El día 19 de junio del año 2009 ingresé 18,03€ en la cuenta que me indicaba una administración pública para hacer frente a un pago que yo debía hacer para optar a una cuestión que no viene al caso. Pero no lo hice bien porque pagué unos día antes del plazo establecido. Tras dirigirme personalmente a la sede de la administración, un funcionario me dijo que lo único que podía hacer era esperar a que concluyera el plazo, y pedir después la devolución del dinero.
Así lo hice. El día 20 de julio del año 2009 dirigí un escrito al responsable de la administración explicando mi caso, aportando el recibo del ingreso, y pidiendo que me devolvieran el dinero.
Unos meses después –he extraviado el documento, y no puedo concretar ni fecha ni cantidad- recibí en mi casa una carta certificada de la administración en cuestión indicándome que tenía razón en mi demanda, y que estaban procediendo a devolverme mis nueve euros y pico. ¡¡¡Pero si eran 18,03€!!!.
Ese mismo día me personé, carta en mano, frente a la funcionaria de turno. Tras explicarle el asunto me indicó que yo tenía razón, que era simplemente un error formal, pero que no me preocupara porque seguro que al final me devolvían la cantidad correcta.
El pasado 23 de marzo de 2011 recibí una nueva carta certificada donde se me indicaba la resolución definitiva de la devolución del dinero, con la cantidad correcta, número de cuenta bancaria en el que ingresar el dinero, etc, etc, etc.
Ayer, 6 de mayo de 2011, casi dos años después, comprobé en mi cuenta bancaria el apunte de que se me han reintegrado mis 18,03€.
P.D. ¿Conocéis esa leyenda urbana que viene a decir algo así como que la administración es un auténtico monstruo burocrático que necesita miles de pasos, ventanillas y papeleos para ejecutar el más insignificante de los trámites? Pues... ¡¡es verdad!!