sábado, 22 de agosto de 2020

¿Somos libres o estamos controlados a través de los medios de comunicación?

"La propaganda es a la democracia lo que la cachiporra al estado totalitario". Esta frase resume perfectamente el contenido de Cómo nos venden la moto. (Chomsky, Noam; y Ramonet, Ignacio. Icaria Editorial-Más Madera. Barcelona. 2ª edición 1996).
Los autores vienen a defender que, pese a creer que estamos en una sociedad democrática, la realidad es muy distinta. Las élites económicas lo dominan todo, también a los políticos y a la ciudadanía. Bailamos la música que ellos marcan. Lo hacen a través del control de la información, del marketing, de las técnicas de persuasión, de la propaganda...
El libro es una obra cortita, de apenas 100 páginas, donde encontramos dos capítulos: el escrito por Chomsky, y el de Ramonet. Se lee en dos tardes.

Noam Chomsky

El título del capítulo de Chomsky es muy ilustrativo: "El control de los medios de comunicación". Viene a ser una visión apocalíptica de nuestra sociedad al considerar que está formada por individuos manejados completamente por esas élites que históricamente han impuesto sus ideas. La propaganda se inventó para ello, así como las relaciones públicas y, por supuesto, los medios de comunicación, cuyo control es fundamental. 
Así, nos imponen la realidad que les interesa, y nosotros, la ciudadanía, ni nos enteramos.

Ignacio Ramonet

El capítulo de Ramonet tiene como título "Pensamiento único y nuevos amos del mundo". Como podéis imaginar, está en la misma línea que el anterior, y parte de la base de que nos imponen el llamado pensamiento único; ese que, pese a creerlo nuestro, es impuesto. Tanto, que cuando alguien osa rebelarse, no son los dirigentes quienes lo aplacan sino nosotros mismos al estar convencidos hasta las trancas.
Resulta llamativo cuando Ramonet habla de "armas de control social" para referirse a esas herramientas con las que las élites económicas nos controlan y manipulan. Los medios de comunicación representan una de las armas más poderosas, de ahí que haya una batalla brutal por su control.

El juego de traer el pasado al presente

El libro está repleto de ejemplos (económicos, bélicos, políticos, etc) para sostener las teorías que defiende. Y ello lo hace especialmente atractivo porque se escribió en el año 1995 (la edición que he leído es de 1996). Quiero decir que en esa época aún no se había producido el boom de los medios de comunicación a través de internet, con el brutal desarrollo de las redes sociales, y la bestial concentración de medios en todo el mundo. 
Con esas claves, mientras leía, jugaba a intentar traer a la actualidad esas teorías de hace 25 años, lo que me ha proporcionado no pocas sonrisas.
Si los autores se escandalizaban entonces por el acopio de medios de comunicación por parte de grandes empresas de otros sectores...
  • ¿Qué opinarán de la situación actual donde eso se ha multiplicado por mil?
  • ¿Seguirán siendo pesimistas porque las nuevas tecnologías han consolidado el poder de las élites, o creerán que el desarrollo tecnológico ha traído la democratización a la democracia?
  • ¿Nos siguen vendiendo la moto? 
  • ¿Nos la han vendido antes?
Tremendamente interesante el debate, y especialmente esos argumentos de hace 25 años. ¿Serán todavía actuales?
El gran valor del libro está precisamente en eso, en el debate que provoca y propone.

Animaos y echadle un vistazo. Os recomiendo adquirirlo en el comercio local, en la librería de vuestro barrio.

No obstante, aquí tenéis otra opción:

viernes, 21 de agosto de 2020

Nuevos mundos nacidos de grandes cambios. Ojalá


No es por la covid-19, que también. Es por esas muchas ocasiones en las que nuestra vida parece que se acaba. Algo nos sacude con tanta fuerza que no vemos luz al final del túnel.

Esos terremotos nos ayudan o, mejor, nos obligan a dar un paso que, de otra forma, habríamos evitado. Como consecuencia no sólo superamos el momento de crisis sino que alcanzamos otro de felicidad.

Muchas grandes citas no tienen autor conocido, y ese es el caso de la que nos ocupa. Desde hoy tendrá presencia en la cabecera de este blog una magnífica frase anónima que dice lo siguiente:

 “Los grandes cambios 

siempre vienen acompañados 

de una fuerte sacudida. 

No es el fin del mundo. 

Es el inicio de uno nuevo”. 

Confío en que se siga cumpliendo porque me va a hacer falta.

martes, 18 de agosto de 2020

Indignación masiva

Hace unos meses escuché una entrevista en RNE que me resultó muy interesante. El protagonista era un periodista, al parecer experto en temas de espionaje en nuestro país.

Llevaba más de una década detrás de una investigación que ahora veía la luz a modo de novela. La entrevista se justificaba en la presentación del libro en cuestión.  Se trataba de un amplio, extenso y concienzudo trabajo sobre los espías que España envió a Irak antes y después de la invasión del año 2003

El periodista explicaba que como fruto de su investigación quedaba claro que los espías no fueron enviados en las mejores condiciones posibles, y que su reenvío (una vez habían regresado a España, y se produjo la invasión) fue una barbaridad. De hecho, murieron ocho de los nueve miembros del CNI protagonistas del libro.

La investigación periodística había sido ardua y laboriosa, y sin embargo no había conseguido todos los elementos de la historia debido a las muchas trabas encontradas en el camino. Por ello, por las lagunas que había para presentar el trabajo como algo científico, optó por la fórmula de la novela: un libro en el que las partes no contrastadas serían noveladas intentando ser lo más fiel posible a lo que podía haber pasado.

Eso es lo que encontramos en Destrucción Masiva. Nuestro hombre en Bagdad. (Rueda, Fernando. Roca Editorial. Barcelona. 2020).

Encontramos eso y también la confirmación de que los funcionarios españoles hicieron un excelente trabajo al constatar que el régimen de Sadam Husein ni tenía armas de destrucción masiva, ni mantenía relación alguna con Bin Laden. Otra cosa es que el gobierno español encabezado por José María Aznar no tuviera en cuenta sus informes, y optara por la invasión creyendo las teorías y las pruebas de norteamericanos y británicos.

Además, de haber hecho las cosas de forma adecuada, se podrían haber evitado las ocho muertes de los espías españoles que no cometieron más delito que hacer bien, muy bien, su trabajo.

Tengo que reconocer que no me gusta la trama de la novela. De hecho, en condiciones normales hubiera abandonado el libro en las primeras páginas, pero el hecho de ser una historia real no sólo te engancha sino que hace que se te pongan los pelos de punta en todo momento.... los pelos y también la indignación. Sientes incredulidad ante el abandono de los funcionarios españoles por parte del gobierno de mi país, y resulta desgarrador -y más indignante aún- el relato de los asesinatos. No tengo palabras para describir las sensaciones producidas por el encuentro de algunos familiares con uno de los cadáveres. Reprimo las lágrimas a duras penas.

Con este tipo de libros me doy cuenta de que no son periodistas únicamente quienes escriben en un periódico o trabajan en una radio o una televisión. Esto también es periodismo.

Se trata de un libro de obligada lectura por lo que cuenta y por lo que significa. Os recomiendo adquirirlo en el comercio local, en vuestra librería de barrio. 

No obstante, aquí tenéis otra opción:

domingo, 9 de agosto de 2020

Decepcionante final de “La lápida templaria”

No sólo no me ha gustado sino que incluso me ha irritado. Me molesta que una historia tan currada, tan elaborada, acabe siendo pasto de la Providencia.
La lápida templaria (Wilcox, Nicholas. Planeta. Barcelona. 1996) es un libro que me recomendaron hace años, y que siempre he tenido en mi lista de “por leer”. Incluso lo he regalado en alguna ocasión, y su destinataria no sólo acabó encantada sino que me dijo que a mí me encantaría.
La verdad es que ha sido así, he disfrutado muchísimo a lo largo de sus más de 500 páginas, hasta que llegó el final.
Pío Expósito es un ex-cura jienense que se ve sorprendido en la lejanía por la muerte de su tío. Una persona religiosa que en los últimos años de su vida optó por frecuentar asuntos exotéricos. Extrañado, Pío decide averiguar qué pasó para que su tío se involucrara tan de lleno en esas historias tan impropias de él. Y ello le lleva a enrolarse en una interesantísima búsqueda de la lápida templaria relacionada con la Mesa de Salomón.

Me gusta

  • Gran parte de la historia transcurre en Jaén, y eso me engancha. 
  • Pero también en los pueblos de la provincia, entre ellos los de la Orden de Calatrava, algo que me engancha más porque el mío, mi pueblo, está entre ellos.
  • La trama se desarrolla muy al estilo de El código Da Vinci, tirando de historias y leyendas, quizá unas más ciertas que otras; investigando el pasado y el presente; uniendo cabos de aquí y de allá; siguiendo las posibles verdades de antiguas órdenes, o sociedades, o como queramos llamarles (en este caso, Los Templarios, Los Calatravos, y de quién sabe más); no puede faltar la presencia del malo de la película que busca quedarse con el tesoro aprovechando las investigaciones y trabajos de nuestros protagonistas.


No me gusta

  • El autor se pierde en enormes e innecesarias descripciones de casi todo, incluidas las vidas y andanzas de los personajes que van apareciendo. Llega a exasperarme.
  • Resulta un tanto liosa la historia que explica la Mesa de Salomón.
  • De una investigación doméstica que ocupa la mitad del libro aproximadamente, se pasa a una multioperacion internacional que no me cuadra. Pierdo el interés con tanto espía, que recupero cuando regresan los detectives jienenses.
  • El final resulta horroroso. ¿Cómo se puede trabajar tanto y tan bien una historia para acabarla de manera tan fallida? 

A pesar de los elementos negativos, creo que es un libro recomendable. Lo que no entiendo es la razón por la que no se ha hecho ya la película.