domingo, 31 de julio de 2016

Magia de la güena, güena

Tenía ganas de que me agradara Ahora me ves 2, pero en mi interior sentía que era difícil que la segunda parte de una película fuera buena. Lo comprobé hace unos días con Independence Day: Contraataque, y si recordáis, os lo conté.
Fui al cine con cierta sensación de frustración, sobre todo porque la primera parte de estos magos me dejó bastante satisfecho. Ya digo, quería que fuera buena, pero me temía lo peor.
Tras un inicio titubeante y donde parecía que la cosa sería como en la primera peli de la saga (los protagonistas siempre se salen con la suya), la historia dio un giro importante. La victoria le iba a salir cara a los cinco jinetes porque el asunto se les tuerce, y de qué manera. Sin embargo, ese elemento es uno de los que empezó a darme pistas de que esta segunda parte podía romper la tradición, y tenía pinta de ser buena.
A partir de ahí, y siempre con el trasfondo de la lucha de los buenos contra los malos, la historia va dando giros continuos que te impiden ver con claridad qué está pasando, y qué va a pasar. En ocasiones crees que el bueno se convierte en malo, y el malo en bueno; después lo dudas, y más tarde parece que vuelve a ser así. Un lío que resulta interesante.
En fin, juegos continuos del argumento con respecto al espectador que dan una dimensión bastante atractiva. Si a ello le unimos el componente sorprendente de la magia (pero magia de la güena, güena), resulta que la película cumple mis espectativas.
Si vas a verla -creo que merece la pena- debes estar siempre abierto a la sorpresa. Hasta el final. Tanto es así, que con lo que ocurre en esta segunda parte se cambia casi por completo la percepción que teníamos de la primera.
Por cierto, habrá tercera parte.
P.D. Tuve la suerte de ir a ver la película con un mago. Hay cosas que le gustaron, y otras que no tanto. Yo, si os parece, me quedo con lo positivo. Al parecer, la terminología utilizada al hablar de magia, y algunos de los trucos más espectaculares que se realizan en la película tienen muchísimo rigor. Por algo -si no recuerdo mal- David Copperfield es co-productor.

jueves, 28 de julio de 2016

Un infierno entretenido

No estoy teniendo demasiada suerte con la elección de títulos que estoy realizando este verano. 
Infierno Azul me atraía porque Tiburón es una de las películas que más me ha dejado huella (desde que la vi le tengo miedo al mar, y no consigo superarlo), y quería saber si sería algo así. Ni de lejos. Si entonces nos atemorizó un tiburón cuyo instinto le llevaba a matar, en esta ocasión el escualo ataca porque ve peligrar su comida: una ballena muerta muy cerca de la orilla a la que se acercan windsurfistas. Ya digo, el tiburón defiende lo que entiende es su territorio.
En cualquier caso, resulta una película entretenida porque en todo momento estamos en vilo dudando de si la chica (bastante mona, por cierto) acabará salvándose, o no. 
Como no quiero reventar el final, no os diré qué pasa, aunque sí tengo que reconocer que pensé que el desenlace sería otro. Ese es precisamente uno de los elementos más llamativos de la película: nos hace dudar en numerosas ocasiones sobre cómo se resolverá el asunto.
Aunque algunas veces me recuerda a Gravity por la desesperación que transmite, resulta mucho más entretenida, y si bien no se trata de un film con ambición, resulta resultona para pasar una buena tarde de verano en el cine.
Acabo aconsejando que no perdáis ojo (o mejor dicho, oído) a la música. Quizá sea una de las películas donde queda patente la importancia musical en la industria cinematográfica.
  

domingo, 24 de julio de 2016

Running: una filosofía de vida

Encontrar en una sociedad tan competitiva como la nuestra la obra Vámonos 42 (Rafael Ángel Aguilar Sánchez. Edición de autor. Sevilla. 2015) me sabe a soplo de aire fresco.
Rafa -compañero de facultad, ahora colega en esto del periodismo, y en su día miembros del mismo equipo en una de las cosas más interesantes que he realizado en mi vida- nos cuenta su experiencia a la hora de afrontar un reto tan importante como correr su primer maratón (42,195 kms).
Cordobés de nacimiento, sevillano de infancia y juventud -y algo más-, su primera cita con la distancia de Filípedes no podía ser otra que el maratón de Sevilla. Rafa nos transmite a lo largo de 91 páginas (es cortito y se lee rápido) sus sensaciones y experiencias en los duros meses de preparación, y también en el día tan deseado del encuentro con "la madre de todas las pruebas".
Vámonos 42 podría ser un diario, pero no lo es. Podría ser un plan de entrenamiento, pero tampoco lo es. Si alguien espera un libro de batallitas, no lo encontrará. Vámonos 42 no es nada de esto, pero contiene de todo esto.
El hilo conductor de la obra es correr un maratón, el primero, el de Sevilla. Eso ya tiene una carga sustancial de importancia. Pero en torno a este eje central encontramos pequeños afluentes de emoción, sacrificio, pasión, sufrimiento, mentiras piadosas, superación, amistad, familia, salud, trabajo, viajes... incluso algún puntito de sexo, y también creo haber encontrado un canto de amor platónico.
Esto del correr no podemos considerarlo algo aislado. Va completamente unido a nuestro quehacer diario. Cuanto ocurre en el entrenamiento afecta a nuestra otra vida (la que conforma la familia, el trabajo, el ocio, etc). Es más, una de las caras de esta doble vida que vivimos nos sirve como vía de escape de la otra, y viceversa. De ahí que el running no sólo sea machacar kilómetros y zapatillas, sino que es "una forma de vida, una filosofía, una religión si me apuras, una forma de estar en el mundo", como muy acertadamente recoge Rafa, y a la que tanto él como sus compañeros de fatigas se refieren con el grito de ¡¡Vámonos!!.
El libro me atrae porque lo ha escrito Rafa. También por lo que os he contado de su contenido. Pero para mí tiene un especial tirón aquello que apunté al principio: veo un punto de rebeldía contra esta sociedad caníbal y egoísta en la que lo único que vale es ganar y anular al contrario (no es nuevo porque hasta ABBA nos lo decía con aquel The winner takes it all): subir, destacar, estar en lo alto de la cadena alimenticia de nuestro ego...
Pues no. Rafa nos propone otra cosa. Él es un corredor modesto, con tiempos propios de un principiante que poco a poco va mejorando. Y sin embargo vive su pasión del correr, la superación de sus metas (que en ocasiones son simplemente hacer compatible el trotar un rato con el horario del trabajo) como si fuese el recordman mundial de maratón. Y yo me siento identificado con él.
¿Por qué el ganar tiene que significar tener más dinero, reconocimiento social, prestigio profesional, posesiones materiales...? Quizá el verdadero vencedor es aquel que así se siente consigo mismo sin necesidad de hacerlo público y notorio, y sin esperar que otros tengan que decírselo. Es un estadio de ánimo, algo interior más poderoso que todo el oro del mundo, y que nadie puede derribar sino uno mismo.
Acabo. 
Nos dice Rafa que "El running es un poco eso: estar solo en medio de más soledades. Creo que es una soledad no melancólica sino constructiva, edificante y saludable". ¡Qué bien lo has dicho, chaval! Y en relación con este párrafo de Vámonos 42, acabo con este otro muy ejemplarizante en relación a esta última idea: 

"Corro. Corro y pienso. Corro y rezo. Corro. Corro y estoy contigo. Pienso en ti. Y en ti. Y en ti. Y otra vez en ti. Corro y hago memoria. Pido disculpas, mando abrazos, doy las gracias. A los amigos que tengo, a los que tuve, a los que no veo nunca, a los que se marcharon para siempre, a los que me entendieron, a los que no lo hicieron, a los que volvieron, a los que están siempre ahí aunque no hablemos casi nunca. Pienso en mi hermana, en mi madre, en mi padre, en la bici morada que lleva grabado su nombre y el mío en el cuadro de metal".

Me ha parecido genial porque es una situación que vivo a diario. Aunque yo, Rafa, he llegado a hablar con el papa actual y nuestro anterior Rey. ¡¡Jejeje!!

Enhorabuena, amigo. Ya eres inmortal. 

jueves, 21 de julio de 2016

Peleados con Dios

Es perfectamente entendible, y hasta lógico, que cuando se nos va un ser querido estemos en guerra con el mundo. No paramos de plantearnos preguntas. ¿Por qué? ¿No podía haber sido otro? ¿Con la cantidad de cabrones que hay por ahí, le ha tenido que tocar a él?...
Son cuestiones de las que sinceramente no creo que esperemos respuesta. Es más, dudo que sepamos a quién se las estamos planteando.
En esas andamos desde anoche. Se nos ha ido un gran tipo.
No nos toca a nosotros decidir quién tiene que morir y quién vivir, pero cuando hablamos de una persona que se nos marcha con 46 años, dejando mujer y dos hijos (una a punto de iniciar su propia vida, y otro con la adolescencia recién superada), y que su paso de la enfermedad al más allá apenas si ha durado año y medio... digo que con estas consideraciones sí tenemos al menos el derecho a quejarnos, el derecho al pataleo. ¿No crees que te lo has llevado demasiado pronto?
Para su mujer ha sido un golpe durísimo. Y no es el primero que recibe este maldito 2016. Hace unos días, cuando no había más opción que esperar la llegada de lo inevitable, ella reconocía estar peleada con Dios.
Además de conocernos de toda la vida y tener vínculos familiares, con Juanjo he compartido dos de los momentos más importantes de mi vida: un accidente de tráfico y una romería.
El accidente fue hace años, jodido, pero como consecuencia de que ocurrió mi vida se encauzó en todos los sentidos por un camino que me ha llevado hasta donde hoy me encuentro: familia, vivencias, experiencias, sinsabores, alegrías, amigos... No lo cambio por nada. Por nada. Es más, de poder viajar en el tiempo y tener la capacidad de que no ocurriera, no lo evitaría.
La romería fue hace dos meses. Jamás experimenté otra mejor; ni en los dos días de fiesta ni durante las muchas jornadas de prepativos marcadas -y marcados todos- por la puñetera enfermedad. ¡Viva San Isidro!... aunque en estos momentos no estoy tan seguro.
¡Qué ganas de vivir hasta el último momento! Y siempre poniendo la mejor de las caras para hacerle más llevaderos los días y la situación a quienes le rodeaban sabiendo que ellos se quedaban y que él se marchaba.
Hoy no solo ella sino todos estamos peleados con Dios.

miércoles, 20 de julio de 2016

Segundas partes...

Supongo que todos conocéis el dicho cinematográfico (que cada vez se aplica a más ámbitos de la vida) que indica que segundas partes nunca fueron buenas. Pues Independence Day: Contraataque es una segunda parte.
Cierto que a lo largo de la historia ha habido excepciones en esta máxima como, por ejemplo, El Padrino, pero no es el caso.
Si Independence Day tuvo un gran éxito por Will Smith y una trama que, aunque no original (extraterrestres invandiendo la tierra), sí que tenía su punto de entretenimiento, esta segunda parte es claramente infumable. Más propia de esperar para ver cuando la emitan por televisión.
Con los antecedentes de la primera parte de la película, este segundo acto empieza en un planeta tierra poco creíble donde echamos de menos a Smith que ha sido sustituido por su hijo -en la película- que ni de lejos resulta tan cautivador. Es más, los guionistas han creado una rivalidad entre el hijo de Smith y su amigo-rival que tampoco acaba de convencer, y donde este segundo personaje tiene más empaque que el llamado a ser el sucesor del protagonista de la primera parte.
Además, echamos de menos a otros de los protagonistas de aquella primera película. Algunos ni aparecen -como es el caso de Will Smith-, mientras que otros están y se esfuman en un visto y no visto que resulta poco entendible. Quizá sean los que sí tienen cierto recorrido de la primera parte quienes sostienen algo esta secuela en la que los extraterrestres vienen a vengarse de la derrota anterior, pero donde los terrícolas tienen una ayuda inesperada.
La trama es casi idéntica a la anterior, con algún matiz, pero se echa de menos algo más de originalidad. Y lo que extraña hasta más no poder son esas continuas casualidades que siempren van beneficiando a los buenos, y machacando a los malos.
Os podéis imaginar el final, aunque tampoco podemos cantar victoria porque esto no se acaba aquí. Habrá tercera parte.

jueves, 14 de julio de 2016

Un poquito menos secreta

Desde que en el instituto (ha llovido bastante) nos pusieron un día, en clase, la película El hombre que pudo reinar he estado interesado en la masonería. Imagino que despertó mi curiosidad ese halo de misterio que encierra la Orden, pero por unas cosas o por otras nunca di ni siquiera el paso de aproximarme a ella a través de libros, escritos, documentales, películas, etc.
Cuando conocí la existencia de Los secretos de la masoría en Jaén. Doscientos años de implantación y persecución de la orden secreta (Luis Miguel Sánchez Tostado y José Manuel Higueras Lorite. Liberman. Jaén. 2013) vi el cielo abierto (¡¡jejeje!!). Parece que el universo conspiraba (como diría Coelho) no sólo para que diera mis primeros pasos en torno a la masonería, sino que además lo haría conociendo su historia en la provincia de Jaén.
Empecé a leer el libro el 8 de agosto del año 2014. Lo acabé ayer, 13 de julio de 2016. ¿Es mucho? La verdad es que sí. Demasiado. Pero es que se trata de una obra tan completa que supera con mucho lo que yo buscaba. 
Soy incapaz de empezar un libro y no acabarlo -aunque es algo que ya está cambiando-, y eso es lo que me ocurrió con este. Tras unas primeras páginas excelentes sobre historia y entresijos de la masonería, los autores desarrollan un estudio tan pormenorizado de la Orden en nuestra provincia, que para lo que yo quería era demasiado tedioso. Una y otra vez retomaba la lectura, pero me resultaba tan apático que al final opté por saltarme tanto detalle de nombres, logias, años, etc, y entonces sí encontré lo que buscaba: una primera aproximación a la masonería que me va a servir, sin lugar a dudas, como trampolín a otras obras en las que pueda profundizar más sobre ella.
No tiene precio lo que nos ofrecen Sánchez Tostado e Higueras Lorite sobre los masones jienenses y las logias de la provincia a lo largo de la historia. Creo que en un futuro me serán tremendamente útiles estos datos que ahora he obviado porque, como digo, no eran lo que yo buscaba en este momento.
Aconsejo encarecidamente la lectura de un libro que nos hace menos secreta una organización tan discreta como es la masonería. Pero, ya digo, hacedlo sabiendo que, al margen de una aproximación general a la Orden, tenéis un estudio tan preciso y puntilloso sobre la masonería en nuestra provincia, que más que una obra para leer es un manual para consultar.

martes, 5 de julio de 2016

Objetivo Zaragoza (I): empezamos mal

Zaragoza es, desde ayer, mi nuevo reto. Espero cruzar la meta el próximo 25 de septiembre en lo que será mi 12º maratón.
Digo que desde ayer es mi objetivo porque ayer empezó mi plan de preparación específica de 12 semanas que concluirá el día de la carrera. Lo que pasa es que la cosa no ha tenido el inicio esperado. En lugar de comenzar con el entrenamiento previsto lo hice con una visita al fisio. Llevo varias semanas intentando recuperar algo la forma tras bastante tiempo de actividad limitada a causa de una lesión, y eso me ha provocado unas molestias en el isquio. 
Ayer, cita con Manos Mágicas Pili que, como siempre, ha funcionado. Hoy he trotado un ratito, y las molestias casi han desaparecido. Confío en que el viernes, en la segunda sesión, me dé el ok y pueda seguir la preparación (o, mejor dicho, empezar) como marca el plan.
Tengo ganas de que llegue el 25 de septiembre para reencontrarme con el maratón. Y es que se me está resistiendo el que será mi número doce. Debería haber sido el de Ciudad Real en los meses finales del año pasado, pero la fascitis no me lo permitió. La alternativa era Sevilla (febrero de este año) pero tampoco llegué. A ver si a la tercera va la vencida, y por lo menos acabo dignamente.
Sí, ese es mi pensamiento a día de hoy: acabar. Ya habrá tiempo de intentar hacer alguna marca concreta porque ahora lo principal es superar el problema en el isquio (¡quién los inventaría!), y después comprobar las sensaciones que me generan los entrenos de las próximas doce semanas.