Hoy estamos de jubilación. Ayer realizaron su último servicio mis queridas Saucony Cortana 3.
Ha sido un año, ocho meses y quince días utilizándolas, y se han portado como unas campeonas. Sin lugar a dudas, las mejores zapatillas que he tenido nunca.
Aquel 4 de junio de 2015 que empecé a utilizarlas era el modelo más alto de gama de Saucony; no en vano su precio estaba por encima de los 200€. Yo aproveché una oferta, y animado -como en tantas otras cosas- por mi cuñado el granaíno, me hice con ellas. Y la verdad es que fue todo un acierto.
Como digo, he recorrido con ellas 1.260,9 kilómetros, y además han sido días de trabajo intenso porque en un primer momento eran las zapatillas de entrenamiento. Para las carreras oficiales utilizaba otros modelos, mientras que las Cortana eran las currantes ya que su uso era casi diario, y no únicamente por asfalto sino también incluso por carriles no demasiado de tierra.
En todo el tiempo que las utilicé tan sólo corrí con ellas una prueba oficial; fue en septiembre de 2015: la media maratón de Guadix (Granada). Tengo la costumbre de guardar en casa todas las zapatillas con las que he corrido un maratón, y me había ido tan bien con las Cortana, que me daba muchísima pena dejar de utilizarlas, y tirarlas a la basura. Por eso, decidí utilizarlas para el último maratón que he corrido (el pasado octubre), el de Zaragoza. Ese día sobrepasaron los 1.000 kms, y me fue fantásticamente bien. Ni un problema.
Ya tenía la excusa para que formaran parte de mi particular exposición, y ahí están ya, tras ese último servicio de ayer. Para mantener la costumbre, las castigué bien porque fueron un total de 24 kms, cinco de ellos por carriles completamente embarrados donde más que correr, hacía patinaje. De ahí que estén tan embarradas.
Todo un lujo haber tenido unas zapatillas así. Lástima que Saucony ya no las fabrique. Su sustitutas son las Zealot. Ya tengo unas. Es para mis próximos maratones. Os iré contando cómo me va con ellas.