto su trabajo audiovisual que estaba seguro -y deseaba- que daría el salto al mundo editorial. Lo hizo con La vida a veces y, quizá porque mis expectativas eran muy altas, me decepcionó bastante que optara por ofrecernos minihistorias. 
Pero a un referente no lo relegas a las primeras de cambio. Hay que darle otra oportunidad. Así, llegó El año sin verano. Esto ya era otra cosa, y aunque la satisfacción no fue completa por algún tópico repetido, sí que vimos a un Carlos del Amor más cercano al escritor que esperamos.
Confabulación es su tercer libro, y tras leerlo vuelvo a las malas sensaciones. 
Andrés es un tipo normal a quien le detectan una enfermedad mental rara: confabulación (lo he buscado, y es algo que existe realmente). Su mente va por libre en algunos momentos, y eso hace que cree situaciones que no han ocurrido en realidad, pero él las tiene en su mente como ciertas. A partir de este punto inicia un viaje interior que le lleva a intentar averiguar cuáles de sus recuerdos sucedieron y cuáles no.
Confabulación es la historia de una persona que el cuestionar su pasado le lleva a replantearse su presente, y a intentar ser dueño de su futuro. 
El libro empieza con mucha fuerza para coger después una línea más plana porque no sabes si lo que te cuenta ocurre realmente o es una invención más del protagonista. El inicio promete porque te sorprende la confabulación y te intriga por dónde puede ir el resto la historia; pero Del Amor toma un camino que te lleva incluso a no disfrutar con la lectura ya que tienes la sensación de que te están mintiendo; por eso paso páginas por llegar al final, sin demasiada ilusión en ilusionarme. De todas formas siempre tienes la esperanza de que llegue ese giro inesperado que te deje con la boca abierta, y... 
Quizá una de las causas de mi sinsabor sea que tanta reflexión llega a aburrirme. 
Pese a la decepción, sigo confiando en Del Amor. Le daré otra oportunidad.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Sicómoro

El evangelio de San Lucas correspondiente al día de ayer recoge lo siguiente: “... un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicómoro para verlo, porque tenía que pasar por allí”. 
Encuentro una palabra que me llama la atención: sicómoro. Supongo que será un árbol o una planta de gran porte con fuerza suficiente como para aguantar el peso de un hombre, por pequeño que éste pueda ser. Pero en mi vida he escuchado el término. Para salir de dudas acudo al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española, y esto es lo que encuentro:

SICÓMORO: 1. m. Árbol de la familia de las moráceas, que es una higuera propia de Egipto, con hojas algo parecidas a las del moral, fruto pequeño, de color blanco amarillento, y madera incorruptible, que usaban los antiguos egipcios para las cajas donde encerraban las momias.
2. m. plátano falso.

Duda solucionada.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Tosar, un gran James Bond al servicio de Su Majestad

No recuerdo antes de qué otra película vi el trailer de La sombra de la ley, pero sí tengo claro que me llamó tanto la atención, que a los pocos días estaba en la sala de cine donde la proyectaban.
Yo esperaba algo parecido a Los intocables de Eliot Ness, es decir, la eterna lucha entre policías que hacen bien su trabajo contra colegas corruptos, y por supuesto contra mafiosos, contrabandistas, asesinos... los malos. Y no sólo encontré eso sino mucho más.
La trama se desarrolla en la Barcelona de la España del año 1921. La situación social es tremendamente convulsa, y aunque no sé si la historia se basa en un hecho real, lo cierto es que hablamos del reinado de Alfonso XIII con una forma de gobernar más próxima a la dictadura que a la democracia, y con los militares teniendo un gran protagonismo prácticamente en todas las instituciones. De hecho, el gobernador civil de Barcelona en la película es un militar; y éste ha dado un ultimátum al comisario de la policía: o encuentra en 48 horas a los autores del asalto a un tren militar cargado de armas, o saca el ejército a la calle. Los principales sospechosos son los anarquistas, y no se quiere que puedan estar armados ante la inminente rebelión popular que se masca en al ambiente, con una población cada vez menos próxima al régimen establecido, y en consecuencia cercana a un cambio de la situación cuya opción más viable es unirse a las prácticas anarquistas.
Luis Tosar encarna el papel de Aníbal Uriarte, un polícia de Madrid que llega a Barcelona para ayudar en el esclarecimiento del robo. Pero Aníbal no sólo tiene enfrente a los bajos fondos de la ciudad, sino también a un buen número de policías corruptos cuyo principal interés es el propio.
En este contexto Uriarte empieza a hacer cosas raras, sorprendentes tanto para sus compañeros como para el propio espectador. Es como si su personaje escondiese algo, o igual es sólo una apreciación personal.
Me resulta tremendamente atractiva tanto la historia en sí, como su desarrollo, y especialmente las muchas dudas y contradicciones que debe afrontar nuestro héroe, Aníbal, ante una situación social complejísima donde buenos y malos hay en todos los bandos.
Uriarte viene a ser algo así como nuestro James Bond al servicio de Su Majestad, o el Capitán Alatriste de principios del siglo XX. Su lealtad al país no es cuestionable. Otra cosa es que no sepamos muy bien, o no esté perfectamente claro, qué significa eso, la lealtad al país. 
La película es un más que claro ejemplo de las sombras, y también las luces, que ha habido en el pasado, que hay en el presente, y que seguro siempre habrá en torno a la ley.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Me hago mayor

El otro día leí -o escuché- en algún sitio uno de los síntomas que indican que nos hacemos mayores. A saber: "tu hija te pide un pen-drive para grabar música. Cuando te lo devuelve, no ha borrado las canciones, y tú, llevado por la curiosidad, le echas un vistazo... ¡¡¡y no conoces ninguna!!!. Definitivamente te estás haciendo mayor".
En la reciente Feria de San Lucas (de Jaén capital) he tenido esa sensación. Entrase a la caseta que entrase me sentía perdido ante la música que escuchaba. Tomaba un soplo de confianza con Raphael y Mi gran noche, o el Salta de Tequila, pero poco más. El reggaeton ha impuesto su dictadura. No se oía otra cosa. A mí me sonaba a chino, salvo algún estribillo suelto que creía haber escuchado antes en algún que otro lugar, pero poco más. Sin embargo, todos a mi alrededor, TODOS Y TODAS, lo cantaban y bailaban como si no hubiera un mañana.
Pedí asilo en la caseta Treintaitantos, pero la suerte no fue mejor. No encontré la caseta Cuarentaitantos ni tampoco la Casicincuenta.
¿Dónde estaban Dire Straits con sus míticas Sultans of swing o Money for nothing? ¿Y el We will rock you o el Don´t stop me now de Queen?  Eché de menos cualquier canción de los Rollings, alguna de Pink Floyd, el Born to run de Springsteen, el Corazón espinado de Maná y Santana...
¿Qué hay de los clásicos fiesteros nacionales como el A quién le importa de Alaska y Dinarama, el Pacto entre caballeros de Sabina, cualquiera de Los toreros muertos, el Marta tiene un marcapasos de Hombres G, Miguel Ríos y su Rock de la cárcel...?
¿QUÉ FUE DE LA MÚSICA DE LOS 80 Y DE LOS 90?
No se la ha oído por el ferial en este San Lucas 2018. Ojalá alguien le ponga remedio para próximos años. La he echado mucho de menos. Quizá sea porque... Me hago mayor.

martes, 30 de octubre de 2018

SuperPaco, un ejemplo a seguir

No es imprescindible tener mucho contacto con el mundo del atletismo para conocer a SuperPaco. Cualquier persona que tenga una mínima inquietud de informarse de cuanto pasa a su alrededor seguro que ha sabido de este corredor popular tan particular.
Se trata de Francisco Contreras Padilla. Un malagueño de casi 80 años que por recomendación médica de hacer algo de deporte, se puso las zapatillas, y hoy día es todo un ejemplo de superación en las carreras de ultra distancia por montaña.
SuperPaco. Kilómetros de vida (Contreras, Inés y Contreras, Francisco. Editorial Formación Alcalá. Alcalá la Real, Jaén. 2016) es la historia de su vida y de su reciente pasión por devorar kilómetros.
El libro está escrito por sus hijos Inés y Francisco, siendo este último quien le acompaña en todas sus aventuras atléticas.
El libro está dividido en varias partes muy marcadas: cómo fue su niñez, juventud y madurez en momentos muy complicados del país; sus carreras con mil y una anécdotas; sus pensamientos a la hora de afrontar una carrera o los elementos que hay en torno a ellas; la rutina familiar en el día a día de Paco y sus hijos; y finalmente la aportación de un buen número de corredores que explica cómo fue su encuentro con el protagonista, o cómo es la relación de amistad que mantiene con él.
Quien busque consejos para hacer carreras de ultra distancia, que no se acerque a este libro. No va de eso.
Es la historia vital -por medio de sus hijos- de un hombre que no ha hecho en su vida más que trabajar, y que ahora se permite el lujo de disfrutar de la naturaleza (una de sus pasiones) a través de las carreras de montaña.
Tampoco es una obra maestra de la literatura universal, sino simplemente el ejemplo de un hombre humilde que empezó a correr a una edad sorprendentemente elevada, y que eso no sólo no fue un impedimento para practicar atletismo sino que, precisamente por el hecho de hacerlo, se ha convertido en un ejemplo de que, si quieres, puedes.
Conocí personalmente a SuperPaco en la única ocasión en que intenté correr los 101 kilómetros de Ronda; me tuve que retirar en el kilómetro 65, y cuando a la mañana siguiente fui a recoger mi mochila, allí estaba él, siendo el centro de atención de todos los presentes, y posando para las fotos con todo aquel que se lo pedía. Yo no lo hice, quizá por vergüenza, pero cuando no lo dudé cuando tuve de nuevo ocasión. Fue por la celebración, en el año 2016, de la carrera de la Cresta del Diablo en Torredelcampo. SuperPaco ofrecía una conferencia, y no dudé en acudir. Le escuché atentamente, y después compré el libro y le pedí que me lo firmara.
Lo dicho, un ejemplo a seguir.

lunes, 29 de octubre de 2018

Objetivo Alcalá de Henares (V): la foto


Cubierto otro objetivo, en este caso mi maratón número 15. La primera meta era bajar de 3h30', y lo logré. Por poco, pero lo conseguí.
Mereció la pena el esfuerzo, aunque pudo haber sido mucho mejor. En unos días estará la crónica del maratón de Alcalá de Henares 2018.

viernes, 26 de octubre de 2018

Objetivo Alcalá de Henares (IV): alea iacta est

Pasado mañana, domingo 28 de octubre, me espera en Alcalá de Henares mi maratón número 15. 
Hasta el momento de la salida, previsto para las 8,30 horas, no volveré a ponerme unas zapatillas para correr. Viene a ser algo así como el descanso del guerrero ante la inminencia de la gran batalla.
Empecé la preparación específica para la carrera el pasado 6 de agosto. Han sido 12 semanas de tiradas largas, cortas, series casi de todo tipo, madrugones, trasnoches, calor, lluvia (algún chaparrón impresionante ha habido), y sobre todo compaginar los entrenamientos con la vida familiar, laboral, de ocio...
Parece jodido, ¿verdad? Pues lo es. Lo que pasa es que, como sarna con gusto no pica, aquí estamos. Y, si no pasa nada, seguiremos mientras el cuerpo y la mente aguanten.
Ha sido un duro trabajo que tendrá su culminación en pocas horas. Creo que el entrenamiento ha sido bueno porque ha venido a completar el que ya hice para el maratón en pista de Jaén, a principios del pasado mes de julio. Entonces fue casi mi inicio de temporada y la cosa no fue muy bien; ahora espero y confío en una mejor carrera porque me encuentro en mejor estado físico. Aunque con el maratón nunca se sabe. Hacer las cosas bien no te garantiza nada porque son muchas las variables que influyen, pero las sensaciones son buenas.
A día de hoy llevo recorridos en lo que va de año 1.666 kilómetros (entre entrenos y carreras), de los que 620 kilómetros han sido de preparación para Alcalá de Henares. Todos compaginando mis Asics Glorify 3 y mis Brooks Launch 3. Han ido geniales las dos, pero el maratón lo correré con las Launch buscando los buenos momentos que viví en la anterior ocasión que las usé.
Tras un buen plan de entrenamiento, con tiempos con los que estoy bastante satisfecho, y un volumen de trabajo entiendo que también adecuado, mi idea es aproximarme a las 3 horas y 30 minutos. No me cito con ellas desde que en el año 2014 hice en París 3h27'23''; y desde entonces la cosa no ha sido demasiado buena: Zaragoza 2016 (3h40'06''), Estocolmo 2017 (3h47'55'') y el desastroso Jaén en pista 2018 -la peor marca de mi vida- (3h56'01'').
A ver si la tercera edición del maratón de Alcalá de Henares me regresa a la senda de los buenos tiempos, me acerco a esas tres horas y media, e incluso a mi mejor marca en la distancia que, con 3h25'10'', es del año 2012 en Sevilla. Y a ello estoy seguro contribuirá la liebre de lujo que llevaré: mi cuñao el granaíno. Pese a tener mucho mejor marca que yo, sacrifica -otra vez- su carrera por echarme una mano en intentar conseguir mi objetivo. Solamente por eso tengo la obligación moral de darlo todo... y esa es mi intención.
Son las ideas que me pasan por la mente echando la vista atrás a estas últimas 12 semanas, y también mirando a los dos próximos días. 
Mi maratón número 15 está a la vuelta de la esquina. Alea iacta est.

domingo, 14 de octubre de 2018

Arredrar

Leyendo un texto del Papa Francisco, y en referencia a la Virgen María, dice lo siguiente: “A ella le suplicamos que nos dé un alma de pobre que no tenga soberbia, un corazón puro que vea a Dios en el rostro de los desfavorecidos, una paciencia fuerte que no se arredre ante las dificultades de la vida”.
Ahí encuentro una palabra que me chirría: arredre. Supongo que será del verbo arredrar, y por el contexto entiendo que se refiere a una paciencia que no se venga abajo, que no se amilane, que no se rinda... ante las dificultades de la vida. Igual se trata de un término sudamericano por el origen del Papa, o simplemente otra de esas muchas palabras que veo desconozco.
Para salir de dudas acudí al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española, y esto es lo que encontré:

ARREDRAR: 1. tr. Apartar, separar. U. t. c. prnl.
2. tr. Retraer, hacer volver atrás por el peligro que ofrece o el temor que infunde la ejecución de algo. U. t. c. prnl.
3. tr. Amedrentar, atemorizar. U. t. c. prnl.

Acerté. Aunque la segunda acepción podría servirnos, la tercera viene clavá.

Una monja maligna con tintes humorísticos

No suelo ir al cine a ver películas de miedo porque prefiero pasar un rato agradable en lugar de un mal rato. Pero en esta ocasión, no sé bien por qué, me decanté por La monja.
En una abadía de clausura de Rumanía aparece muerta una monja. Todo apunta a que es un suicidio, pero el Vaticano manda a investigar el suceso a un sacerdote especialista en exorcismo, y a una joven novicia a punto de tomar sus votos que tiene un pasado especial. Esto ya apunta a que quizá el suicidio no lo fue. Al llegar allí se encuentran con que el lugar parece estar poseído por algo maléfico, y el ser maligno se hace presente a través de una monja. 
A medida que avanza la historia, el suspense y el miedo se van imponiendo mezclando el presente con el pasado de los protagonistas. Ya no se trata de saber por qué murió la monja suicida, sino quizá salvar las vidas del resto de las monjas, y por supuesto la de los dos protagonistas que, por cierto, son ayudados por un vecino de la zona.
Se pasa miedo, y sobresaltos, incertidumbre, intriga... pero en determinados momentos, y especialmente al final, detecto un punto humorístico (quizá cutre) donde la historia me lleva más a reírme que a asustarme. No sé si es porque no soy muy habitual en este tipo de películas, o porque no he visto la otra peli que antecede a esta (Expediente Warren: El Caso Einfield), pero lo cierto es que opté por ir a sufrir, y no lo hice tanto.

martes, 2 de octubre de 2018

Decepcionado con "Todos lo saben"

Un compañero de trabajo que dijo el otro día que Todos los saben es un peliculón. Él no la había visto, pero por lo que había oído se postulaba como una de las grandes historias del año, con muchas papeletas para destacar en los Oscars
Nunca me ha gustado mucho Javier Bardem, pero como dice mi compañero y sin embargo amigo Rafa Rus, el repartaco que tiene la película (además de Bardem están Penélope Cruz, Ricardo Darín o Inma Cuesta) merecía que le diera al menos un voto de confianza. Así lo hice ayer, y acabé decepcionado.
Laura vuelve desde Argentina a su pueblo natal. Lo hace para la boda de su hermana, y regresa con su hija adolescente y su hijo de corta edad. Su marido, por cuestiones laborales, no ha podido acompañarla. 
Todo va según lo previsto, y la boda es lo que se esperaba hasta que ocurre algo terrible. Alguien ha secuestrado a la hija de Laura. Bueno, la han secuestrado o ella se ha marchado a modo de broma pesada o acto de rebeldía.
Si se ha marchado... ¿por qué?. Si la han secuestrado, ¿quién ha sido? ¿alguien conocido y cercano, o unos profesionales?
Laura, toda su familia y algún amigo se dedican a solventar el asunto, y el director busca la incertidumbre del espectador intentando hacer sospechar de todos, hasta el que pueda parecer más inocente.
La trama no es nada nuevo, de hecho quizá sea un tópico de la historia del cine ofrecer pregresivamente pistas de que todo el mundo pudo tener un móvil para ser el autor de la fechoría que se investiga. Aquí se intenta pero ciertamente no se consigue, al menos yo no me identifiqué con la historia. No sé si por la poca credibilidad de alguno de los personajes, porque la película se me hizo larga y lenta en muchas ocasiones, o por los elementos accesorios que intentan aderezar la trama principal pero que acaban haciéndola aún menos creíble.
No seré yo quien diga que los actores están mal. Lo que no me convence es el todo. Y menos aún el final.
Ya digo que yo esperaba más, pero la única forma de salir de dudas sobre si me gusta o no es ir al cine.


lunes, 17 de septiembre de 2018

Huso y ermita

En los últimos días se ha hablado mucho, y aún se sigue haciendo, sobre la necesidad de un cambio del huso horario, o no. Cuando vi la palabra huso en el titular de un periódico me eché las manos a la cabeza. "¿Huso con hache? ¡¡Qué barbaridad!! Vaya faltón de ortografía". Fue sinceramente lo que pensé. Pero tras seguir encontrando la palabra así escrita, con hache, en varios lugares más me empecé a mosquear. A ver si huso va a ser con hache.
Para salir de dudas acudí al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española, y esto es lo que encontré:

HUSO HORARIO: 1. m. Geogr. Cada una de las partes en que queda dividida la superficie terrestre por 24 meridianos igualmente espaciados y en que suele regir convencionalmente un mismo horario.

¡¡Pues vaya!! Resulta que huso horario es con hache. Vaya puntazo descubrir esto a estas alturas.
¿Sabéis qué os digo? Que huso con hache me chirría tanto a la vista como ermita sin hache.

domingo, 9 de septiembre de 2018

El arte de hacer reír

Curro es el típico liante español. A lo largo de su vida ha tenido momentos de dificultades económicas, y otros de ganar mucho dinero. Pero como lleva en su ADN la liantía, se ha pegado un batacazo de órdago en su actual trabajo de venta de robots de cocina. No sólo lo pierde todo desde un punto de vista material, sino que hasta lo deja su mujer.
La última promesa que hace a su hijo es otro lío: "Si sacas en el colegio todo 10, este verano te organizo las mejores vacaciones de tu vida".
El problema es que el niño se aplica y saca unas notazas, pero Curro no puede cumplir su promesa. ¿Que no puede? ¡¡Pues claro que sí!! Tirando de todas sus artes liantes, se lanza con su hijo a vivir la aventura prometida, sin un duro en el bolsillo; y la historia se convierte en una secuencia de situaciones inesperadas, surrealistas en algunos casos, pero tremendamente entretenidas en todo momento.
Leo Harlem, que es Curro y también participa en el guión, demuestra su habilidad en el siempre difícil arte de hacer reír. La película, como digo, te mantiene con una carcajada en la boca casi a lo largo de los 91 minutos que dura, y eso es realmente complicado de conseguir. Cierto que la historia es tonta en algunos momentos, pero os la recomiendo encarecidamente si quieres pasar un buen (o gran) rato. Quizá la clave de su éxito sea el buscar -y encontrar- el humor que a todos gusta, huyendo del mal gusto, lo rancio y lo zafio, para apostar por la crítica a situaciones/profesiones/estatussociales/... que son un auténtico filón para quien sabe gestionarlo.
Si podéis, no os la perdáis.  

lunes, 27 de agosto de 2018

Probidad y meliflua

Continuando con la confección de mi particular diccionario, compuesto por aquellas palabras que encuentro en las lecturas de mi día a día, y de las que desconozco o dudo de su significado, hoy os traigo un par.
Uno de los editoriales de ayer del diario ABC titulado Vergonzoso desamparo al juez Llanera (queda claro sobre lo que se posiciona el periódico) recoge lo siguiente: 
Por un lado: “La ministra Dolores Delgado está haciendo un flaquísimo favor a España, pues lo que está en juego no es ya la probidad de un funcionario del Estado (que ya sería bastante), sino la defensa misma del Estado democrático español...”.
Y por otra parte: “Sánchez (en relación al presidente del Gobierno) debe abandonar ya su meliflua actitud con los golpistas de ayer y los de mañana...”.
Ahí tenéis: probidaden el primer caso, y meliflua en el segundo. No tengo muy claro lo que significa ninguna de ellas, aunque por el contexto podría deducir que probidadvendría a ser algo así como la autoridad, valía, buen hacer... mientras que con melifluaentiendo que se referirá a debilidad o cobardía.

Para solventar mi duda por completo, y como hago siempre, he acudido al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española, y esto es lo que he encontrado:

PROBIDAD: 1. f. Honradez.

MELIFLUO, FLUA: 1. adj. Que tiene miel o es parecido a ella en sus propiedades.
2. adj. Dulce, suave, delicado y tierno en el trato o en la manera de hablar. U. m. en sent peyor.

Duda aclarada. No he acertado de lleno, pero me he aproximado.

No hay tiburón bueno

Con esa cara de malo que tiene siempre, especialmente por los dientes. ¡¡Y qué me decís de su aleta!!! Con sólo verla nos echamos a temblar. Si a todo ello le unimos la fama -mala- que tienen podríamos decir sin temor a equivocarnos que no hay tiburón bueno.
Igual la culpa la tenemos nosotros mismos, los humanos, por haber hecho películas que asustan tanto, ¡y de qué manera! A pesar de todo, me reafirmo en que no hay tiburón bueno.
Y la frase se la podemos aplicar incluso a las películas que se hacen de este animal tan malvado. Igual alguna se escapa, pero no es el caso de Megalodón.
Un excéntrico multimillonario ha financiado una plataforma científica en mitad del océano. Su objetivo es descubrir nuevas especies animales, y la verdad es que el logro que realiza supera ampliamente sus expectativas. Lo que estaba considerado como el lugar más profundo del mar resulta que no tiene fondo, y lo que parecía el suelo no es más que una especia de masa densa bajo la que hay un riquísimo ecosistema con especies animales, vegetales, minerales... nunca vistas. 
Cuando se están frotando las manos (unos, por el descubrimiento científico que ello supone; y otro, por la cantidad de dinero que le permitirá ganar) se dan cuenta de que ahí abajo existe una auténtica bestia que se creía extinguida del planeta: el megalodón.
Se trata de un terrorífico tiburón, de dimensiones descomunales, que pone en peligro toda la misión. El mayor problema surge cuando, al enviar a un equipo a salvar al primer submarino que entró en el nuevo mundo siendo atacado por algo, dejan abierta una puerta de entrada y salida, y eso hace que el megalodón tenga acceso a nuestros mares.
Lo que era una expedición científica se convierte en una misión de caza y captura del monstruo. De acción trepidante, la cinta -ya inverosímil de por si- se convierte en más fantástica todavía por la manera en la que los guionistas tienen de resolver el asunto.
Pobrecito tiburón de 50 metros que ha tenido que vérselas con el nuevo Supermán que encarna Jason Statham.
No os insisto en que vayáis a verla, ni siquiera cuando la emitan por televisión.


lunes, 13 de agosto de 2018

La importancia del equipo

Las cinco disfunciones de un equipo (Patrick Lencioni. Empresa Activa. Barcelona. 2003. 12ª edición) es un típico libro de autoayuda pero que en lugar de centrarse en el individuo su objeto son los grupos; y más concretamente los grupos de personas que conforman los equipos directivos de una empresa.
El autor es el presidente de una importante consultora estadounidense, y además ha escribo varios best sellers con consejos a aplicar en el ámbito empresarial.
Lencioni defiende en este libro la importancia de la unión de los directivos de cualquier empresa, es decir, o son un verdadero equipo o la empresa no tendrá éxito. Un mensaje muy gráfico que se repite a lo largo de la obra es el siguiente: "Contamos con un equipo directivo con más experiencia y talento que cualquiera de nuestros competidores. Tenemos más dinero en caja que ellos. Nuestra tecnología es la mejor. Y nuestro consejo de administración es el más influyente. Pero a pesar de todo esto dos de nuestros competidores nos superan tanto en ingresos como en aumento de clientes. ¿Alguien puede explicarme por qué?".
El autor defiende sus teorías con un ejemplo. Nos cuenta la historia de una empresa que cumple los requisitos que anteriormente he indicado, y una nueva directora general, recién llegada para corregir la situación, aplica medidas tendentes a hacer ver a todos que si no trabajan, se sienten, funcionan, piensan... como un equipo, los números seguirán bajando. 
La obra resulta interesante porque no se trata de algo a aplicar únicamente en el ámbito empresarial sino en cualquier contexto donde exista un grupo de personas que trabajan bajo un mismo propósito: equipo deportivo, familia, teatro... incluso matrimonio.
El libro ha llegado a mis manos a través de alguien a quien se lo recomendaron porque podía venirle bien para gestionar su equipo deportivo. Le dijeron que era un libro cuya lectura es obligatoria en primer curso del grado de Psicología. No sé si será verdad, o no, pero creo que podré sacarle algo de provecho.



domingo, 12 de agosto de 2018

Mentes poderosas... primera parte

Una rara pandemia afecta a todo el planeta (la película se centra sólo en Estados Unidos, pero se entiende que la catástrofe es global). Los niños van muriendo sin que se encuentre ni una explicación ni una vacuna. Aunque no mueren todos; algunos sobreviven, lo que ocurre es que quienes viven es porque tienen poderes extraordinarios.
Este es el punto de partida de Mentes Poderosas, y a partir de aquí la trama discurre en la guerra entre el gobierno que busca recluir y controlar a estos peligrosos chavales, y ellos mismos que intentan sobrevivir libres. Unos lo hacen en solitario, mientras que otros se amparan en algunas organizaciones que, en teoría, les ayudan, aunque nunca sabes si el final será protegerles o utilizarles.
En la historia encontramos otras temáticas como el amor, la confianza, el dilema entre hacer lo que debes o lo que te apetece...
En el título de este catite indico que se trata de una primera parte porque la película no sólo no acaba sino que plantea elementos que sin duda se resolverán, o no, en entregas futuras. Tiene toda la pinta de que llegarán por los menos un par de secuelas.
Se trata de una película entretenida, original por momentos, aunque previsible por otros. No es mala opción para echar un buen rato.


sábado, 11 de agosto de 2018

¿Llegan los primeros cambios a RTVE?

Viendo el informativo de este mediodía de TVE me he quedado sorprendido. No sé si son los primeros cambios que llegan a la cadena tras el nombramiento de sus nuevos responsables, o si se trata de un experimento para ver si funciona.
Lo cierto es que se le ha dado un tratamiento inusual a la información de los tres medallistas españoles (oro y plata en chicos, y oro en chicas) en la prueba de 20 kilómetros marcha celebrada esta mañana en Berlín dentro del Campeonato de Europa de Atletismo.
Hablo de inusual porque no es habitual lo que ha ocurrido, o al menos lo que ha ofrecido hoy TVE. La información de las tres medallas ha aparecido en titulares, y ha sido de las más destacadas en el tiempo de deportes situado como es habitual en nuestro país, al final del informativo. Hasta aquí, nada raro.
La novedad ha estado en que se ha emitido una información sobre el éxito de la marcha española en el bloque inicial. Tras los titulares, se ha dado cobertura a la reunión de Merkel y Pedro Sánchez; le ha seguido una información sobre la llegada de más inmigrantes a las costas andaluzas; después, información sobre el asunto catalán; y a ésta le ha seguido la información sobre los medallistas en marcha. A continuación se ha ofrecido la información internacional, y ya el desarrollo habitual del informativo.
Mientras lo veía me preguntaba si, tras haber emitido ese vídeo, ya no se hablaría del tema en tiempo de deportes. Pues no. Se ha hablado, y bastante. No ha sido repitiendo la pieza, sino con otros elementos, y la cosa ha quedado muy completa.
Una de las reclamaciones de los deportes minoritarios españoles -entre ellos el atletismo- es contra la dictadura informativa que existe del fútbol sobre todas las demás disciplinas tanto en medios de comunicación generalistas como deportivos.
No sé si lo de hoy en TVE ha sido un paso contra esa tendencia, una prueba para ver qué ocurre... en fin. Estaremos atentos a ver si se repite, e incluso si marca tendencia y cunde el ejemplo.
A mí me resulta extraño verlo ahí, en tierra ajena. O quizá sea lo acertado dado que si bien resultaría excesivo abrir el informativo con ello, sí podría tener sentido meterlo en un primer bloque con las tres o cuatro noticias más importantes de la jornada, independientemente de que sean sobre política, economía, internacional... o deportes.
Lo dicho, habrá que estar atentos. 
Si no lo habéis visto, aquí tenéis el ENLACE.

lunes, 6 de agosto de 2018

Objetivo Alcalá de Henares (III): empezamos

El próximo 28 de octubre correré mi maratón número 15. Será en Alcalá de Henares. Y hoy, 6 de agosto, empiezo el plan de entrenamiento de doce semanas que concluirá con la carrera.
No es la mejor época (con ola de calor incluida) para iniciar una empresa de este tipo, de hecho los corredores aficionados solemos huir del verano, y lo fijamos habitualmente como el momento ideal para el descanso. Sin embargo, este año la cosa se ha dado así.
Por delante, doce semanas de entrenamientos con el objetivo de bajar de las 3h 30' en los 42,195 kilómetros. Esa es la intención, pero el devenir diario indicará si puedo mantener el nivel y la exigencia de los entrenamientos; es algo casi imposible de predecir porque en la preparación y participación en un maratón la incertidumbre es la mayor de las premisas dado el gran número de elementos (ajenos y propios) que pueden influir, y de hecho influyen.
Por lo pronto, la primera semana la cambio casi al completo porque el próximo martes, 14 de agosto, tenemos una nueva edición de la Carrera del Melón; 15,2 kms aproximadamente de carrileo, con continuas subidas y bajadas, y con una salida fijada a las 19,30 horas, es decir, a más de 30 grados de temperatura. Ya digo que los objetivos son distintos en ambas pruebas, de ahí que en estos nueve primeros días del plan del maratón haga varias modificaciones para llegar lo mejor posible al Melón. A partir de ahí ya sí será todo mirar al 28 de octubre.
Ojalá mi maratón Niña Bonita haga honor a su nombre.

jueves, 2 de agosto de 2018

Una novela al mejor estilo de Carlos del Amor

El periodista Carlos del Amor es sobre todo un contador de historias. Así nos lo demuestra cada día con su trabajo en TVE, y así lo dejó claro con La vida a veces, su primera incursión editorial que, como ya os conté en su día, no me gustó. 
Hoy vengo a hablar de El año sin verano (Carlos del Amor. Espasa. Barcelona. 2015. Segunda edición). Ayer acabé de leerlo. El libro se publicó en febrero del año 2015, y ese mismo mes apareció la segunda edición; el ejemplar que yo manejo es de esa segunda hornada pues me lo regalaron en marzo de 2015, por mi santo.
Tras el fiasco que me supuso su primera obra, tenía miedo de enfrentarme a la segunda. Así era porque Carlos del Amor es para mí un referente periodístico, y tanto esperaba de él en su paso al papel, que la decepción fue enorme. ¿Me romperá otra vez el corazón? No es que esas dudas hayan hecho que mi lectura de su segundo libro se haya retrasado más de tres años. Ayer acabé de leer, por tercera vez, El año sin verano. En este tiempo he realizado tres lecturas completas del libro, además de otras dos parciales.
Mi esposa se reía cada vez que me veía, otra vez, con él en las manos. Y yo mismo me autoacusaba de incumplir uno de mis principios más sagrados, tomado prestado de un gran hombre que decía: "hay tanto que leer y tan poco tiempo en esta vida". Sin embargo, así ha sido la cosa. ¿Parece exagerado? Es mi forma de decir, y es verídico, que me ha gustado.
El año sin verano es la novela de Carlos del Amor que estábamos esperando. No me gusta que el protagonista (que no tiene nombre) sea otra vez (como en La vida a veces) alguien que no acaba de encontrar las ideas para escribir un libro. Pero al margen de ese inicio similar, el resto es distinto; de hecho, estamos ante un recurso que le permite ofrecernos dos finales.
Quien escribe reside en un bloque de vecinos desierto (todos se han ido de vacaciones) de Madrid. Un día encuentra en el suelo un manojo de llaves; se trata de la copia que tiene la portera para entrar a todos los pisos del edificio, y que perdió accidentalmente. Nuestro protagonista lo ha encontrado, y ahora lo usa para investigar las vidas de sus vecinos aprovechando que no están.
Los descubrimientos que va realizando son los que conformarán su novela, y especialmente uno: la muerte de una de las inquilinas ocurrida hace años. ¿Ana se suicidó o fue asesinada?
El libro desarrolla una interesante trama en torno a la investigación del trágico suceso que se ve complementada con las historias de otros vecinos: Simón (el marido), doña Margarita, Juan (el actor), doña Amalia (la portera), Marcos (el cartero), Héctor, el inspector Garrido y Manuel Aranda (el propietario del bloque).
Carlos del Amor va desarrollando la historia de cada personaje, buceando en su pasado para conocer las claves de sus vidas presentes, y lógicamente añadiéndoles una pizca (o un mucho) de imaginación para elaborar el resultado final.
El autor hace lo que mejor se le da, contar historias, pero mejora el asunto utilizando un elemento que representa uno de los deportes nacionales de nuestro país (o no se si quizá de la especie humana): meternos en las vidas de los demás. 
Pero para Carlos del Amor no se trata sólo de contar, sino de sacar conclusiones, o al menos de plantear elementos sobre los que reflexionar. Es su estilo, su mejor estilo, y aquí lo encontramos.
En mi lista de espera de libros por leer, Confabulación está ya cerca. Lo tengo desde que se publicó el año pasado, pero me resultaba imposible abrir sus páginas sin haber leído antes El año sin verano, y haber escrito su correspondiente catite. Ya puedo relajarme.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Más de lo mismo

Parque Jurásico es sin lugar a dudas uno de los fenómenos más importantes de la historia del cine. Aquel increíble éxito que sobrepasó las previsiones más optimistas sigue estando vivo, o al menos eso es lo que pretenden quienes poseen sus derechos.
Jurassic World: el reino caído es una vuelta de tuerca al asunto dinosaurio que aunque al margen de lo exótico que supone para un español que su director sea Juan Antonio Bayona, prácticamente no aporta nada nuevo. Es más de lo mismo.
Los dinosaurios que sobrevivieron al desastre anterior están en peligro porque el volcán de la isla en la que se encuentran (Isla Nublar) está en erupción, y la vida de los animales pende de un hilo. Políticos y sociedad debaten entre salvarlos o no. Ese es el punto de partida de una cinta que no hace más que repetir los patrones de las entregas anteriores: amor por los animales a la vez que terror por ellos, aventura, traiciones, amor, los más bajos instintos humanos, mucho correr y mucho pelear...
Pensada para echar un rato entretenido en el cine, en ocasiones resulta pesada por lo previsible que es. En fin, si no la habéis visto, no os perdéis demasiado.

miércoles, 25 de julio de 2018

Objetivo Alcalá de Henares (II): las zapatillas (Asics Gel Glorify 3 y Brooks Launch 3)

Si hace unos días os contaba (pulsar aquí para recordar) el buen servicio que me habían prestado dos pares de  zapatillas que ya pasaban a la bonita etapa de la jubilación, hoy os muestro las que las sustituyen. He adquirido unas Asics Gel Glorify 3 y unas Brooks Launch 3.
El próximo 28 de octubre participaré, si todo sale según lo previsto, en el Maratón de Alcalá de Henares, y mi intención es utilizarlas tanto en los meses previos de entrenamiento como en la propia carrera.
Mi primer maratón, el de Ciudad Real, lo corrí allá por el año 2003, y usé unas zapatillas Asics Gel DuoMax. No era ningún modelo de alto nivel, aunque para mí su uso me supo a gloria porque fueron las primeras que adquirí de una marca importante. Todavía las conservo -como recuerdo-, y desde entonces no he vuelto a usar unas Asics. Regreso ahora, y en lugar de unas Nimbus o unas Cumulus (son las que habitualmente miro, pero descarto siempre por el alto precio), he optado por estas Glorify que, por los comentarios y análisis leídos, tienen muy buena pinta.
Mi otra apuesta han sido las Launch. Ya tuve el primer modelo que salió al mercado. Las compré en el año 2011, y las estuve usando hasta el 2014 dedicándolas especialmente a medias maratones (11), carreras de menor distancia, y entrenamientos, recorriendo con ellas 805 kilómetros. Tengo un grandísimo recuerdo de ellas (también las conservo) por lo bien que me fueron. He intentado adquirirlas en muchas ocasiones, pero el alto precio en unos casos, y la falta de disponibilidad de mi número en otros, han hecho que no lo consiguieran. Ahora ha surgido la oportunidad, y no lo he dudado.
Estoy encantado con mis zapatos nuevos. Ya os contaré cómo me va con ellos, y por cuál opto para correr el maratón.

Por cierto, acabo de darme cuenta. Para las carreras por montaña tengo unas New Balance Leadville 3, y ahora he adquirido unas Asics Gel Glorify 3 y unas Brooks Launch 3.  Mi número favorito es el 3. ¿Será una señal?

lunes, 23 de julio de 2018

Lecciones de economía con el Minotauro

El que fuera ministro de Finanzas de Grecia en el año 2015, Yanis Varoufakis, me resulta un tipo peculiar. Llamó mi atención por su desparpajo y por la forma diferente que proponía de hacer las cosas, pero su prestigio acabó cuando se esfumó apenas unos meses después de llegar.
En un momento histórico en el que la economía repelía a los mortales de a pie (no se si la cosa habrá sido diferente alguna vez), Varoufakis venía a ser algo así como un Don Quijote que no dudaba en enfrentarse a los molinos de viento que representaban los poderes establecidos. Tenía la formación (es catedrático de economía), y dominaba el arte (su presencia en medios de comunicación es una constante), de ahí que muchos (o algunos) cayéramos en sus redes. Pero al final el tiempo es quien da o quita razones, y Varoufakis simplemente se marchó.
Yo lo incluyo en el grupo de los salvadores de este mundo que se mueven como pez en el agua en un plano teórico, pero cuando sus tesis tienen que resistir la aplicación práctica, es decir, convivir con la realidad de los habitantes de un país o región, se vienen a bajo simplemente porque una cosas es teorizar o estar en la oposición, y otra muy distinta gobernar.
Siempre tuve ganas de leer algo suyo, y estos días lo he hecho con El Minotauro global (Yanis Varoufakis. De Bolsillo. Barcelona. 2015. Segunda edición).
Se trata de un ensayo en el que Varoufakis explica por qué se produjo la crisis económica del año 2008, qué se hizo para afrontarla, y cuál es el presente y el futuro de nuestras sociedades. Lo hace además de manera pedagógica, por lo que no hay que tener elevados conocimientos para entender sin demasiados problemas los razonamientos del autor.
Varoufakis realiza un atractivo relato histórico, partiendo desde la crisis del año 1929, donde los intereses económicos (muy por encima de los políticos o militares) son los que marcan el quehacer de Estados Unidos, el único y verdadero muñidor del cotarro mundial.
El autor defiende que Estados Unidos ha ido creando en cada momento la organización económica mundial que más le ha interesado para su propio desarrollo teniendo como referente el crack de 1929, es decir, que no volviera a repetirse. Bajo esta teoría, dice que los norteamericanos crearon un monstruo: un Minotauro. Había que alimentar a la criatura para que ésta no destrozara el mundo con otra crisis económica. 

Así funcionaba el Minotauro:  Estados Unidos invertía en diferentes partes del mundo sus excedentes; esos lugares crecían y se desarrollaban gracias al dinero USA, y los excedentes que producían volvían a Estados Unidos atraídos por la solvencia de su economía, y por la rentabilidad de sus productos. Esa llegada de dinero permitía a Estados Unidos seguir creciendo a costa de un incremento del déficit interno y externo, pero sin temor a una crisis porque los flujos de ida-venida de capitales era sobresaliente. El ciclo era continuo, y el temido crack llega precisamente por la avaricia de ganar sin freno. 

Resulta atractiva esta primera parte del libro donde, sin embargo la consideración que tengamos por Varoufakis se nos viene abajo cuando analiza la situación en cada país tras la crisis, cuestiona las medidas aplicadas para salvar sus economías, y predice que no sólo no servirán para nada sino que motivarán una crisis mayor. Predicción que hoy, varios años después, vemos que no se cumple.
Seguramente hayan influido nuevos factores económicos mundiales para que Varoufakis fallara en sus predicciones, no seré yo quien lo discuta, pero lo cierto es que la cosa ha sido distinta a la dibujada, y eso merma su credibilidad.
Este libro es una segunda edición que incluye un capítulo final no contenido en un principio. Escrito dos años después, intenta matizar algunas de las cosas dichas, a la vez que entra a analizar la realidad de cada zona mundial afectada por la crisis. Aquí Varoufakis sube el nivel y es más difícil seguirlo; no obstante, se reafirma en sus postulados, analiza nuevamente y de manera individualizada las diferentes zonas económicas mundiales, y sin resolver cuestiones que han quedado pendientes, introduce otras ante las que no hay más remedio que esperar el paso del tiempo para comprobar cómo evolucionan.
En definitiva, un libro de lectura compleja y no demasiado ágil, pero también interesante por el recorrido histórico-econónico que realiza que nos da nuevas claves para entender de dónde venimos; es más cuestionable su visión de dónde estamos y a dónde vamos, pero eso debe decidirlo cada uno en función de la lectura que haga y, por supuesto, de los conocimientos económicos que tenga. 
Yo recomiendo el libro; de hecho, voy a seguir picando aquí y allá a través de algunas de las obras que aconseja el propio Varoufakis, y de otras que he encontrados a raíz de esta lectura.

domingo, 22 de julio de 2018

Mamma Mía, o cuando segundas partes sí merecen la pena

Mamma Mía!: una y otra vez es uno de esos raros ejemplos que existen en los que segundas partes no desmerecen a la primera.
Debo reconocer que con Mamma Mía no puedo ser objetivo. Siempre me ha gustado la música de Abba, y quedé alucinado con el musical Mamma Mía que presencié en Jaén en el año 2010. Desde entonces he procurado verlo todo. La película -a raíz del musical- la he visto un millón de veces, y en cuanto supe de la existencia de una segunda parte, ahí he estado.
Hay que tener claro que no estamos ante una película que destaque por su profundidad de mensaje, o por ser una obra maestra de la historia del cine. Se trata de algo tremendamente entretenido, para pasarlo bien, incluso acabas con la moral por las nubes, y además disfrutas con la música de Abba, y viendo interpretar las canciones por gente tan poco habitual en estas lides como Pierce Brosnan o la propia Meryl Streep.
Ya digo que disfruté, y mucho, con la primera película. A esta segunda parte tampoco le pedía demasiado, pero sí que no me defraudara, o que al menos no tirara por tierra el buen sabor de boca que me dejó su antecesora. Me conformaba con que estuviera a la altura, y sinceramente no sólo lo está sino que no sabría deciros cuál de las dos es mejor.
Sophie (Amanda Seyfried), hija de Donna (Meryl Streep), ha concluido el sueño de su madre: convertir en un coqueto y atractivo hotel una casa abandona en un lugar perdido de una isla griega. La película gira en torno a la fiesta de inauguración a la que están invitadas numerosas e importantes personas de la sociedad, pero a la que no podrán asistir por cuestión de trabajo dos de los tres padres de Sophie, y su marido, que son realmente los más importantes para ella. 
Donna murió hace un año, y por eso es aún más importante para Sophie que todo salga bien. La historia alterna los devenires de una inauguración muy bien pensada pero ante la que surgen numerosos problemas, con un viaje al pasado, al por qué Donna llega a Grecia, y cómo conoce a los tres padres de su hija. Una excelente Lily James interpreta a la joven Donna que casi nos hace olvidar a Meryl Streep.
Esta segunda parte mantiene el nivel musical de la primera, y además está cargada de humor, de gags, también de relaciones interpersonales, de amor, desamor, amistad...
Cher y Andy García son dos de los principales ganchos que utilizan los promotores de la cinta para promocionarla. Aunque su presencia es más bien forzada, vienen a representar un punto exótico y atractivo de la película.
Yo he disfrutado tanto o más que con la primera. No os la perdáis porque os hará pasar un rato tremendamente agradable.

sábado, 21 de julio de 2018

Pacato

Continuando con la confección de mi particular diccionario, compuesto por aquellas palabras que encuentro en las lecturas de mi día a día, y de las que desconozco o dudo de su significado, hoy os traigo otra.
Estoy inmerso en la lectura de un libro sobre economía (del que pronto os hablaré). A la hora de poner un ejemplo de fusión empresarial, y tras referirse a dos empresas (una cuya capitalización bursátil es de 10.000 millones de dólares, y otra de 5.000 milllones) dice lo siguiente: “¿Cuál sería el valor de la compañía fusionada? ¿Deberíamos simplemente sumar las capitalizaciones de las dos empreas (10.000 millones más 5.000 millones = 15.000 millones)? No, eso sería demasiado pacato. En vez de eso, Wall Street hacía algo mucho más inteligente”. 
Ahí está: capato. Es la primera vez que veo esta palabra, y no sé cuál será su significado. Sin embargo, creo que por el contexto podría sacarse, de ahí que os haya dejado la última frase: “Wall Street hacía algo mucho más inteligente”. Supongo que pacato será algo simple, facilón, casi tonto por lo evidente que resulta. 
Para solventar mi duda por completo, y como hago siempre, he acudido al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española, y esto es lo que he encontrado:

PACATO, TA: 1. adj. Timorato (tímido). Tomás es algo pacato. U. t. c. s.
2. adj. De poco valor, insignificante.
3. adj. Mojigato, que tiene o manifiesta excesivos escrúpulos. U. t. c. s.

Duda aclarada. La segunda acepción es la nuestra.