En Jaén estamos deseosos de tener una Ciudad Deportiva, una Ciudad Sanitaria, una Ciudad de la Justicia.... y ahora surge una Ciudad del Automóvil. Creo que si me juego la mitad de mi reino de que esta última cumplirá una de las Bienaventuranzas, a lo mejor no pierdo.
Lo que ocurre es que no es la última en llegar. Sí, porque la Ciudad del Automóvil de Jaén ya tiene un intento anterior. Existía el terreno (1,2 millones de metros cuadrados), la ubicación (al lado de –por aquel entonces- la zona industrial más importante de la capital), los promotores (los mismos), pero se topó con un elemento insalvable, el mismo que ahora la ve con buenos ojos.
Una persona (A), que ahora está en primera fila pero deja la iniciativa del asunto a otra, o al menos quiere dejarla aunque se ve que no puede, no sólo expuso la idea donde tenía que hacerlo, sino que incluso se ofreció a llevar a alguien (B) a Detroit –el centro mundial del sector automovilístico- para que viera con sus propios ojos lo que se quería y podía hacer en Jaén. Era (y parece ser, es) el futuro. B sigue estando pero como si no estuviera, igual que C (que en su día fue el principal valedor del NO a la historia, y del que ahora –todavía- no conocemos su opinión, aunque seguro que se pronunciará. Es más, yo me atrevería a decir que puede convertirse en uno de sus más destacados defensores porque sabe de lo complejo de llevar a cabo el proyecto, pero así, por interés, se pone bien con unos y le jode, o al menos lo intenta, un poco la vida a otros).
Hemos hablado de A, de B y de C. Se nos olvida D. El principal interesado en el NO. ¿La razón? Porque así salía ganando él, como ha salido.
Eliminados B, C y D, ahora A vuelve a la carga.
Moraleja: el dinero no entiende de ideales.