domingo, 29 de junio de 2008

Ciudades Mil

En Jaén estamos deseosos de tener una Ciudad Deportiva, una Ciudad Sanitaria, una Ciudad de la Justicia.... y ahora surge una Ciudad del Automóvil. Creo que si me juego la mitad de mi reino de que esta última cumplirá una de las Bienaventuranzas, a lo mejor no pierdo.

Lo que ocurre es que no es la última en llegar. Sí, porque la Ciudad del Automóvil de Jaén ya tiene un intento anterior. Existía el terreno (1,2 millones de metros cuadrados), la ubicación (al lado de –por aquel entonces- la zona industrial más importante de la capital), los promotores (los mismos), pero se topó con un elemento insalvable, el mismo que ahora la ve con buenos ojos.

Una persona (A), que ahora está en primera fila pero deja la iniciativa del asunto a otra, o al menos quiere dejarla aunque se ve que no puede, no sólo expuso la idea donde tenía que hacerlo, sino que incluso se ofreció a llevar a alguien (B) a Detroit –el centro mundial del sector automovilístico- para que viera con sus propios ojos lo que se quería y podía hacer en Jaén. Era (y parece ser, es) el futuro. B sigue estando pero como si no estuviera, igual que C (que en su día fue el principal valedor del NO a la historia, y del que ahora –todavía- no conocemos su opinión, aunque seguro que se pronunciará. Es más, yo me atrevería a decir que puede convertirse en uno de sus más destacados defensores porque sabe de lo complejo de llevar a cabo el proyecto, pero así, por interés, se pone bien con unos y le jode, o al menos lo intenta, un poco la vida a otros).

Hemos hablado de A, de B y de C. Se nos olvida D. El principal interesado en el NO. ¿La razón? Porque así salía ganando él, como ha salido.

Eliminados B, C y D, ahora A vuelve a la carga.

Moraleja: el dinero no entiende de ideales.

jueves, 26 de junio de 2008

El ombligo de Montané

He llegado a la conclusión de que Montané es un crack. Se trata del único concejal de la capital que garantiza el espectáculo en sus comparecencias. La última –ayer, presentación del Festival de Jazz- fue un ejemplo. Inevitable hablar de Dylan, ese tocador de jazz de toda la vida, que viene presuntamente a promocionar el aceite de oliva de Jaén, a Jaén. Ahí es nada. Así se ha dicho por pasiva y por activa, y así lo repitió Montané hasta la saciedad, alabando continuamente las bondades oleícolas de la provincia. Algo que entre la concurrencia sonaba más a gracias a los olivareros que pagan los 600.000 euros de bellón que costará el concierto.

Sin embargo, Montané, al más puro estilo quijotesco y sin importar lo grande del molino de viento que tenga enfrente, hace de su capa un sayo y defiende con todas las armas (dialécticas) a su alcance su posicionamiento. Ahí se encuadra su convencimiento de que a partir del 5 de julio –fecha del concierto- Dylan llevará siempre en su caravana una botella de aceite de Jaén para darle un tiento todos los días, porque es extraordinario para la salud. Esa fue su respuesta, junto a hemos hecho un cartel, ante la pregunta de qué se iba a hacer en el concierto para promocionar el aceite de Jaén.

Como la periodista no se quedó conforme (normal), insistió. Eso está muy bien, pero qué se va a hacer durante el concierto para promocionar el aceite de Jaén. La nueva respuesta no tuvo desperdicio: pues no lo sé. A lo mejor sale al escenario y se come un hoyo.

La verdad es que sería un puntazo que Dylan apareciera sustituyendo su habitual sombrero por un pañuelo con nudos en los cuatro picos, y cuando las fuerzas le fallaran un poquito, receso al canto y una bonita señorita le acerca un mendrugo de pan y aceite de oliva virgen extra. Un hoyo perfecto para deleite de la concurrencia, y si hay alguien que lo pague, incluso le podía echar azúcar y Cola-Cao, que me hacía mi madre por las tardes para merendar. (Siempre queda la variedad del bacalao).

No es la primera vez que hablo aquí de Montané, ni creo que será la última. Seguiremos cuando aparezcan nuevas perlas al estilo de sus conversaciones con la luna, o del Festival del Moño. Lo que sí empiezo a plantearme, visto lo visto, es... ¿será Montané extraterrestre? Cuestión de mirarle la barriga para ver si tiene ombligo.

viernes, 20 de junio de 2008

El Lo-Lo

En el partido inaugural de la Eurocopa de fútbol que se celebra estos días (pasado 7 de junio, 18,00 horas, Basilea, Suiza v.s. República Checa) todos, seguro, esbozamos una leve sonrisa. Fue en el momento en el que por megafonía sonaban los acordes de los himnos de los contendientes, un acto muy típico pero que esta vez fue enriquecido con un elemento novedoso: un chico, y después una chica, cantaron también las letras de los himnos. Digo que sonreímos los españoles porque, seguro, que todos nos preguntamos ¿Qué hubiera pasado de ser España uno de los dos equipos presentes en el terreno de juego?

La verdad es que sentí cierta envidia por la emotividad con que los aficionados cantaban su canción, bandera más que nunca de los sentimientos de una nación, a modo de canto de guerra antes de comenzar la batalla. ¡Qué pena de españoles!

Sin embargo, mi opinión ha cambiado. Y lo ha hecho por lo visto durante los partidos jugados por España. Tenemos una música pegadiza, muy pegadiza, que a todos nos gusta y todos nos sabemos. Y ¡¡¡también tenemos letra!!! Una letra que los aficionados cantan con pasión desde las gradas, voz en grito con la vena del cuello hinchada como si de un cantaor de flamenco se tratara, y con más sentimiento que muchos otros. Es, además, una letra que nadie discute, que a todos agrada, de la que no se conocen detractores. Y, además, muy fácil de aprender. Lo lo, lo lo, lo lo lo, lo lo lo lo, lo lo looo, looo looooooo, lo lo lo, lo lo looooooooooo....

Lo dicho, si tenemos el Lo-Lo (existe también al versión La-La), para qué queremos más.

¡¡Podemos!!

jueves, 12 de junio de 2008

Cláusulas apuntaladas con esparadrapo

No hace mucho tiempo de esta historia que os voy a contar. El empleado de un medio de comunicación local de Jaén capital decidió plantar cara a su director. Ante lo que él entendía como un ataque a la independencia de su labor como periodista, apeló a una de las pocas armas a que los plumillas pueden hoy día acogerse en estos casos, la cláusula de conciencia, es decir, el decir no a la orden de un superior cuando entiendes que lo que te mandan que hagas o digas no es honesto, al menos, con tu conciencia y, por lo tanto, con tu compromiso con tus muchos o pocos lectores, oyentes, televidentes....

Según nuestra Constitución, el periodista puede apelar a la cláusula de conciencia sin que por ello pueda ser sometido a sanción ni persecución alguna. Sin embargo, en este caso el periodista llegó a ser despedido. Esto fue algo así como el vaso que colmó la paciencia de la prensa local sobre todo cuanto venía ocurriendo en aquel medio desde hacía meses, de ahí que no dudaran en concentrarse en el interior mismo de la sede central del propietario del medio de comunicación, llevando todos, en señal de protesta, un esparadrapo en la boca. ¿El mensaje? Se estaba –entendían- cercenando el derecho a la libertad de expresión y de información.

No voy a entrar en si quien tenía razón era el periodista o el director –la Justicia se la dio después al primero-, pero sí entiendo que algo, y no precisamente normal, tiene que estar ocurriendo en un medio de comunicación cuando un currante se juega el cuello y su puesto de trabajo –y cuanto menos una persecución en toda regla- plantando cara a un superior de esta manera.

Unos años después, el otro día para ser más concretos, la historia volvió a repetirse. Un periodista de ese mismo medio de comunicación se acogió a su derecho a la cláusula de conciencia ante las órdenes recibidas del director. El revuelo no sólo no ha sido tanto como el de la ocasión anterior, sino que simplemente no ha sido. Seguramente porque nada ha trascendido de puertas para fuera y porque las circunstancias no son las mismas, incluidas las actitudes de los protagonistas; y seguramente nada tenga por qué ocurrir, pero creo que el fondo de lo sucedido presenta el mismo nivel de gravedad: altísimo.

No voy a entrar en si quien tiene razón es el periodista o el director, pero sí entiendo que algo, y no precisamente normal, tiene que estar ocurriendo en un medio de comunicación cuando un currante se juega el cuello y su puesto de trabajo –y cuanto menos una persecución en toda regla- plantando cara a un superior de esta manera.

Lo más curioso, y quizá triste, de esta historia es que quien antes fue denunciante del de arriba pero encontrándose él abajo ahora es denunciado, también desde abajo, pero estando él arriba.

P.D. Sólo falta el esparadrapo.

miércoles, 4 de junio de 2008

Ratas y bañadores

Creo que no desvelo nada nuevo si reconozco mi afición al sabio refranero, y a los viejos proverbios chinos. Uno de los que más me gusta, de hecho lo he utilizado en bastantes ocasiones, es aquel que asegura que las ratas son las primeras que abandonan un barco que se hunde. Entiendo que el instinto de supervivencia es típico del animal y, por tanto, del hombre; lo que ocurre es que el ser humano se diferencia del resto de sus parientes en su capacidad de raciocinio (algunos). Por eso debe saber discernir si en ocasiones y por principios cuyo valor supera incluso al de la vida, es necesario anteponer los primeros a la segunda. Y ello pese a que el capitán, o capitanes, del barco no sean ejemplos de comportamiento modélico a seguir, sino más bien todo lo contrario.

Antes de poner el pellejo a salvo, y en virtud de ese raciocinio al que antes me he referido, no se puede pensar únicamente en los capitanes torcidos sino también en el resto de la tripulación con el que se ha dado vida a un proyecto en el que, sobre todo y principalmente, ha confiado un pasaje que en ningún caso es culpable de los errores cometidos por la cúpula. Se trata de gente a quien se debe, cuanto menos, un respeto... el máximo respeto.

El otro día leía yo un periódico nacional, y en sus páginas de economía encontraba la entrevista a un tal Warren Buffet, el hombre más rico del mundo. Es estadounidense, un crack de las inversiones, y muy conocido tanto por su afición a la Coca-Cola como por las frases redondas. Hace unos meses, y para señalar a los causantes de la crisis financiera, dijo: Sólo sabes quién ha estado nadando desnudo cuando baja la marea.

¿Sabéis lo mejor? Que la marea baja SIEMPRE.

¿Y lo peor? Esas ratas que, tras saltar del barco, disfrutan plácidamente de su baño. ¡Qué situación tan incómoda cuando se queden con las vergüenzas al aire y, para más INRI, sean punto de mira de todas las miradas.... y también de todos los dardos!

lunes, 2 de junio de 2008

El director-político, o al revés

En el Instituto de Enseñanza Secundaria Santa Teresa, del Polígono del Valle, había problemas. La biblioteca tenía el techo apuntalado, y la entrada a la habitación estaba prohibida por si caía algún cascote. El portero del edificio también se quejaba de la situación de su vivienda, integrada en el propio instituto.

Utilizando alguna artimaña intentamos entrar para grabar, pero fue imposible. Nos resignamos a irnos sin más, sobre todo porque habíamos grabado también un impresionante boquete que había en la parte trasera del edificio, y que dejaba al descubierto los pilares. Se veía desde la entrada al Sebastián Barajas, y tenía muy mala pinta, pero nos dijeron que todo estaba controlado y que no había riesgo para nadie salvo en la zona afectada.

Al día siguiente me desayuno con una foto de la famosa biblioteca en un periódico local. Cabreado, y tras hablar con mi jefe, vamos de nuevo a protestar ante el director del centro que el día anterior ni siquiera nos pudo recibir. O entramos todos, o ninguno. ¿Qué es eso de seleccionar medios? El hombre entendió mi enfado y amablemente nos dejó grabar. Se disculpó porque no sabía cómo podían haber tomado la fotografía; insistió en que él no dio permiso, pero como el mal ya estaba hecho, nos permitió tomar imágenes. (Después hablé con el fotógrafo en cuestión y me contó su truquillo. Por cierto, siempre que lo he utilizado, ha dado resultado).

El director, amabilísimo, nos acompañó en todo momento con una excesiva –en mi opinión- timidez, como si quien hubiera venido a visitarme fue él a mi, en lugar de estar yo en su casa. La biblioteca tenía una mala pinta impresionante, y pese a recordar mientras grabábamos que no había peligro, lo cierto es que unos días después –y van seis años- el Santa Teresa cerró sus puertas y nunca más volvió a ser utilizado como centro escolar por peligro de derrumbe. Allí está todavía, en pie, o medio.

El otro día volví a ver al director. Estaba en el pleno del Ayuntamiento y defendía, como máximo responsable del área de Hacienda, las cuentas de la capital para el año 2008. Casi 300 millones de euros. Ahí es nada. Menos tímido que entonces, pero poco. Más convincente que entonces, pero poco.

Ojalá Martínez Plaza tenga más suerte al gestionar esta crisis que la otra. Sobre todo por lo que nos toca a todos.