sábado, 30 de junio de 2018

Sueños inacabados

Dicen que escribir un libro es una de las cosas que todos deberíamos hacer en la vida. A mí me atrae bastante la idea, pero reconozco que hoy por hoy lo veo inviable. Por eso, cuando alguien cercano a mi publica, además de una envidia (de la buena) terrible, me hace una tremenda ilusión. Ilusión doble; por un lado, porque me enorgullezco de conocer a alguien famoso, a un autor. Y, de otra parte, por la gran curiosidad que se me genera por saber qué dirá en su obra, qué historia habrá elaborado.
Sueños sobre arenas movedizas (Juan Armenteros Rubio. El ojo de Poe. 2016) es un ejemplo de esto que os cuento. En cuanto supe de su existencia le pedí un ejemplar a su autor, colega en esto del periodismo y antaño compañero de correrías futboleras. Tardó en llegarme porque yo quería una primera edición, con erratas incluidas, y lo tengo.
El libro nos refleja las historias de personas muy distintas pero a las que todas une el mismo fin: alcanzar su sueño. Algunas lo tienen muy claro desde un primer momento, mientras que otras van definiéndolo en función de cómo les viene la vida, pero el fin es común.
Carmen y Avelino han sido un matrimonio feliz, y ambos se sienten satisfechos con sus respectivos trabajos (ella como copropietaria de una boutique, y él como uno de los jefes de sección del departamento de contabilidad en una fábrica de cerveza). La cosa se les tuerce cuando Avelino se ve obligado a prejubilarse por un reajuste laboral en su empresa. Tras casi medio siglo trabajando, la inactividad le mata, y eso afecta también a la relación con su mujer. Ella, exasperada por la situación, se plantea mil y una opciones -alguna radical- para acabar con un momento tan bajo que jamás pensó que llegaría.
Karla Patricia es una inmigrante que trabaja como asistente -y donde se le ofrece-, aunque sin papeles. Vino a España con una mochila cargada de esperanza y objetivos... y ahí siguen.
Amanda es una joven con muchos sueños que acabó como prostituta en un burdel, y ahora entiende que jamás podrá salir de ahí. Carlos está enamorado de ella, quiere ayudarla a dejar esa vida, y compartir juntos los años que les queden por delante, pero no acaba de atreverse a dar el paso, y cuando lo da... 
Vidas diferentes que en ocasiones se entremezclan, y que tienen en común más de lo que nos pudiera parecer. 
El autor aprovecha su historia para abordar temas como el de la inmigración, la ecología, el amor, el desamor, los sentimientos reprimidos, o los depravados medios de comunicación.
Se trata de una obra entretenida, en ocasiones divertida y en otras cruel, pero en la que echo de menos un final. Sí porque tras un buen tiempo de relación con personajes a los que coges cariño, son muchos los frentes que quedan abiertos: frentes individuales e incluso un frente general.
Me parece un libro inacabado. Quizá porque habla de sueños inacabados... pero ¿los sueños no están siempre por llegar?
En cualquier caso, enhorabuena, Juan. ¡¡Ya eres inmortal!!

jueves, 28 de junio de 2018

¡Qué difícil es hacer reír!

Hay un dicho que dice algo así como que "las mayores decepciones llegan de las más altas expectativas". Y eso es lo que me ha ocurrido con El mundo es suyo. Acudí al cine esperando tanto, que cuando me encontré con lo que hay, el chasco ha sido brutal.
Iba con muchas ganas de reírme y de pasarlo bien, y también de sorprenderme repitiendo experiencias tan geniales como Ocho apellidos vascos, Ocho apellidos catalanes, o Allí abajo. Pero El mundo es suyo es una clara muestra de lo difícil que es hacer reír. De hecho, yo me habré reído en tres o cuatro ocasiones a lo largo de los 92 minutos que dura la cinta.
Rafi y Fali son dos compadres sevillanos con vidas diferentes. Partieron del mismo sitio, pero Fali dio el pelotazo casándose con la hija de un millonario. Rafi busca su propio pelotazo, pero pese a intentarlo continuamente no acaba de lograrlo.
El mundo es suyo nos cuenta una nueva aventura de Rafi en la que se ve envuelto su compadre Fali. Una loca historia con mafias rusas, narcotraficantes, periodistas, empresarios y políticos corruptos, y sobre todo con caraduras: los dos protagonistas y sus amistades.
Hay que reconocer que la película busca continuamente la risa del espectador ya que los gags no tienen fin, y prácticamente engancha uno con otro. Pero no consiguen hacer reír más que en contadas ocasiones. Creo que tira demasiado de tópico, pero tópico malo, en ocasiones burdo, sin gracia... hay incluso de mal gusto. 
Lo dicho, que no por contar un millón de chistes se garantiza que la clientela lo pase bien. Totalmente decepcionado.

sábado, 9 de junio de 2018

Andoba, ignoto y martingala

Continuando con la confección de mi particular diccionario, compuesto por aquellas palabras que encuentro en las lecturas de mi día a día, y de las que desconozco o dudo de su significado, hoy os traigo unas pocas.
Estoy leyendo un libro ante el que me siento (lingüísticamente hablando) más perdido de lo habitual. Aquí tenéis cuáles son los términos ante los que me he tenido que esforzar entre ayer y hoy, resolviendo lógicamente mis dudas acudiendo al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española.

PRIMERO
Uno de los personajes es un joven treintañero de familia acomodada que no le da un palo al agua. Un familiar le recrimina continuamente que viva de la sopa boba. Él, tremendamente molesto, dice, entre otras cosas: "¡No soy un andoba!". Ni idea del significado de andoba. Supongo que será un término para referirse a personas de dicha condición. A ver qué dice el RAE. 

ANDOBA:  1. m. y f. coloq. Persona cualquiera que no se nombra. U. m. en sent. despect.

Bueno. Algo así como un tipo (o tipa) al que se ningunea. Contextualizándolo donde lo he leído, tiene su matiz.

SEGUNDO
Otro de los personajes del libro emprende una nueva etapa en su vida "... en solitario, rodeado de incógnitas, personas desconocidas y parajes para él ignotos.".
Supongo que ignoto será un sinónimo a algo desconocido. A ver qué dice el RAE.

IGNOTO, TA: 1. adj. No conocido ni descubierto.

Ahí está.

TERCERO
El personaje anterior, el del viaje, llevaba maquinaria en un pequeño remolque del que tiraba su todoterreno. Al llegar a su destino, dice el libro: "Tenía estudiada la martingala para subir y bajar la máquina al remolque sin demasiada dificultad".

Entiendo que será algún truquillo o técnica (propia o ajena) que te permite hacer algo complicado sin demasiada dificultad. A ver qué dice el RAE.

MARTINGALA: 1. f. Artificio o astucia para engañar a alguien, o para otro fin.
2. f. En el juego del monte, lance que consiste en apuntar simultáneamente a tres de las cartas del albur y el gallo contra la restante.
3. f. Pieza que tapaba una abertura en la parte trasera de las calzas.
4. f. Arg. y Ur. Trabilla de adorno que se lleva en la parte posterior de los abrigos, chaquetas, etc.

La primera acepción es la nuestra. Segundo acierto.


Es todo por hoy. Seguiré aprendiendo.

lunes, 4 de junio de 2018

Objetivo Alcalá de Henares (I): doblete

Corrí mi primer maratón en el año 2003. El 26 de octubre en Ciudad Real. Me costó bastante dar el paso de afrontar la distancia, y aunque había corrido en multitud de ocasiones distancias menores, no lo veía claro. Finalmente lo hice, y me arrepentí antes incluso de acabar.
Me había preparado con cierta alegría porque era mi primer maratón. Sabiendo la dificultad de la empresa, también tenía cierto entusiasmo porque debutaba en la prueba rey.
La cosa fue más o menos bien, a un ritmo cuya única aspiración era la de acabar. El cansancio iba notándose, pero lo afrontaba sin problemas hasta que un problema en la rodilla me dejó cojo en el kilómetro 31. Por cabezonería no me retiré, aunque sufrí bastante. Al final acabé haciendo un gran esfuerzo por superar el problema físico y bajar de las cuatro horas. Lo conseguí pero mi machaque era tal que tras cruzar la meta rechacé reventado el plato de paella y el vaso de cerveza con el que me esperaba mi cuñado "El Granaíno" (compañero de fatigas en casi todas mis carreras de los 42K) que había llegado bastante antes. 
Mi único pensamiento era para la bañera del hotel. Allí me vi con la mayor rapidez que pude; medio llena de agua calentita, espuma por arriba -como en las películas- y sin prisa por salir.
Juré y perjuré que no volvería a correr un maratón. Y así fue hasta cinco años después: San Sebastián en 2008. No sé la razón, pero lo cierto es que desde entonces no ha habido año en el que no haya corrido un maratón, incluso algunos años lo he hecho en dos ocasiones. Hasta el momento llevo 13, y en este 2018, si Dios quiere y la Fuerza me acompaña, volveré a participar en dos.
Hace unos días os hablaba del I Maratón en pista de Jaén (el 8 de julio). Allí estaré por hacer patria chica, por apoyar el único maratón que se celebra en Jaén. Si en ocasiones viajo a cientos de kilómetros (incluso miles) para correr un maratón, entiendo que es obligado no faltar al que hacen en mi tierra.
Alcalá de Henares será el siguiente. Tendrá lugar el próximo 28 de octubre, y ya tengo inscripción (desde ayer), hotel y compañero de fatigas: EL GRANAÍNO (como siempre).
Tras varios meses de parón atlético, retomé el tema de cara a Jaén. El objetivo es hacer un tiempo interesante donde creo que será casi más difícil superar mentalmente dar 105 vueltas a una pista de atletismo que recorrer los 42K. Será una especie de puesta a punto con vistas a Alcalá.
Ya os iré contando.