martes, 30 de octubre de 2018

SuperPaco, un ejemplo a seguir

No es imprescindible tener mucho contacto con el mundo del atletismo para conocer a SuperPaco. Cualquier persona que tenga una mínima inquietud de informarse de cuanto pasa a su alrededor seguro que ha sabido de este corredor popular tan particular.
Se trata de Francisco Contreras Padilla. Un malagueño de casi 80 años que por recomendación médica de hacer algo de deporte, se puso las zapatillas, y hoy día es todo un ejemplo de superación en las carreras de ultra distancia por montaña.
SuperPaco. Kilómetros de vida (Contreras, Inés y Contreras, Francisco. Editorial Formación Alcalá. Alcalá la Real, Jaén. 2016) es la historia de su vida y de su reciente pasión por devorar kilómetros.
El libro está escrito por sus hijos Inés y Francisco, siendo este último quien le acompaña en todas sus aventuras atléticas.
El libro está dividido en varias partes muy marcadas: cómo fue su niñez, juventud y madurez en momentos muy complicados del país; sus carreras con mil y una anécdotas; sus pensamientos a la hora de afrontar una carrera o los elementos que hay en torno a ellas; la rutina familiar en el día a día de Paco y sus hijos; y finalmente la aportación de un buen número de corredores que explica cómo fue su encuentro con el protagonista, o cómo es la relación de amistad que mantiene con él.
Quien busque consejos para hacer carreras de ultra distancia, que no se acerque a este libro. No va de eso.
Es la historia vital -por medio de sus hijos- de un hombre que no ha hecho en su vida más que trabajar, y que ahora se permite el lujo de disfrutar de la naturaleza (una de sus pasiones) a través de las carreras de montaña.
Tampoco es una obra maestra de la literatura universal, sino simplemente el ejemplo de un hombre humilde que empezó a correr a una edad sorprendentemente elevada, y que eso no sólo no fue un impedimento para practicar atletismo sino que, precisamente por el hecho de hacerlo, se ha convertido en un ejemplo de que, si quieres, puedes.
Conocí personalmente a SuperPaco en la única ocasión en que intenté correr los 101 kilómetros de Ronda; me tuve que retirar en el kilómetro 65, y cuando a la mañana siguiente fui a recoger mi mochila, allí estaba él, siendo el centro de atención de todos los presentes, y posando para las fotos con todo aquel que se lo pedía. Yo no lo hice, quizá por vergüenza, pero cuando no lo dudé cuando tuve de nuevo ocasión. Fue por la celebración, en el año 2016, de la carrera de la Cresta del Diablo en Torredelcampo. SuperPaco ofrecía una conferencia, y no dudé en acudir. Le escuché atentamente, y después compré el libro y le pedí que me lo firmara.
Lo dicho, un ejemplo a seguir.

lunes, 29 de octubre de 2018

Objetivo Alcalá de Henares (V): la foto


Cubierto otro objetivo, en este caso mi maratón número 15. La primera meta era bajar de 3h30', y lo logré. Por poco, pero lo conseguí.
Mereció la pena el esfuerzo, aunque pudo haber sido mucho mejor. En unos días estará la crónica del maratón de Alcalá de Henares 2018.

viernes, 26 de octubre de 2018

Objetivo Alcalá de Henares (IV): alea iacta est

Pasado mañana, domingo 28 de octubre, me espera en Alcalá de Henares mi maratón número 15. 
Hasta el momento de la salida, previsto para las 8,30 horas, no volveré a ponerme unas zapatillas para correr. Viene a ser algo así como el descanso del guerrero ante la inminencia de la gran batalla.
Empecé la preparación específica para la carrera el pasado 6 de agosto. Han sido 12 semanas de tiradas largas, cortas, series casi de todo tipo, madrugones, trasnoches, calor, lluvia (algún chaparrón impresionante ha habido), y sobre todo compaginar los entrenamientos con la vida familiar, laboral, de ocio...
Parece jodido, ¿verdad? Pues lo es. Lo que pasa es que, como sarna con gusto no pica, aquí estamos. Y, si no pasa nada, seguiremos mientras el cuerpo y la mente aguanten.
Ha sido un duro trabajo que tendrá su culminación en pocas horas. Creo que el entrenamiento ha sido bueno porque ha venido a completar el que ya hice para el maratón en pista de Jaén, a principios del pasado mes de julio. Entonces fue casi mi inicio de temporada y la cosa no fue muy bien; ahora espero y confío en una mejor carrera porque me encuentro en mejor estado físico. Aunque con el maratón nunca se sabe. Hacer las cosas bien no te garantiza nada porque son muchas las variables que influyen, pero las sensaciones son buenas.
A día de hoy llevo recorridos en lo que va de año 1.666 kilómetros (entre entrenos y carreras), de los que 620 kilómetros han sido de preparación para Alcalá de Henares. Todos compaginando mis Asics Glorify 3 y mis Brooks Launch 3. Han ido geniales las dos, pero el maratón lo correré con las Launch buscando los buenos momentos que viví en la anterior ocasión que las usé.
Tras un buen plan de entrenamiento, con tiempos con los que estoy bastante satisfecho, y un volumen de trabajo entiendo que también adecuado, mi idea es aproximarme a las 3 horas y 30 minutos. No me cito con ellas desde que en el año 2014 hice en París 3h27'23''; y desde entonces la cosa no ha sido demasiado buena: Zaragoza 2016 (3h40'06''), Estocolmo 2017 (3h47'55'') y el desastroso Jaén en pista 2018 -la peor marca de mi vida- (3h56'01'').
A ver si la tercera edición del maratón de Alcalá de Henares me regresa a la senda de los buenos tiempos, me acerco a esas tres horas y media, e incluso a mi mejor marca en la distancia que, con 3h25'10'', es del año 2012 en Sevilla. Y a ello estoy seguro contribuirá la liebre de lujo que llevaré: mi cuñao el granaíno. Pese a tener mucho mejor marca que yo, sacrifica -otra vez- su carrera por echarme una mano en intentar conseguir mi objetivo. Solamente por eso tengo la obligación moral de darlo todo... y esa es mi intención.
Son las ideas que me pasan por la mente echando la vista atrás a estas últimas 12 semanas, y también mirando a los dos próximos días. 
Mi maratón número 15 está a la vuelta de la esquina. Alea iacta est.

domingo, 14 de octubre de 2018

Arredrar

Leyendo un texto del Papa Francisco, y en referencia a la Virgen María, dice lo siguiente: “A ella le suplicamos que nos dé un alma de pobre que no tenga soberbia, un corazón puro que vea a Dios en el rostro de los desfavorecidos, una paciencia fuerte que no se arredre ante las dificultades de la vida”.
Ahí encuentro una palabra que me chirría: arredre. Supongo que será del verbo arredrar, y por el contexto entiendo que se refiere a una paciencia que no se venga abajo, que no se amilane, que no se rinda... ante las dificultades de la vida. Igual se trata de un término sudamericano por el origen del Papa, o simplemente otra de esas muchas palabras que veo desconozco.
Para salir de dudas acudí al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española, y esto es lo que encontré:

ARREDRAR: 1. tr. Apartar, separar. U. t. c. prnl.
2. tr. Retraer, hacer volver atrás por el peligro que ofrece o el temor que infunde la ejecución de algo. U. t. c. prnl.
3. tr. Amedrentar, atemorizar. U. t. c. prnl.

Acerté. Aunque la segunda acepción podría servirnos, la tercera viene clavá.

Una monja maligna con tintes humorísticos

No suelo ir al cine a ver películas de miedo porque prefiero pasar un rato agradable en lugar de un mal rato. Pero en esta ocasión, no sé bien por qué, me decanté por La monja.
En una abadía de clausura de Rumanía aparece muerta una monja. Todo apunta a que es un suicidio, pero el Vaticano manda a investigar el suceso a un sacerdote especialista en exorcismo, y a una joven novicia a punto de tomar sus votos que tiene un pasado especial. Esto ya apunta a que quizá el suicidio no lo fue. Al llegar allí se encuentran con que el lugar parece estar poseído por algo maléfico, y el ser maligno se hace presente a través de una monja. 
A medida que avanza la historia, el suspense y el miedo se van imponiendo mezclando el presente con el pasado de los protagonistas. Ya no se trata de saber por qué murió la monja suicida, sino quizá salvar las vidas del resto de las monjas, y por supuesto la de los dos protagonistas que, por cierto, son ayudados por un vecino de la zona.
Se pasa miedo, y sobresaltos, incertidumbre, intriga... pero en determinados momentos, y especialmente al final, detecto un punto humorístico (quizá cutre) donde la historia me lleva más a reírme que a asustarme. No sé si es porque no soy muy habitual en este tipo de películas, o porque no he visto la otra peli que antecede a esta (Expediente Warren: El Caso Einfield), pero lo cierto es que opté por ir a sufrir, y no lo hice tanto.

martes, 2 de octubre de 2018

Decepcionado con "Todos lo saben"

Un compañero de trabajo que dijo el otro día que Todos los saben es un peliculón. Él no la había visto, pero por lo que había oído se postulaba como una de las grandes historias del año, con muchas papeletas para destacar en los Oscars
Nunca me ha gustado mucho Javier Bardem, pero como dice mi compañero y sin embargo amigo Rafa Rus, el repartaco que tiene la película (además de Bardem están Penélope Cruz, Ricardo Darín o Inma Cuesta) merecía que le diera al menos un voto de confianza. Así lo hice ayer, y acabé decepcionado.
Laura vuelve desde Argentina a su pueblo natal. Lo hace para la boda de su hermana, y regresa con su hija adolescente y su hijo de corta edad. Su marido, por cuestiones laborales, no ha podido acompañarla. 
Todo va según lo previsto, y la boda es lo que se esperaba hasta que ocurre algo terrible. Alguien ha secuestrado a la hija de Laura. Bueno, la han secuestrado o ella se ha marchado a modo de broma pesada o acto de rebeldía.
Si se ha marchado... ¿por qué?. Si la han secuestrado, ¿quién ha sido? ¿alguien conocido y cercano, o unos profesionales?
Laura, toda su familia y algún amigo se dedican a solventar el asunto, y el director busca la incertidumbre del espectador intentando hacer sospechar de todos, hasta el que pueda parecer más inocente.
La trama no es nada nuevo, de hecho quizá sea un tópico de la historia del cine ofrecer pregresivamente pistas de que todo el mundo pudo tener un móvil para ser el autor de la fechoría que se investiga. Aquí se intenta pero ciertamente no se consigue, al menos yo no me identifiqué con la historia. No sé si por la poca credibilidad de alguno de los personajes, porque la película se me hizo larga y lenta en muchas ocasiones, o por los elementos accesorios que intentan aderezar la trama principal pero que acaban haciéndola aún menos creíble.
No seré yo quien diga que los actores están mal. Lo que no me convence es el todo. Y menos aún el final.
Ya digo que yo esperaba más, pero la única forma de salir de dudas sobre si me gusta o no es ir al cine.