En una época como la actual el calor nos lleva a las piscinas y a las playas, y por tanto nos vemos todos un poquito más ligeritos de ropa que el resto del año. Aquellos que tenemos en el cuerpo algún pelillo de más en relación a lo que marcan los cánones de las nuevas tendencias de belleza y metrosexualidad recibimos llamadas al orden y toques de atención para ir a la moda y abandonar lo que se llevaba en tiempos de nuestros abuelos.
Tengo que reconocer que a mí me cuesta bastante trabajo afeitarme de manera habitual, pero como la barba no me gusta, no tengo más remedio que hacerlo. Quiero decir con esto que, si me viene largo el afeitado, ni se me pasa por la imaginación entrar en la dinámica de la depilación corporal.
Cierto que los cuerpos depilados son los que se llevan hoy día, los que nos dejan con la boca abierta, pero como mi sino es ser el contra-corriente de casi todos los ámbitos en los que me muevo, éste no iba a ser menos. Por ello reivindico aquí y ahora el movimiento celtíbero, el hombre de pelo en pecho, el latin lover, el tradicional macho ibérico que tantos y tan grandes momentos de gloria ha dado al pueblo español.
Y me pongo de pié ante uno de sus principales exponentes: Alfredo Landa. Don Alfredo Landa. Tan grande fue, que hoy día sigue siéndolo, y no tengo duda de que lo será por tiempo inmemorial.
Alfredo Landa... y el landismo.
¡¡¡VIVA!!!