No es porque tengamos muchas y grandes atracciones de cacharritos (de hecho no hay prácticamente ninguna), ni el espacio de un campo de fútbol cubierto por casetas (no hay ninguna), ni una multitud de enganches de caballos paseándose por el Real (tampoco hay), ni muchos puestos de venta de juguetes, bolsos, pendientes, pulseras.... (de esto sí que suele haber uno, e incluso dos algunos años).... Nada de esto, tan típico en cualquier gran Feria, podemos encontrar en Higuera de Calatrava durante sus fiestas patronales en honor a San Sebastián y San Roque (16 agosto). Y sin embargo... ¡Qué me gusta la Feria de mi pueblo!.
Se trata de un sentimiento muy personal que viene alimentado desde que era pequeño, cuando la llegada de la Feria era para toda la chavalería el momento culminante de un verano amenizado por tantos y tantos emigrantes que regresaban a sus orígenes para pasar unos días.
Esa llegada de viejos amigos aún se sigue produciendo, y la convivencia resulta tremendamente gratificante.
Además, estamos ante la típica verbena de pueblo pequeño donde todos se reúnen en la Plaza del Ayuntamiento que es donde se ubica la caseta municipal, y donde la orquesta de turno interpreta las canciones de siempre, y obligatoriamente las de cara verano. Nos conformamos con una orquesta que conecte con el poblacho, y no necesitamos la presencia de grandes figuras de la música para pasarlo de lujo.
La Corporación Municipal que cada edición organiza el programa de festejos se esfuerza para que haya actividades para todas las edades, para que los integrantes de todas las familias -residentes y visitantes- del pueblo puedan hacer suya la feria: juegos tradicionales (lanzamiento de hueso de aceituna, de jamón, de rotura del botijo, carreras de sacos), deporte, carreras de cintas, trail, pasacalles...
No sé si os habéis dado cuenta, pero en el centro de todo cuanto se organiza están los habitantes -y también los visitantes- de Higuera. Me gusta la Feria de mi pueblo porque lo principal es el propio ciudadano; sin él, nada es posible. Sin la gente no hay Feria, y por eso, porque como somos tan poquitos, todos tenemos que estar en todos lados.
La de mi pueblo es una Feria de la gente, para la gente, hecha por la gente. Y eso engancha frente a tanto anonimato de las grandes Ferias en las que te pierdes entre una inmensa multitud, y ante la que realmente te sientes solo.
Hubo a quien un día se le ocurrió hacer un concurso de play-hack, y ya van 26 ediciones, con sus altibajos, pero siendo uno de los principales atractivos. A otros les dio por poner en marcha la Feria de Día, y hoy día es imprescindible. ¿Por qué no hacer unas fiestas medievales? Así pensó un grupo de mujeres, y ya van varios años exitosos como preferia. Lo mismo ocurrió con la Carrera del Melón, con la recuperación de juegos tradicionales, con la Feria de la Juventud, con las exitosas ferias del Agua y de la Espuma... He aquí ejemplos claros de iniciativas de gente de Higuera que han contribuido a que su Feria vaya a más.
Quiero decir con todo esto que, llegado el momento de hacer balance, en lugar de echar pestes de lo que no me ha gustado y que han organizado otros, quizá sería más conveniente analizar mi actitud, la de cada uno. ¿Qué he hecho yo por la Feria de mi pueblo? ¿He organizado algo, he participado en algo, he contribuido a algo...?
Sin temor a equivocarme, me atrevería a clasificar tres grupos de higuereños: quienes participan/organizan cosas cuando gobiernan los suyos; quienes no participan/organizan nunca nada; y quienes siempre participan/organizan en algo independientemente de quien gobierne.
¿En qué grupo estás tú?
A partir de ahí quizá puedas criticar lo habido con otra óptica.
Por cierto, ¡Qué me gusta la Feria de mi pueblo!