sábado, 30 de mayo de 2009

Compromiso pendiente

Al pasar la portada en dirección a la primera página para empezar a leer me topé con la foto del autor. De manera instantánea, como si me escuchara, le dije, incluso en voz alta: Ya estamos otra vez aquí, Julio. Y es que hay que echarle valor para acercarse a una de las obras de Julio Ángel Olivares Merino pues es un escritor de gran dificultad.
Inicié Paralelo a tu expirar, no sólo porque yo sea uno de las personas a quienes se lo dedica, sino por mi afición a leer cosas de gente cercana. Además, el día de la presentación -en el que, por supuesto, estuve presente- Julio reconoció que se trata de algo autobiográfico, de la plasmación en papel de los sentimientos que le habían brotado a raíz de situaciones normales en su quehacer diario. Nos proponía, entiendo, un juego para descubrir lugares, situaciones, personas... porque hablaba de Jaén y de los jienenses.
Paralelo a tu expirar es prosa poética; una sucesión de relatos con ninguna relación entre ellos salvo los estados de ánimo del autor. Algunos, la mayoría, los leo dos veces, incluso más, en algún caso concreto, porque a la complejidad propia de la prosa poética hemos de añadir el estilo barroco de Julio.
Detecto mucha tristeza, escenas tétricas, muerte, todo muy oscuro... Si es autobiográfico, ¡qué mal debió de pasarlo Julio!
El estilo complejo se mantiene siempre, y me cuesta mucho entenderlo. Las imágenes que nos ofrece el autor son bellísimas, pero ya digo que excesivamente complejas... quizá para mi estado de ánimo actual.
Por eso, porque quiero saborearlo en todo su esplendor y sin perderme nada, aparco esta lectura, antes de concluir la obra, para retomarla, como compromiso pendiente, más adelante.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Saber o no saber

El prestigioso director de fotografía cinematográfica, Carlos Suárez, ha estado en Jaén impartiendo un curso en la Escuela Municipal de Cine sobre el arte que domina. Yo estuve en la presentación, y me llamó mucho la atención algo de lo que dijo. Aseguraba que estaba compaginando en los últimos años su carrera profesional con la docencia porque cuando era joven lo pasó tan mal, le costó tanto aprender, que ahora no quiere que a los que empiezan les ocurra lo mismo. Vino a decir algo así como que Quiero aportarles, para que lo tengan más fácil, todo lo que yo he aprendido con tanto esfuerzo.
Alguien fue más allá y le preguntó si consideraba importante la formación de los futuros profesionales. Su respuesta fue, a mi entender, magistral. Exactamente dijo así: Resulta imprescindible escribir sin faltas de ortografía. Otra cosa es que después las hagas adrede. Tienes, al menos, la opción de elegir. Y eso ya es mucho. Otros no cuentan más que con una salida, que además resulta triste, muy triste.
Ya lo dice aquel viejo proverbio chino: El saber no ocupa lugar. Y si incluso sirve para hacernos libres, mejor que mejor.
En alguna ocasión me vi en la disyuntiva de elegir entre formación sí frente a formación no. Finalmente opté por la primera, y pronto comprobé que no me había equivocado.
Existen sus excepciones, como todo en la vida, pero nadie me negará que un analfabeto funcional con un arma en la mano resulta peligrosísimo. Y quizá lo menos importante sea que pueda pegarse un tiro; lo realmente trágico es que pueda matar a alguien. Y eso, por desgracia, pasa demasiado en nuestra sociedad, y no en la lejana, sino en el entorno más próximo.


lunes, 25 de mayo de 2009

Carta a José Luis

Querido José Luis:
El otro día se lo decía yo a un colega. Sigo creyendo firmemente que si hubiera que elegir a los dos mejores concejales que ha tenido en toda su historia el Ayuntamiento de Jaén, tú serías, sin lugar a dudas, uno de ellos. Así lo he pensado desde que te conozco laboralmente -en lo personal no hemos tenido la suerte, o desgracia, quién sabe, de coincidir-, así lo he dicho desde entonces tanto en público como en privado, y así sigo pensando y manteniéndolo, a pesar de todo, a día de hoy.
Durante varios años he sido testigo, en primera persona, de unas espléndidas intervenciones parlamentarias donde un tipo, a pesar de saber que iba a perder, no decaía en el ánimo. Contrincante durísimo, más que preparado, de fina ironía pero directo cuando hacía falta. En más de una ocasión estuvo a punto de perder la paciencia -y mira que eso es difícil- al verse arrollado por una particular manera de entender el poder, cuando además no hacía falta porque sólo sumaba 2 de 27.
Tu número sigue siendo el 2, aunque ha ganado en musculatura. Y es que si no fuera por él, el Gobierno habría perdido por KO más de uno de los muchos asaltos disputados a lo largo de estos dos años. En ocasiones da vergüenza ajena la manera que tienen algunos de esconderse detrás de tu figura; apuestan a valor seguro, un nivel que ellos no alcanzarían ni aunque se les presentara el Genio de la lámpara maravillosa.
Entiendo que el pacto es difícil. También entiendo que resulta complicado lidiar con los mismos tuyos en un partido tan peculiar como Izquierda Unida. Sin embargo, te reconozco poco en el affaire del No a la tala.
No comprendo que un partido cuyo apellido es Los Verdes, permita lo que está permitiendo; y mucho menos que lo haga siendo su representante un tipo de férreos principios llamado José Luis. Estoy convencido de que si has tomado esa decisión es porque no había otra salida, pero permíteme que te exprese mi desconcierto.
Considero injustos los muchos chistes que escucho contra ti estos días, y por eso me gustaría conocer los motivos que te han llevado a adoptar esa postura.
En espera de tus noticias, recibe los Saludos Cordiales de un administrado de tu Gobierno que no hace más que expresar su deseo por conocer (aunque creo que también algo más).

martes, 12 de mayo de 2009

Espíritu Don Quijote

El Consejo de Ancianos estaba satisfecho. Su autoridad en el poblado había sido reforzada pues la idea de arreglar el sendero seguía adelante sin oposición alguna. Al principio tuvieron un poco de miedo, sobre todo teniendo en cuenta lo que ellos mismos hicieron cuando aún no vestían las túnicas blancas que concede el poder: defender los mismos principios que ahora estaban quebrantando. Pero ya no había nada de lo que preocuparse porque, tras varios días de obras, todo marchaba según lo previsto.
Pero eso era ayer. Hoy, la cosa ha empezado a torcerse. Sólo un poquito, eso sí, pero no hay que olvidar que las grandes hazañas comienzan siempre de la manera más humilde.
Ante las obras del sendero apareció, a primera hora de esta mañana, un grupo de lugareños manifestando su negativa a la aniquilación de los siglos de vida representados en unos árboles que no sólo les dieron sombra en calurosos veranos, y cobijo durante fuertes temporales, sino que algunos de ellos había sido incluso testigos de su amor; el próximo en la lista de decapitaciones aún mantenía tatuado en su piel el corazón tallado, a escondidas, con acero de tercera categoría.
Apenas si llegaban a la docena, pero como la cantidad no está reñida con la calidad, los idealistas no cejaban en su empeño, recibiendo incluso los ánimos y la complicidad de muchos vecinos que, al pasar junto a ellos conduciendo sus carretas, les premiaban con gritos de ánimo.
Al principio lo tenían crudo. Después, tras la hora en la que aproximadamente manifestaron su protesta, seguían teniéndolo crudo, aunque quizá un poquito menos.
Es el primer paso de algo cuyo final desconocemos, pero que confirma que aún corre sangre por las venas de la Humanidad, aunque muchas veces no lo parezca.

lunes, 11 de mayo de 2009

Algo está pasando... pero ¿qué?

Ocurrió hace unos años. Fue en el poblado que hay junto a la montaña. El Consejo de Ancianos decidió que había llegado la hora de reformar un rellano, junto al río, donde había una especie de jardinillos a los que las mujeres acudían a secar la ropa tras haberla lavado sobre las rocas de la orilla.
La idea era mejorar el lugar pensando, sobre todo, en quienes lo utilizaban a diario. Pero alguien corrió la voz de que no todo era tan bonito como lo pintaban. Parece ser -decían- que también quieren quitar la encina casi milenaria que nos da sombra, y a la que tanto aprecio le tenemos porque forma parte de nuestra historia.
El malestar fue general ante el rumor, e incluso se organizó una concentración de protesta ante la cabaña donde se reunía el Consejo. Los Ancianos no sabían qué ocurría al sentir tanto alboroto fuera; por eso, uno de ellos salió, preguntó, volvió dentro, y al instante el Consejo en pleno -algo muy poco habitual- salió para dirigirse a los vecinos. No había nada que temer porque no sólo la encina sino el resto de árboles que hacían de aquel entorno un lugar paradisíaco iban a seguir estando allí. De hecho, nunca se había, ni siquiera, planteado otra cosa.
Las familias se retiraron, aunque con la mosca detrás de la oreja. Estuvieron pendientes de las obras, y finalmente el Consejo cumplió su palabra: la reforma se realizó, y los árboles seguían estando donde habían estado siempre.
Pocos años después el Consejo decidió arreglar el sendero que unía con la aldea vecina. La calzada duplicaría su anchura, un firme más estable permitiría que los carros circulasen más deprisa... El pero era que había que acabar con todos los árboles -la mayoría de medio siglo de vida- que había en los márgenes del sendero, pero No hay que preocuparse -decían los Ancianos- porque por cada árbol que ahora se tale, plantaremos cinco.
La obra comenzó, unas extrañas máquinas amarillas, con pinta de mala leche, destrozaron sin dudar todo cuanto encontraban a su paso, incluidos árboles de más de 50 años a los que ni siquiera se les brindó una muerte digna. Desaparecían a base de crueles golpes que les desgajaban poco a poco, cual si la Inquisición hubiera vuelto para vengarse de su silencio.
Pero ahora, el pueblo callaba. Ahora, algunos líderes de entre las familias, callaban. Ahora, los ancianos díscolos callaban. A lo mejor es que no era el mismo pueblo, ni los mismos líderes, ni las mismas familias, y los ancianos eran otros... pero lo que sí se mantenía en su sitio, imperturbables -hasta entonces- viendo pasar el tiempo... eran los árboles.
Algo está pasando. Algo ha cambiado. Pero no sé bien qué es. O sí

jueves, 7 de mayo de 2009

Cazador cazado

Se iba a jugar una de las dos semifinales de la Champions. Los equipos en litigio eran Chelsea (inglés) y F. C. Barcelona (español). Lo intenté en varias ocasiones, a lo largo de días diferentes, pero todo se resolvió, como casi siempre, a la última. Mi objetivo era hacer ver a Guillermo (mi hijo de 7 años) que, a pesar de ser nosotros seguidores del Real Madrid hasta la médula (después del Real Jaén, claro), ese día era especial porque se enfrentaba un equipo español y uno inglés. Por lo tanto, nosotros animaríamos al español, es decir, al Fútbol Club Barcelona.
Guillermo se rebeló una y otra vez diciendo, sin dejar resquicio al más mínimo atisbo de duda, que él animaría al Chelsea porque el Barça es nuestro máximo enemigo, y hay que desear que pierda... ¡¡¡SIEMPRE!!!.
Ante mi insistencia, un elemento introducido por Guillermo en la discusión zanjó la cuestión.
Guillermo.- ¿Por qué tenemos que animar al Barça?.
Yo.- Porque es un equipo español.
G.- ¿Por qué es español?
Y.- Porque es de España.
G.- Sí, pero sus jugadores no son españoles. El otro día se enfrentó el (Real) Madrid, equipo español con tres españoles en su once inicial, al Liverpool, equipo inglés con cinco españoles en su alineación. ¿A quién deberíamos haber animado entonces?.
Me sentí como el cazador cazado.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Todo un regalo

Muchas veces sólo necesitamos que alguien nos llame la atención sobre algo con lo que convivimos -y por eso mismo, por lo habituados que estamos a tratar con él, nos pasa desapercibido- para que nos demos cuenta de lo que es realmente, de su significado verdadero, de todo el potencial que tiene, de sus posibilidades... No nos están enseñando nada nuevo, simplemente nos pulsan el botón adecuado para que caigamos en la cuenta de.
El Alquimista, de Paulo Coelho, no es un libro de autoayuda que tan de moda han estado en los últimos años... No lo es, o sí. Lo cierto es que el autor nos anima a buscar nuestra Leyenda Personal, es decir, ese objetivo que toda persona tiene en la vida, aunque en ocasiones sea difícil definirlo, y que no sólo es posible conseguirlo sino que además el mundo nos da señales para que acudamos en su búsqueda; es más, Cuando quieras una cosa, todo el Universo conspirará para que lo consigas. Y otro, Realmente la vida es generosa con quien vive su Leyenda Personal.
Santiago es un pastor andaluz que tiene totalmente controlada su existencia; monótona, pero él es feliz. Un día decide hacer caso a los sueños que le incitan acudir en busca de un tesoro junto a las pirámides de Egipto. Con los sueños como espoleta, y el aliento de algunos personajes peculiares, decide viajar al continente africano y atravesar el duro desierto. El tesoro -su Leyenda Personal- está finalmente más cerca de lo que él imagina, pero el viaje que realiza para encontrarlo es también parte de ese tesoro.
Casi a modo de cuento, pero llegando a una profundidad difícil de imaginar si no se experimenta, Paulo Coelho no sólo nos hace ver la necesidad de que cada uno de nosotros busque su Leyenda Personal, sino que trasmite la idea de que ese viaje resulta imprescindible para tener finalmente una vida completa. Tesoro que hay que buscar a pesar de todo, dejando de lado, incluso, el amor -si no espera es porque no es amor verdadero-; haciendo, si es necesario, algún alto en el camino para retomar fuerzas; aprendiendo de los errores y de los aciertos..., de la experiencia, en definitiva.
Me parece una auténtica barbaridad que no haya sido hasta el año 2009 cuando YO he leído una joya como esta, tallada en el año 1988, hace 21 años.
Uno de los libros de cabecera que debe tener todo el mundo pero no sólo para leer una vez, sino para volver sobre sus páginas cada cierto tiempo con el objetivo de cargar las pilas y, sobre todo, reflexionar.
Para mí ha supuesto una auténtica revolución personal.
P.D. Creo que nunca podré agradecerle lo suficiente a quien me lo hizo llegar.

lunes, 4 de mayo de 2009

Dígame

Ocurrió hace algunos días. Alguien marcó el número de uno de los teléfonos de más glamour del Ayuntamiento de Jaén. Al otro lado descolgó la -persona- de siempre, y además lo hizo con su cancioncilla habitual, esa que ya le ha dado fama, pero que también desvela que su formación, por muy vasta que sea, no la adquirió en Harvard.
La dichosa tecnología no funcionó como se espera en estos casos, y mientras que quien llamaba sí podía escuchar a quien había descolgado el teléfono, ésta -persona- no escuchaba nada de nada pese a que el emisor gritaba como para hacerse entender sin necesidad de utilizar el aparatito.
El colmó llegó en ese momento. Fue cuando la -persona- que descolgó el teléfono, harta de preguntar sin encontrar respuesta alguna, pensó que todo era una broma -también podía ser un problema técnico, como fue realmente-; lo que echó por su boca no sólo quedará entre ella, quien estaba al otro lado del teléfono, y... alguno más, sino que también desveló que su educación no procede, ni siquiera, de Harvard-quinto, con mis mayores respetos para quienes allí moran y laboran.