El que fuera ministro de Finanzas de Grecia en el año 2015, Yanis Varoufakis, me resulta un tipo peculiar. Llamó mi atención por su desparpajo y por la forma diferente que proponía de hacer las cosas, pero su prestigio acabó cuando se esfumó apenas unos meses después de llegar.
En un momento histórico en el que la economía repelía a los mortales de a pie (no se si la cosa habrá sido diferente alguna vez), Varoufakis venía a ser algo así como un Don Quijote que no dudaba en enfrentarse a los molinos de viento que representaban los poderes establecidos. Tenía la formación (es catedrático de economía), y dominaba el arte (su presencia en medios de comunicación es una constante), de ahí que muchos (o algunos) cayéramos en sus redes. Pero al final el tiempo es quien da o quita razones, y Varoufakis simplemente se marchó.
Yo lo incluyo en el grupo de los salvadores de este mundo que se mueven como pez en el agua en un plano teórico, pero cuando sus tesis tienen que resistir la aplicación práctica, es decir, convivir con la realidad de los habitantes de un país o región, se vienen a bajo simplemente porque una cosas es teorizar o estar en la oposición, y otra muy distinta gobernar.
Siempre tuve ganas de leer algo suyo, y estos días lo he hecho con El Minotauro global (Yanis Varoufakis. De Bolsillo. Barcelona. 2015. Segunda edición).
Se trata de un ensayo en el que Varoufakis explica por qué se produjo la crisis económica del año 2008, qué se hizo para afrontarla, y cuál es el presente y el futuro de nuestras sociedades. Lo hace además de manera pedagógica, por lo que no hay que tener elevados conocimientos para entender sin demasiados problemas los razonamientos del autor.
Varoufakis realiza un atractivo relato histórico, partiendo desde la crisis del año 1929, donde los intereses económicos (muy por encima de los políticos o militares) son los que marcan el quehacer de Estados Unidos, el único y verdadero muñidor del cotarro mundial.
El autor defiende que Estados Unidos ha ido creando en cada momento la organización económica mundial que más le ha interesado para su propio desarrollo teniendo como referente el crack de 1929, es decir, que no volviera a repetirse. Bajo esta teoría, dice que los norteamericanos crearon un monstruo: un Minotauro. Había que alimentar a la criatura para que ésta no destrozara el mundo con otra crisis económica.
Así funcionaba el Minotauro: Estados Unidos invertía en diferentes partes del mundo sus excedentes; esos lugares crecían y se desarrollaban gracias al dinero USA, y los excedentes que producían volvían a Estados Unidos atraídos por la solvencia de su economía, y por la rentabilidad de sus productos. Esa llegada de dinero permitía a Estados Unidos seguir creciendo a costa de un incremento del déficit interno y externo, pero sin temor a una crisis porque los flujos de ida-venida de capitales era sobresaliente. El ciclo era continuo, y el temido crack llega precisamente por la avaricia de ganar sin freno.
Resulta atractiva esta primera parte del libro donde, sin embargo la consideración que tengamos por Varoufakis se nos viene abajo cuando analiza la situación en cada país tras la crisis, cuestiona las medidas aplicadas para salvar sus economías, y predice que no sólo no servirán para nada sino que motivarán una crisis mayor. Predicción que hoy, varios años después, vemos que no se cumple.
Seguramente hayan influido nuevos factores económicos mundiales para que Varoufakis fallara en sus predicciones, no seré yo quien lo discuta, pero lo cierto es que la cosa ha sido distinta a la dibujada, y eso merma su credibilidad.
Este libro es una segunda edición que incluye un capítulo final no contenido en un principio. Escrito dos años después, intenta matizar algunas de las cosas dichas, a la vez que entra a analizar la realidad de cada zona mundial afectada por la crisis. Aquí Varoufakis sube el nivel y es más difícil seguirlo; no obstante, se reafirma en sus postulados, analiza nuevamente y de manera individualizada las diferentes zonas económicas mundiales, y sin resolver cuestiones que han quedado pendientes, introduce otras ante las que no hay más remedio que esperar el paso del tiempo para comprobar cómo evolucionan.
En definitiva, un libro de lectura compleja y no demasiado ágil, pero también interesante por el recorrido histórico-econónico que realiza que nos da nuevas claves para entender de dónde venimos; es más cuestionable su visión de dónde estamos y a dónde vamos, pero eso debe decidirlo cada uno en función de la lectura que haga y, por supuesto, de los conocimientos económicos que tenga.
Yo recomiendo el libro; de hecho, voy a seguir picando aquí y allá a través de algunas de las obras que aconseja el propio Varoufakis, y de otras que he encontrados a raíz de esta lectura.